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Berlinale 2023 | 'Matria', la película gallega que dignifica a las mujeres obreras

El director Álvaro Gago debuta en la Berlinale con cine social que muestra que la clase y el género no van por separado con una magnífica María Vázquez

Fotograma de 'Matria' / AVALON

Fotograma de 'Matria' / AVALON

Berlín

Álvaro Gago, nominado al Goya por dos sus cortometrajes, se dispone en su ópera prima Matria a continuar esa senda de cine social europeo, que mira a la clase obrera de frente y sin prejuicios. Presentada en el Festival de Berlín es una ópera prima que continúa el retrato cotidiano del cortometraje del mismo título, con el que el director ganó premio en Sundance y logró estar nominado al Goya, dándonos un personaje femenino de esos que quedan en el imaginario colectivo del cine. "Recuerdo estar rodando el último plano del cortometraje, con Ramona sentada en un banco de ese pabellón y estar pensando que yo necesitaba expandir este universo y sacarla de ahí, de ese círculo rutinario", explica el director en una entrevista en la Cadena SER sobre la decisión de continuar con el retrato de esta mujer.

"Por lo menos queríamos hacer justicia en la ficción", añade el director que ha cambiado a la protagonista del corto, una mujer obrera gallega, Francisca Iglesias Bouzón, por la actriz María Vázquez. Su personaje, el de Ramona, es una superviviente. Una mujer como tantas, con carisma, mala leche, arrugas, ojeras y las manos ajadas de trabajar. Una suerte que Gago se haya fijado en María Vázquez, una actriz impresionante, natural y vital en su trabajo, certera y real en una puesta en escena que acompaña a la intérprete por espacios reales de una Galicia industrial y obrera, alejada de las campañas turísticas y las imágenes de postal.

El filme deja noqueados a los defensores de la trampa de la diversidad, al mostrar cómo clase y género son perfectamente compatibles para entender las dinámicas de la sociedad en la que vivimos. "Es tan real. Esto es lo que pasa. Cuando hay precariedad, siempre en el caso de la mujer es peor, porque además tiene que encargarse de los cuidados de fuera y los cuidados de dentro de la casa. Está trabajando de sol a sol, sin descansar por un sueldo indigno absolutamente, que no da para sobrevivir. Dar visibilidad a esto, como mujer, me encantó. Pocas veces tienes la oportunidad también de trabajar en proyectos que te que te muevan tanto, que tengan que ver tanto como con lo que tú quieres contar en la vida", reivindica la protagonista de Mataharis.

La esclavitud sigue existiendo. Está en las fábricas donde las mujeres limpian, recogen y trabajan más horas de las permitidas. Está en el pago en negro, práctica tan común en España que quizá explique que ni la subida del salario mínimo, ni la reforma laboral vayan a influir demasiado, desgraciadamente, en las elecciones. Está en el trabajo doméstico, el trabajo silencioso que realizan las mujeres organizando una casa, limpiando, cocinando. La plusvalía de los cuidados, si Marx nos permite el concepto. Matria, además de un relato de la precariedad y la situación de una generación de mujeres que fueron hijas y ahora son madres, está en la dignificación de los oficios. El esmero con que trabaja esta mujer, hastiada de todos, ofuscada en ahorrar porque todavía confía en eso tan manido de la meritocracia. Limpia con cuidado las casas y las fábricas.

"Hay poca clase obrera haciendo cine y eso hay que ir, poco a poco, conquistándolo. Hay que dar pasos de cara a una diversidad cada vez más real. Eso no hará más que enriquecer el ecosistema fílmico global", asegura el director que ha pensado y mucho con qué ángulo filmar a estas mujeres. "A mí filmarlas desde desde arriba, ya no me sale. Me pongo un poco a su altura, a sus ojos. Las quiero mirar de frente. Creo que son oficios que sostienen el país. Y por supuesto que hay que dignificarlos".

No es verdad que valga el esfuerzo, explica esta historia que no necesita explicar eso de la cigarra y la hormiga, tan claro en Los lunes al sol, película de Fernando León de Aranoa. Matria y el filme que protagonizó Bardem tienen una idea común, la de desmontar el sistema a base de una situación de precariedad. Diez años separan ambos títulos y una puesta en escena completamente diferente. Naturalista, real, con una cámara que sigue de cerca el rostro y los movimientos del personaje, siguiendo el trabajo de directores como Stephane Brizé, los Dardenne o Ken Loach. Sin embargo, aquí las protagonistas son las mujeres, representadas en Ramona, una mujer paciente con el marido vago y machista. Una madre preocupada y torpe con una hija que puede acabar como ella, pues la clase obrera está condenada a repetirse una y otra vez, como bien explica el antropólogo Raymond Williams.

