Globos sonda

Con la palabra globo he recordado que cuando niño lo que más me divertía de los globos era dejarlos volar hasta que estaban altísimos y una vez a lo lejos imaginaba que un día volaría con ellos. Nunca lo hice. Ni con globos de 'juguete' ni con globos aerostáticos. El vértigo va conmigo desde hace tantos años que no me dio tiempo a probar un vuelo en globo. Y me habría gustado, porque mientras que el avión nos hace más veloces, más fugaces, el globo nos hace más eternos. Un vuelo en globo debe ser como andar en el aire, andar más que volar, flotar más que otra cosa. El globo aerostático da una sensación de tiempo echado a dormir, de mundo quieto. A veces veo algún globo haciendo de globo en el cielo y recuerdo estos versos de Federico García Lorca: "Un cielo grande y sin gente/ monta en su globo a los pájaros".

Pero existen otros usos estupendos de la palabra globo. Por ejemplo: globo sonda. Lanzar un globo sonda es tantear, probar, tomar el pulso a algo. Quién no ha lanzado algún globo sonda si le gustaba alguien y quería ver qué pensaba la otra parte; o si quería saber más de cualquier cosa; o para sondear la probable bronca que iba a caer por llegar a casa mucho después de la hora pactada. El globo sonda prepara para lo que vendrá. Y a veces permite protegerse. La vida está llena de globos sonda en todas direcciones.

Pero hay más. "Agarrarse un globo". El sintagma es bueno. Agarrarse un globo es enfadarse, claro. Pero suena mejor que decir "Estoy cabreado". Más maneras aún de usar la palabra de hoy: cuando aparecieron las primeras versiones de Windows las indicaciones llegaban como globos en la pantalla del ordenador. O, al menos, se le llamaba globos. Y antes estaban los globos (también les dicen 'bocadillos') de los cómics. Por cierto, ahora decimos planeta, pero cuando estaba en el instituto se decía mucho lo de globo terráqueo para denunciar el abuso de maltrato al planeta. Aunque a mi edad, con todas las formas de globo que he conocido, lo que más me invita a fantasear es el globo que se escapa de las manos de un niño -o que éste suelta- y se eleva, y se eleva, y se pierde mientras aún lo seguimos con los ojos ahí donde ya no sabemos.