Los 2.700 euros que cada uno de nosotros tenemos bajo tierra
Llevamos 27 siglos mirando las alcantarillas de la manera equivocada. Cuando vemos pesadas tapas de hierro -a veces tremendamente bellas, otras feas de doler- deberíamos ver el mar. Así de poético y así de verdad. Pero hay más: las alcantarillas nos avisan, reflejan lo que nos pasa, lo que somos y con el valor de hoy, a cada uno de nosotros nos pertenece unos 2.700 euros en redes de alcantarillado. Aproximadamente, 4 metros
Los 2.700 euros que cada uno de nosotros tenemos bajo tierra
Madrid
El cine, en cualquiera de sus formatos, ha sido el que más ha hecho por visibilizar este submundo. En concreto una serie de Neflix empeñada en llamar "estanque de tormentas" al "tanque de tormentas". El más grande del mundo se esconde bajo uno de los centros de ocio más elitistas de Madrid.
El nombre es muy literario, pero lo primero que sientes al entrar en un tanque de tormentas, -si no tienes referencia alguna-, es vértigo y algo parecido al miedo porque caminas a diez metros del suelo sobre un enrejado que te deja ver más de lo que querrías, porque el espacio es inmenso y oscuro y tremendamente húmedo; porque solo las filtraciones rompen el espesor de un silencio aplastante y porque enormes columnas de 20 metros de alto sin adorno alguno que dulcifique su presencia te hacen sentir diminuta. Este enorme pozo del tamaño de 118 piscinas olímpicas evita inundaciones cuando el agua cae en tromba o cuando no para de llover. Evita también una peligrosa contaminación. "Sirve para retener las primeras aguas de lluvia que son muy contaminantes por los metales de la atmósfera, por las deposiciones que se echan en las calles, los aceites de los coches, los derrames y lo peor, todo lo que los colectores acumulan cuando el agua no corre por ellos. Todo eso acabaría en el río, si no existieran los tanques", subraya Manuel Rodríguez Quesada es el subdirector de conservación de infraestructuras del canal de Isabel II.
Lugares muy peligrosos
Los colectores que tenemos bajo los pies en este país -y que puestos en fila darían casi 5 veces la vuelta al mundo- son lugares extremadamente peligrosos. Basta decir que el equipo obligatorio para bajar a una alcantarilla incluye un explosímetro. En este lugar se acumulan gases, algunos letales: "debajo del fango se pueden acumular gases que salen en el momento que los pisas. Nada te avisa. Puede provocar desmayos. Falta el oxígeno". Cada vez que abre una alcantarilla Daniel, dueño de Más Desatrancos, está obligado a llevar una línea de vida enganchada al exterior, además de mascarilla, el EPI reglamentario, casco y un medidor de oxígeno.
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El olor es insoportable, el paisaje, a veces, sorprendente, como nos cuenta Rafael Reyes, responsable de la empresa Resulima: "he visto desde ratas que parecen perros, he visto carritos de bebé, bicicletas; hemos encontrado droga en edificios que ha habido redadas. En los colectores grandes he entrado a limpiar con un camión y he visto de todo. Mucha ropa interior. La ropa interior no sé qué tiene, pero sale por las alcantarillas entera". También ha encontrado algún tesoro: sellos y monedas de oro, sobre todo cuando trabaja en el centro de Sevilla.
El cine nos miente
Ese brillo y el olor del dinero nos lleva directamente al cine que nos ha regalado y nos regala una imagen muy distorsionada de lo que tenemos bajo el suelo según quien más tiempo pasa ahí abajo -cuatro horas al día como mínimo-, la policía de subsuelo: "los monólogos lo soportan todo. Cuando tú hablas y el otro no responde te lo tragas todo. El cine tiene una visión muy peculiar de lo que hay en el subsuelo. No hay película americana en la que los malos no escapen a través del subsuelo sin ningún escrúpulo a través de aguas residuales donde puede haber gases tóxicos p falta de oxígeno o atmósferas explosivas. Riesgos que si no los tienes controlados puede suponer que no salgas vivo". Por eso, aquellos butrones que tanto guión han alimentado y que dieron origen a esta unidad policial apenas existen ya, según recuerda Tomás, el jefe de esta unidad.
Reflejo de nuestros males y costumbres
Las alcantarillas son a la vez termómetros. El agua que corre por sus colectores va dopada de todos nuestros tratamientos contra las infecciones, la ansiedad o la tos. El mal uso de los antibióticos ha disparado también las alertas en el subsuelo porque ni siquiera las depuradoras son capaces de hacerlos desaparecer: "hemos encontrado monstruos bacterianos. Haciendo análisis de los lodos de las depuradoras hemos hallado un montón de genes de resistencia a antibióticos y que son potencialmente muy peligrosas". Esos monstruos de los que nos habla la microbióloga Margarita Poza desde A Coruña están ahí, en las depuradoras, pero podrían extenderse.
Por el sumidero de nuestros desechos se van los virus, pero también nuestras penas, nuestros desequilibrios, nuestras mentes cuando están enfermas "es un sistema fantástico porque puede que no encuentres ningún caso en el hospital, pero si notas una subida en aguas residuales ahí está la alerta temprana. Sirve sobre todo para eso".
El análisis del agua residual puede detectar la infección de un solo individuo, mucho antes de que llegue al hospital. El estudio del agua de las alcantarillas es complementario al sistema de salud, "el agua es una buena lupa de lo que es la sociedad. Es fundamental que mimemos las alcantarillas y le demos la importancia que hoy no tienen". Con hasta tres semanas de antelación nos avisan de lo que está por venir. Y de ahí el mimo que pide Luis Baviano, responsable de una iniciativa que busca una gestión integral del agua.
Un patrimonio bajo nuestros pies: 2.700 euros por cabeza
Y hay más: cada uno de nosotros nace con un activo en redes de alcantarillado valorado a día de hoy en cerca de 3.000 euros. Ha hecho las cuentas el presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento: "Cada uno de nosotros tenemos 2.700 euros en redes de alcantarillado. Tocamos a cuatro metros de tubería cada uno de nosotros. Cuando nacemos lo hacemos con un activo en el agua pública. Tenemos 2.700 euros enterrados todos". Lo malo es que ahora mismo nuestra red de alcantarillado envejece y eso que su vida útil puede superar los 100 años -y hasta los 2.000 porque todavía existen tramos de alcantarillado romano en funcionamiento-pero, según Fernando Morcillo ya estamos llegando al límite: "nuestro sistema de saneamiento está aprobado justito. Vemos con preocupación que en pocos años puede ser un suspenso". El saneamiento es el patito feo del mundo del agua. Deberíamos multiplicar por 4 la inversión actual en colectores y cuidado de alcantarillas, dicen los expertos y mientras llega tomar conciencia. Los alumnos de algunos colegios en este país están adoptando alcantarillas. Colocan una placa de dorado latón a su lado con la leyenda: "Aquí empieza el mar" porque es poético, porque es verdad.
Toñi Fernández
Edición Hora 14, sección de reportajes, Hoy por...