Otra diferencia con la tradición europea de ese cine social y obrero es que hay motivos para la esperanza en Ramona. "Necesitamos referentes, aunque sea en la ficción. Y claro que existe una posibilidad para romper con todo esto y hay que romperlo, ya que la revolución íntima de cada uno es posible. Ramona es un ejemplo de ello, sin tampoco querer erigirse ya como ninguna figura. Pero yo creo que en todo caso, para Ramona no es un final 100% optimista. Es un final que contiene muchas aristas y trabajé mucho en esa ambigüedad, porque su épica viene de esa ruptura", explica el director sobre el viaje del personaje, el de una mujer que dice basta, como puede y como sabe hacerlo, a las bravas, sin intelectualizar los hechos, los actos, sin explicarlos ni verbalizarlos, pero rompiendo con las ataduras del trabajo y de la familia, dos instituciones, nos diría Marx, que ahogan a las mujeres obreras en el sistema capitalista. "Es verdad que hay una posibilidad, pero la sociedad no te lo pone fácil y por eso tantas mujeres se quedan en ese bucle con esos hombres. Y esto creo que es importante también, no perderlo de vista, añade la actriz.

De ahí el título, esa noción de Matria que tiene varias lecturas. Por un lado, la crítica a una creencia complaciente con eso que se ha llamado "matriarcado gallego". Mujeres que trabajaban fuera y dentro de casa, pero a las que ya se les consideraba empoderadas por eso, sin mirar lo que subyacía. "Las mujeres llevaban toda la carga, gestionaban todo, iban al campo, ordeñaban, y ellos se iban a la fiesta del pueblo, mientras ellas hacían la comida. Yo lo he vivido", dice la actriz.

"Desde el título me parecía muy importante poner este debate del mito patriarcal y cuestionarlo. Lo político en la película subyace por debajo y se revela a través de lo íntimo. Pero. Y también responde a una sensación que tengo de patria como concepto estéril y matria como un lugar en el que quiero vivir y un lugar el que me hace sentir bien. Un lugar que me acoge como hombre, me acepta con mis vulnerabilidades también", explica el director.

La verdadera Francisca tiene un papel en la película, pero además ha sido una especie de consultora creativa en el rodaje para el realizador y para la actriz. "Francisca estaba ahí. Es un referente real, vivo y maravilloso y como que, de alguna manera, yo necesitaba su aprobación", cuenta la actriz que la tuvo como una especie de coach para que el personaje fuera creíble. "Para mí fue un camino hacia la humildad. Creo que es muy importante y se lo recomendaría a todos los actores y actrices profesionales, que pasasen en algún momento de su vida por ese examen. Te quita mucha tontería. A veces uno se da mucha importancia".

Una de las cosas que permanece del personaje es el humor de Francisca, un humor negro que sale de las situaciones dolorosas y estresantes que vive el personaje. Una mujer en un mundo de hombres que tiene que sacar el carácter. La actriz preparó el personaje encordando y desdoblando el mejillón, labor que hace Ramona. "Me ayudó mucho a meterme en ese mundo también de hombres en el mar, a veces machista, y duro".

Álvaro Gago continúa esa senda de un cine español que huye de las grandes urbes, de los grandes relatos, para centrarse en lo cotidiano como vivencia universal. Algo que viene haciendo Carla Simón, que hemos visto con Mikel Gurrea, ambos compañeros de estudios del director gallego. "Es imposible no sentirme parte de algo, porque somos bastante amigos y amigas, nos leemos los guiones y nos ayudamos. Como Ramona, busco mi cuarto propio ahí. Creo que hay ganas de avanzar como colectivo, que creo que es algo importante y así lo siento. Pero además hay un interés en buscar un cierto tipo de verdad en las películas lejos de las urbes", cuenta sobre ese Nuevo Cine Español que tan buenos resultados está dando internacionalmente. Rodada en gallego, Matria, es una muestra de lo diverso y rico que puede ser nuestro cine. "Tiene que ver claro con la diversidad de país que tenemos y con reivindicar lo diverso, que no solo es de género, también tiene que ver con lengua, porque en España conviven muchas lenguas que parece que queremos aniquilar, que son el demonio", culmina la actriz.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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