Punto de Fuga
Internacional

Impotencia y abandono de los pescadores peruanos

Se cumple un año del desastre ecológico por el derrame de petróleo en las costas de Perú sin que Repsol asuma su responsabilidad

A woman cleans the shore of Cavero Beach, which was affected by an oil spill that occurred on January 15 and involved Spanish energy giant Repsol, in Pachacutec, an area on the northern outskirts of Lima, on July 09, 2022. - Described as an "ecological disaster" by the Peruvian government, the spill occurred while the Italian-flagged tanker "Mare Doricum" was unloading crude oil at the La Pampilla refinery in Ventanilla, owned by the Spanish oil company Repsol. The company attributed the fact to the agitation of the sea by a volcanic eruption in Tonga, on the other side of the Pacific. (Photo by Gian Masko / AFP) (Photo by GIAN MASKO/AFP via Getty Images) / GIAN MASKO

Luis Antonio Díaz, de 24 años, es la tercera generación de pescadores artesanales en su familia. Lleva trabajando desde los 14 años, pero ahora, cuando ve las costas de Perú tan dañadas, siente impotencia por cómo se ha gestionado la crisis.

Un año después del vertido de 6.000 barriles de crudo de la empresa Repsol todavía no puede salir a faenar. “Hay playas pedregosas donde todavía se puede presenciar y palpar el hidrocarburo, y cada vez que el mar se mueve, el hidrocarburo llega”.

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El vertido afectó a 11.060 hectáreas de mar, 100 kilómetros de costa, y a todo tipo de especies marinas. La población de la zona asciende a medio millón de personas, de los que, según las autoridades y la empresa, solo 10.300 se han visto afectados por el desastre. Una cifra “inaudita” para Díaz, que asegura que “la pesca genera muchos más puestos de trabajo de los que han sido considerados” en la zona.

Se queja de que el Estado “se presta a esto con su silencio, juega con la necesidad de los pescadores y todos los afectados en general”. Además, dice de Repsol que, siendo una gran empresa transnacional que invierte millones en su imagen, “en un vertido lo último que cumplen es resarcirlo y rehabilitarlo”. La impotencia de los afectados, dice, es porque la empresa dice que está trabajando “con los mejores expertos” para solucionar el daño, pero “eso no es verdad”.

El drama de Luis, como el de sus vecinos, es que “su cultura de aquí a unos años no se va a poder seguir ejecutando”. Y se dice indignado por no saber hasta cuándo va a durar esto.

Como presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Distrito de Aucallama (APADA), Díaz tiene constancia que Repsol está apelando por la vía judicial muchos procesos administrativos que le reclaman responsabilidades. Las autoridades peruanas reclamaron a la petrolera una indemnización de cuatro mil trescientos millones de euros, pero apenas han resarcido el daño.

Para exigir justicia, la APDA va a iniciar una gira por España junto con la Asociación Entre Pueblos y con la entidad Peruana de Cooperación. En su paso por Barcelona, Valencia, Bilbao o Galicia esperan “recopilar jurisprudencia de pescadores que han pasado este tipo de problemáticas”. En Madrid, quieren protestar frente a la matriz de Repsol ante la ausencia de respuesta para “que sepan que nosotros como pescadores estamos acá y nos hemos visto en la necesidad de llegar, porque allá la verdad es que poco o nada se hace”, dice Díaz.