Kim Novak: la actriz de Vértigo cumple 90 años.
Trabajó a las órdenes de Alfred Hitchcock y Billy Wilder y es una de las últimas estrellas vivas del Hollywood clásico.
Su verdadero nombre es Marilyn Pauline Novak. De joven era rubia y sexy como la Monroe y la lanzaron como la alternativa de la Columbia a la protagonista de La tentación vive arriba. Sin embargo, Kim Novak asegura que su carrera no ha estado marcada por la larga sombra de Marilyn Monroe sino por designios mucho más altos. “Tuve una experiencia espiritual muy intensa. Cuando era pequeña Dios se me apareció y le prometí que dedicaría toda mi vida a cumplir su voluntad. Todo lo que me ha sucedido desde entonces es el camino que Él eligió para mí. Por eso siempre he considerado mi vida como una aventura excitante”, decía.
Y el primer camino que Dios eligió para esta norteamericana, hija de una familia checoslovaca, fue el de modelo. Ganó varios concursos de belleza como “Miss Rapsody in blue” o “Reina de corazones del lago Michigan”. Gracias a otro de estos títulos de belleza, “Miss Ultracongelada”, la joven Marilyn Novak emprendió una turné publicitaria por todo el país promocionando una marca de neveras. Una gira que la llevó hasta Los Ángeles. Y allí se quedó con la idea de convertirse en actriz. No tardó en conseguir varios papelitos de extra en diversas películas, como el de amazona en El hijo de Simbad. Los cazatalentos de la Columbia se fijaron en ella y quisieron hacerle una prueba. El informe del jefe de producción del estudio no fue muy esperanzador: “No sabe actuar. Ni siquiera se le entienden los diálogos cuando los lee, pero tiene algo mágico para la cámara. Propongo que la tengamos a prueba 6 meses”, se podía leer en dicho informe.
Durante esos meses le dieron clases de declamación e interpretación. Cambiaron su nombre por el de Kim, ya que Marilyn solo podía haber una, y la hicieron adelgazar varios kilos hasta lograr un físico espectacular. Con apenas 20 años Kim Novak era ya una diosa rubia poseedora de un erotismo elegante y unas medidas perfectas. Por entonces Kim se dejaba ver en algunas películas como secundaria y se preparaba a fondo mientras esperaba a que llegara su gran oportunidad. Fue Harry Cohn, el jefazo de la Columbia, el que se empeñó personalmente en que ella protagonizara el que iba a ser uno de los grandes proyectos del estudio de aquel año 1955: Picnic. La escena en la que Kim Novak baila un “slow” junto a William Holden es una de las imágenes clásicas de la mitología de los años 50 y una de las secuencias más sensuales de la historia del cine. Por todo el mundo las jovencitas imitaban su peinado y se vestían como ella en la película. De la noche a la mañana Kim Novak se había convertido en una gran estrella y en el sueño de seducción de millones de hombres.
Tras Picnic Kim siguió brillando en otras películas como La historia de Eddy Duchin, al lado de Tyrone Power o en dos films junto a Frank Sinatra, con el que también mantuvo un breve romance en la vida real. En El hombre del brazo de oro Kim ayudaba a Frank Sinatra a superar su adicción a la heroína y en el musical Pal Joey a montar su propio club. Después de cuatro años en Hollywood ya tenía dos Globos de Oro y su valor en taquilla era excelente, pero no así su fama entre sus compañeros que la acusaban de cierto endiosamiento.
También tenía fama de rompecorazones. Además de su romance con Sinatra tuvo otras aventuras con Cary Grant, el príncipe Ali-Khan o Ramfis Trujillo, el hijo del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. El más dramático de sus affaires fue el que mantuvo con Sammy Davis Jr. Un amor interracial que resultaba complicado y difícil de encajar en la mentalidad de la sociedad norteamericana de los años 50. Harry Cohn, el jefe de la Columbia, decidió poner el asunto en manos de su amigo, el mafioso Mickey Cohen. Según contaba James Bacon, uno de los periodistas más famosos del Hollywood clásico, Harry Cohn tenía más de cuatro millones de dólares invertidos en películas protagonizadas por Kim Novak que aún no habían sido estrenadas. Los de la mafia se llevaron a Sammy al desierto y los mafiosos le dijeron que tenía que casarse con una chica negra en menos de 24 horas. Al día siguiente Sammy se casó con una de las coristas de su espectáculo.
