Berlinale 2023 | Paul B. Preciado y su 'Orlando' no binario, emotivo y subversivo
El filósofo español firma su biografía política que busca hacer un canto colectivo a la revolución queer

Orlando, de Paul b Preciado / cedida

Berlín
Conocemos la capacidad de Paul B Preciado, filósofo español, uno de los más reconocidos en la Academia europea, de provocar, reinventar el lenguaje y la manera de acercarnos al cuerpo, al poder, al género y a la sexualidad. En libros como Testo Yonki o Manifiesto contrasexual, Preciado ha ido explorando los límites disciplinarios, los de la medicina, el estado y la industria farmacéutica, y cómo el binarismo de género dominaba la cultura patriarcal dejando a una serie de cuerpos fuera del sistema. Ahora, en la Berlinale, hemos conocido otra faceta suya, la capacidad de emocionar y usar esa emoción como un arma política para el futuro.
Aquí ha presentado, en la sección Encuentros, dedicada al cine más experimental, Orlando, ma biographie politique, su primera incursión en el cine, una adaptación del Orlando de Virginia Woolf, novela publicada en 1928 que cuenta la vida de un noble inglés que cambia de sexo a lo largo de cuatro siglos. “Un intento de cómo inventar otra manera de hablar de lo no binario, de la transición de género, que no esté dominada por los lenguajes médicos y psiquiátricos. El cine de repente se convierte en una tecnología maravillosa para hacer una ficción disidente y que sea una ficción compartida”, nos decía el pasado noviembre en una entrevista en la SER, tras publicar Dysphoria Mundi, su último ensayo.
La película fue un encargo del canal Arte para que realizara una especie de autobiografía, pero Preciado, así comienza el filme, deja claro que esa biografía ya estaba escrita incluso antes de nacer, en el texto de la autora inglesa. “Esa es una gran pregunta filosófica. ¿Qué es una vida? ¿Cómo contar una vida? Para mí, por ejemplo, contar mi vida me resulta más fácil con el Orlando de Virginia Wolf que yendo a Burgos, donde nací, yendo al colegio donde estudié, porque esos lugares no cuentan exactamente lo que es mi vida. La narración de una vida es siempre un ejercicio de ficción, en el fondo, que uno elige”, nos advertía.
Y así lo ha hecho. Contar su vida rompiendo con los géneros cinematográficos, usando el activismo, la ternura, el humor y a veces hasta el terror, como la recreación de esos psiquiatras que atienden a los Orlandos que aparecen en el filme. Esta no es solo una biografía de Preciado, es la biografía colectiva de mcuhos, muchas y muches disidentes que, como el personaje que tras siete días dormido despertó mujer, han hecho una transición había los cuerpos no binarios.
Si la autora inglesa escribió su novela siguiendo el formato de la biografía, pero mofándose de los convencionalismos de la biografía literaria de la época, Preciado se mofa también de los convencionalismos cinematográficos. El espacio, el tiempo, la mirada a cámara, el uso del vestuario y el maquillaje. La ruptura entre lo real y lo construido, si es que existe alguna diferencia entre ello, emerge en cada plano de esta película política que tiene hasta un recuerdo para el fallecido Godard. No es el único homenaje, también se le honra con un estilo audaz que compone imágenes con una gran carga metafórica y simbólica, además de tener mucho humor, algo que también gustaba al director de La Chinoise.
La identidad como ficción, el género como constructo y el poder de la industria médica y farmacéutica como control de los cuerpos. Idea que el filósofo ha desarrollado en sus libros y que toma de uno de sus maestros Michael Foucault. Brillante esa forma de contar el paso por el quirófano, "operando" a un ejemplar de Orlando, cambiando las ilustraciones de la obra por las fotos de los nuevos Orlandos, incluyo del propio Paul Preciado en su infancia. Y brillante también su manera de señalar a los estamentos que aún hoy continúan negando eso de "no soy hombre, no soy mujer, soy Orlando". Por supuesto, son el Estado, la Iglesia, las farmacéuticas y Freud y Lacan.
Si Virginia Woolf ponía a su personaje a confrontar con la reina Isabel I, Preciado pone a los suyos frente al sistema médico. Por momentos, la película es un relato de terror al escuchar las barbaridades que el estamento médico ha dicho sobre aquellos cuerpos que solo buscan existir y ser leídos de otra manera. La psiquiatría inventa la disforia en el siglo XX y es a partir de los años 70 cuando se utiliza para hablar de las personas que antes se caracterizaban como transexuales o transgénero. Si la Woolf tenía a sus tres diosas que guiaban al personaje, Preciado también las tiene, tres drags que aportan las hormonas necesarias para que el Orlando siga su camino. "Mi cambio fue parte de una mutación planetaria", dice Preciado, idea que reforzaba en su último ensayo, más optimista que nunca, pues cree que los disfóricos del mundo están muy cerca de unirse y hacer la revolución.
Para Preciado es importante el activismo y la resistencia a través de la cultura. Por eso trabaja en el Museo Pompidou, por eso realiza piezas teatrales, como la que presentó hace meses en Madrid, en Conde Duque, y por eso se ha lanzado a dirigir una película, que es un fantástico ensayo artístico y político, divertido y esperanzador. También porque en ella es posible lo que en la sociedad todavía no lo es. La abolición de los géneros, gracias a una justicia, representada por Virginie Despentes que entiende por fin que el DNI y el pasaporte son ficciones. "Por los poderes que me han confiado Virginia Wolf y la literatura, otorgo la ciudadanía y la no binaridad".
Una de las ideas más bonitas y emocionante es que Olando también son los niños y niñas trans y no binarios que hoy nacen en un mundo un poco más justo y más alegre. Hay una Ley Trans, quizá todavía queden cosas fuera, pero esa ley se parece más a la justicia que trata de impartir con una sonrisa Despentes entre los Orlandos que a la del Consejo del Poder Judicial.
Decía preciado en la SER hace unos meses que hay que inventar otro lenguaje. Es precisamente lo que cumple en su primer filme. Usar el lenguaje cinematográfico como un lenguaje revolucionario, que hizo Godard, y lo que Preciado ha hecho en el teatro y también en la moda, un cambio de representación y de mirada que fue clave para que el filósofo dijera que sí, hace un par de años, a un proyecto de Gucci con el director Gus van Sant. Era una especie de película con personas trans que pagaba la marca. "Parte de la revolución tiene que ver en esto, lo binario está también en no darnos cuenta que las divisiones entre las artes, la política o e teatro son concepciones binarias. El pensamiento es corporal, el teatro es una forma de inteligencia política y era una forma de romper, siguiendo la idea de la nouvelle vaque, pero menos blanco patriarcal, de que cualquiera puede hacer una película". Un lenguaje cinematográfico que sigue además aquello que señalaba Edward Said, de que hay colectivos que nunca han podido contarse ellos mismos, sino que han sido contados.

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...




