Las toallitas húmedas, un enemigo silencioso
Esa preocupación por la higiene íntima no se corresponde con un interés similar por conservar nuestro entorno
Las toallitas húmedas, un enemigo silencioso
Madrid
Mientras andamos preocupados por la inflación y la subida del Euribor, estamos desatendiendo a un enemigo silencioso que amenaza con destruirnos: las toallitas húmedas. Hace unos días un islote de estas toallitas de fibra sintética emergió de las aguas del Guadalquivir a su paso por Córdoba. La masa viscosa que formaron al mezclarse con la tierra y otro tipo de residuos tuvo que ser retirada con maquinaria pesada. Las toallitas parecen frágiles pero son indestructibles.
No es descartable que el blindaje de los tanques Leopard esté hecho del mismo material. He visto en un documental imágenes de cómo, cuando se acumulan en grandes cantidades, pueden incluso atascar una depuradora. Es mentira eso de que el pueblo unido jamás será vencido, las invencibles son las toallitas. Si UGT y Comisiones tuvieran el poder que tienen cincuenta mil toallitas usadas, el salario mínimo estará en 3000 euros.
Cada español consume al año más de 15 kilos de toallitas. En conjunto, un total de 714 millones anuales. Lo cual nos permite asegurar que, aun descontando el porcentaje de las que son usadas para desmaquillar, España es una de las democracias con los culos más limpios del mundo. Desgraciadamente, esa preocupación por la higiene íntima no se corresponde con un interés similar por conservar nuestro entorno.
Es imposible pasear por una playa o las inmediaciones de un río sin toparte con ellas pese a que son innumerables las campañas de organizaciones ecologistas e instituciones de todo tipo advirtiendo de que no se deben tirar al inodoro. No sirven de nada. Hay gente que sigue haciéndolo. Yo, como último recurso, probaría a que lo dijese el rey en el próximo mensaje de navidad:
“Somos una gran nación, pero os la estáis cargando con la manía de tirar las toallitas al váter”. Si pese a todo la cosa siguiera igual, solo quedaría prohibir su uso. No creo que pase nada por hacerlo. Qué se sepa, los españoles hemos tenido culo desde el comienzo de los tiempos y no hay pruebas de que no hubiéramos sabido atender a su mantenimiento antes de la llegada de las toallitas húmedas.
Sé que algunos me acusarán de querer judicializar la evacuación intestinal, y que habrá también quien advierta de que las leyes amparan el derecho a llevar el trasero reluciente, pero estoy convencido de que a los padres de la Constitución, como a un servidor, les parecería suficiente conseguirlo con un acolchado de doble capa.
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Miguel Sánchez Romero
Guionista y realizador televisivo español, Miguel...