"No es un caso aislado, hay situaciones que les sobrepasan": así es el infierno de los profesores que quieren dejar de serlo
"El 78% de los que atendemos ya vienen con ansiedad y a veces es demasiado tarde", según la coordinadora estatal de un servicio de Atención al Profesor.
"No es un caso aislado, hay situaciones que les sobrepasan": así es el infierno de los profesores que quieren dejar de serlo
Madrid
Marc Schmidt dejó su trabajo como ingeniero para perseguir su vocación: ser profesor. Cinco años después, ha decidido dejarlo porque no puede seguir soportando las continuas faltas de respeto de los alumnos y la indefensión en la que está como docente. "Tengo claro que quiero dejar este trabajo. Hasta aquí he llegado. Dignidad cero", escribió el 30 de enero en un tuit que se convirtió en viral y que refleja una situación más frecuente en las aulas de lo que cabría pensar.
Teresa Hernández, coordinadora estatal del servicio de Atención al Profesor del sindicato ANPE, ha participado este lunes en La Ventana para poner números al fenómeno y relatar el infierno que atraviesan algunos profesores y profesoras. "No es un hecho aislado", ha asegurado, antes de indicar que "muchos docentes se están preparando pero se encuentran con situaciones que les sobrepasan y deciden dejar la profesión a la que querían dedicarse y para la que estaban formándose".
Hernández ha apuntado que no hay "un perfil determinado" de profesor o profesora que llegue al límite de querer dejar su trabajo por el comportamiento de los alumnos. "Tenemos de todo: profesores que llevan hasta 15 años de experiencia docente y de repente dan con un grupo que les sobrepasa, docentes con un año de experiencia que se encuentran algo muy distinto de lo que esperaban, interinos que van cambiando de centro y llegan a uno de especial dificultad...", enumera.
Lo que sí tienen en común es la herida psicológica que la situación les genera. "El 78% de los que atendemos ya vienen con ansiedad y a veces es demasiado tarde", ha explicado la coordinadora estatal del servicio de Atención al Profesor. "Es bueno que busquen ayuda pronto, porque la ansiedad en muchos casos no permite ver una realidad y hace inservibles las herramientas. Es bueno tener una observación externa para evitar que se dé el último paso, que es dejar la profesión", ha recomendado.
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No todos los casos son como el que denunció Marc, con una clase completamente fuera de control; también hay situaciones más complejas y menos evidentes. "He visto compañeros", ha relatado Hernández, "que son acusados por un par de alumnas de mirarlas mal y que acaban por ser superados y tener miedo de entrar en ese aula, porque se pregunta 'cómo voy a demostrar yo que no las miro mal'.
La coordinadora del servicio ha puesto ese caso sobre la mesa para llamar la atención sobre "el problema de las falsas acusaciones, cada vez más recurrente en los últimos tiempos". "Estas falsas acusaciones hacen que el profesor se vea juzgado ante una acusación de un profesor o de varios alumnos, casi sin oportunidad de defenderse", ha lamentado Hernández, quien ha recordado que estas situaciones no deberían producirse porque en casi todas las comunidades está vigente la Ley de Autoridad del Profesor.
La especialista ha afirmado que servicios como el que ella coordina se crearon "para dar respuesta a situaciones muy graves, de agresiones físicas" y que este tipo de situaciones "han bajado", pero los profesores se encuentran ahora con situaciones que a veces generan ansiedad y que pueden traducirse en la pérdida de control de una clase".
Hernández ha asegurado que el número de casos de profesores que quieren dejar de serlo "no ha empeorado", pero sí "ha aumentado la dificultad de los problemas a los que nos enfrentamos. Porque no solo hay problemas para desarrollar nuestras clases, sino que tenemos que atender problemas que requieren una formación y unos recursos psicológicos específicos". "Ahora ya no es solo que un alumno apruebe o suspenda, es cómo lo procesa, cómo se siente y cómo lo apoya la familia", ha concluido.
Las entrevistas de Aimar | Esperanza Meseguer, Francesc Nogales y Antonio Pérez