La vida mientras continuó para Kim Novak que pese a todo no se sentía del todo satisfecha con su carrera. Necesitaba una película que demostrase que también podía ser una buena actriz. Y en éstas le llegó la oportunidad de rodar Vértigo, de Alfred Hitchcock. La actriz entró con mal pie en el rodaje. Según explicó el mago del suspense, Kim Novak llegó al rodaje con una serie de ideas que él no podía compartir. Hitchcock le dejó claro qué trajes y qué peinados debía llevar, es decir, los que el director había previsto desde hace meses. Hitchcock le hizo pagar esas protestas con varias jugarretas. La escena en la que su personaje salta al agua en un intento de suicidio fue repetida más de diez veces, solo porque al director le divertía el pequeño suplicio de la actriz, obligada a saltar al agua, ponerse ropa seca y volver a tirarse de nuevo. Anécdotas aparte, Hitchcock supo aprovechar la inexpresividad natural de la actriz en favor de lo enigmático de su personaje y Kim estuvo fantástica junto a James Stewart. Como ella misma reconocía, fue el gran papel de su carrera. Había puesto el listón tan alto que nunca más Kim Novak consiguió deslumbrar tanto en otra película y eso que tras Vértigo la actriz sumó otros cuantos buenos títulos a su filmografía, como Un extraño en mi vida, al lado de Kirk Douglas, Bésame tonto junto a Dean Martin o Me enamoré de una bruja, de nuevo con James Stewart de pareja.
Sin embargo, durante la década de los 70 la actriz entró en decadencia. Ya no le ofrecían buenos papeles y en 1980, tras rodar El espejo roto y con apenas 47 años, decidió abandonar el cine. “A veces me pregunto si tomé la decisión adecuada, pero cuando lo medito a fondo pienso que sí porque creo que estar todo el día esperando a que te ofrezcan un buen papel no es forma de vivir”, explicaba hace años. En 1976 Kim se había casado con Robert Malloy, veterinario de profesión, y juntos se fueron a vivir a un rancho en las montañas de Oregón donde, desde entonces, ha vivido rodeada de animales y dedicada a la pintura, su otra gran pasión. De vez en cuando, eso sí, retornaba a su antigua profesión para interpretar pequeños papeles en películas o en series de televisión como Falcon Crest. “De vez en cuando leo en la prensa algo así como ¿qué ha pasado con Kim Novak? ¿Ha muerto? ¿Sigue viva? Yo no quiero que mis fans piensen que estoy muerta así que, de vez en cuando, me digo: ya es hora de hacer una nueva película”.
En el año 2000 su casa fue reducida a cenizas en un incendio. Entre las muchas cosas que la actriz perdió estaba su autobiografía a la que había dedicado más de diez años de trabajo. Kim que, como decíamos antes, cree en los mensajes divinos, entendió aquel incendio como una señal del cielo de que su historia no debía contarse y así nos quedamos sin unas memorias que se prometían muy interesantes. Poco después le diagnosticaron un trastorno bipolar y entonces supimos también que la actriz había luchado toda su vida contra la depresión. Los problemas mentales los había heredado de su padre y por eso la actriz nunca quiso tener hijos por miedo a transmitírselos. En 2014 la vimos en la ceremonia de los Oscar entregando un premio y su aspecto fue muy comentado en las redes sociales, empezando por el propio Donald Trump que escribió en twitter: “Kim Novak debería perseguir judicialmente a su cirujano estético”. Quizá por ello la actriz no se ha dejado ver desde entonces. Da igual. La imagen de Kim Novak que nosotros siempre recordaremos es la de aquella jovencita bailando con William Hoden en Picnic o volviendo loco de amor a James Stewart en Vértigo. Sin duda no fue la mejor actriz, pero nadie puede robarle el mérito de haber sido dueña y señora de los sueños de varias generaciones de espectadores.
Elio Castro
Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...