La azotea de un hospital para descubrir tu sombra con tres años: así ayudan a los niños con cáncer
Yago es un niño risueño de seis años que estuvo hospitalizado prácticamente desde el comienzo de su vida. Con tres años subió por primera vez a la azotea del Hospital 12 de Octubre donde la Fundación Juegaterapia construyó un jardín de juegos. Y, allí arriba, con la ciudad a sus pies, descubrió un mundo
La azotea de un hospital para descubrir tu sombra con tres años
Madrid
Seguramente nunca reparéis en vuestra sombra. Nos persigue a todas partes, siempre está ahí. Pero si prácticamente has nacido bajo el techo de un hospital, sin posibilidad de contacto con el sol, la sombra se convierte en algo sencillamente extraordinario. Yago, de seis años, hospitalizado y en aislamiento por un cáncer de médula desde los seis meses, descubrió por primera vez su sombra con 3 años cuando subió a la azotea del Hospital 12 de octubre, donde la fundación Juegaterapia construyó un jardín de juegos. "Yo había visto a todos con sombra y yo creía que no tenía sombra", cuenta Yago.
Descubrió más cosas ese día: "Aprendí cómo eran las hormigas y las moscas, y también lo que era el sonido de la ciudad. Las hormigas y las moscas me dieron un miedo al subir a la terraza, pegué un salto y un grito que mi madre me tuvo que coger en brazos...". Sorprendido y asombrado por el ruido, por el sonido del viento, el sol, la ciudad, un mundo nuevo se abrió ante él.
Una iniciativa de Juegaterapia
El 'Jardín de mi hospi' es una iniciativa de Juegaterapia que consiste en recuperar las azoteas en desuso de los hospitales y convertirlas en jardines para que todos los niños ingresados puedan jugar al aire libre. Un espacio fundamental porque allí los niños son eso, niños, niños jugando, pese a los goteros enrededados a sus pies. Maria Jesús es la madre de Yago: "Considero que es parte de la terapia la azotea del hospital, porque es un momento, es un lugar en el que pueden evadirse, ya no son enfermos, no son pacientes, son niños, niños que se relacionan con sus amigos niños", describe.
Ese era el objetivo inicial de la construcción de estos espacios, tal y como apunta Ana Rubau directora de marketing y comunicación de Juegaterapia: "Es fundamental esta labor de socialización que tienen los niños cuando bajan al parque, aquí la pueden ejercer en el jardín, también entre los padres, e incluso entre el personal médico".
En la azotea del 12 de Octubre están los 800 metros cuadrados de suelo acolchado y colorido, con toboganes, cochecitos para carreras y columpios, esperando a los niños cuando el tiempo mejore. Vanesa Pérez, oncóloga de Yago, subraya también la importancia de estos espacios porque "ellos engrentan la enfermedad de otra forma, cuando están bien quieren jugar y necesitan jugar y necesitan estar con otros niños, poder estar en contacto, hacer actividades es fundamental".
Primeras veces en un hospital
Es fundamental volver a sentirse niño porque el cáncer infantil convierte a los pequeños en una suerte de adultos procesando a todas horas vocabulario técnico: "Yago hablaba como una persona adulta cuando tenía 4 añitos y cuando empezó a ir al colegio les decía cosas como nutriciones parenterales, en su caso fue muy llamativo", dice Vanea Pérez. No solo la madurez, la enfermedad también le aportó una capacidad de asombro y disfrute incomparable con la de otros pequeños. "Él es un viejito y un disfrutón de la vida, si algo tiene pasar por esta experiencia es que la vida te coloca en su justo punto y estos niños son supervivientes de la vida y disfrutones", relata María Jesús, madre de Yago.
La silueta de tu su cuerpo al sol, el sonido de una mosca, el andar de una hormiga, tu cama son detalles de normalidad para cualquier niño. Esa normalidad que se interrumpe siempre que aparece la palabra cáncer.