El trauma de los refugiados ucranianos en España: "Me siento culpable por vivir en un lugar seguro"
Olena vive con sus hijos en España y tiene la sensación de no estar viviendo su propia vida. La SER desplaza un equipo de enviados especiales para contar cómo está el país un año después de la invasión rusa
Entrevista a Olena Bratel
Un equipo de 'Hoy por hoy', dirigido por Àngels Barceló, ha comenzado este miércoles un periplo por Ucrania cuando se cumple un año de la guerra que culminará el viernes en Kiev. Esta mañana han estado en Lviv, en la estación de tren desde la que huían cientos de personas. Hace poco menos de un año este era el sonido de la ciudad, de su estación de tren, de su alcalde pidiendo ayuda y de la gente que caminaba durante kilómetros a pie para salir del país. Son hasta ocho millones los refugiados registrados desde hace un año. Más que una cifra son rutinas rotas, familias separadas, carreras profesionales congeladas e infancias alteradas. Ocho millones de personas salieron de sus casas y dejaron aparcada su vida para algún día volver a conducirla.
Olena Bratel es de Kiev. Cruzó por Lviv en autobús hace casi un año con sus dos hijos y en la frontera con Polonia les recogieron. En el 2000 vino como monitora con una asociación pequeña de acogida que ahora le ha ayudado a instalarse en España, en Madrid. "Recuerdo que la primera noche de la guerra la pasé con mis hijos en el sótano de la escuela donde trabajaba. A la mañana siguiente mi marido me dijo que teníamos que salir y fuimos al pueblo con mis suegros hacia el norte. Fuimos de un lugar peligroso a otro aún más peligroso. Tardamos días en salir de allí. Salí de Ucrania el 8 de marzo", explica.
Bratel no puede pensar en comenzar una nueva vida en España cuando todo está en Ucrania: "Cuando comenzó la guerra me comía el sentimiento de la culpa. Estábamos ahí, encima de los sacos de patatas y con un terrible bombardeo. Pensaba que yo ya había vivido y que tenía que hacer algo por mis hijos. Cuando vinimos a España ni me atrevía a pensar que podía seguir con la vida, veía a mi país destrozado, es imposible hacer planes. Menos mal que puedo seguir con mi trabajo de forma telemática, pero en mi vida normal no puedo hacer nada más". Olena tiene la sensación de no estar viviendo su propia vida.
Bohdan Chuma y Oleksander Pronkevich, profesores universitarios ucranianos, recuerdan el inicio del conflicto
"Esto lo estoy haciendo por mis hijos. Para que tengan una infancia sin aviso de bombardeos y ahora he aparcado mi vida un poco, que no es tan importante como la de mis hijos", explica. Olena habla con su marido a menudo, pero durante poco tiempo. "Hablamos de la rutina, pero no de cosas más serias ni de futuro. Con los amigos no hablo mucho. Los que estamos fuera del país me parece que estamos casi congelados un poco y viviendo la vida a medias. Y con los que están en Ucrania ahora, me siento bastante culpable de no poder compartir sus experiencias. Yo ahora estoy en un lugar seguro, así que, ¿qué les voy a contar? He dejado casi de hablar con la gente", asegura.
"Antes de la guerra yo tenía una familia unida y podía garantizar el futuro de mis hijos. Ahora al mayor, de 12 años, le cuesta mucho adaptarse. No sabe el idioma. Y aún no tiene amigos y echa de menos a los suyos de Ucrania. Mi hija de seis años está mejor y ya tiene amiga", confiesa Olena, que ve su futuro en Ucrania a pesar de las dificultades. Lviv fue una de las paradas que hizo mientras huían del país.
Àngels Barceló ha conversado también con Bohdan Chuma, profesor de la Universidad Católica de Lviv, ciudad en la que nació. "Hace un año, dos días antes de que empezara la guerra, la situación era normal, con la gente alegre y hablando de sus planes. Esos días había amenaza de guerra, pero creíamos que no iba a pasar. No sabíamos que la vida iba a cambiar tan radicalmente", afirma.
"La ciudad intenta recuperarse, la gente se está acostumbrando a la nueva situación y estamos al oeste por lo que no estamos cerca del frente. Hay una gran cantidad de gente que prefiere no darse cuenta de que estamos en guerra. Pero, no se puede huir de la guerra. Suenan las alarmas antiaéreas y sabes de familiares en otras zonas del país. Seguro que la guerra se va a acabar con nuestra victoria", explica Chuma.
Oleksander Pronkevich es catedrático de Literatura española y presidente de la la Asociación de Hispanistas de Ucrania. Dejó atrás las que ha sido su casa durante más de 30 años, Mikolaiv, y fue acogido por Bohdan Chuma. "Pienso salir de Ucrania y ya sé que iré a Murcia a dar clase", explica. Esta semana Pronkevich cumple 60 años, edad en la que puede abandonar Ucrania.
"Mi vida es dar clase, me distrae mucho de la guerra. Lo necesito. Llegué a Lviv tras pasar 12 días en Mikolaiv y no comprendíamos que vivimos los días más peligrosos. Llegamos aquí en coche y fue una experiencia muy dura. Muchos huíamos", explica.
"Es más salir de un lugar sabiendo que te esperan en algún sitio. En una situación tan difícil tener amigos y conocidos es fundamental", cuenta.
A pesar de todas las dificultades, la universidad está funcionando con la mayor normalidad posible. "Hay aulas en los sótanos en caso de que fuera necesario. Hemos recuperados las clases presenciales, que son muy distintas de las de en línea", cuenta Chuma. Pronkevich explica que el edificio de la universidad de Mikolaiv ha sufrido numerosos daños por los ataques rusos, aunque intentan recuperar "por todos los medios" las clases y la normalidad para "que no se pierda una generación".
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