Hace justo un año que las tropas rusas invadieron territorio ucraniano. Comenzaba así una guerra que ha cambiado las reglas de la geopolítica mundial y cuyo fin aún no se vislumbra. La SER lleva toda la semana realizando una cobertura especial del aniversario de la guerra con Àngels Barceló al frente del equipo desplazado a ciudades como Kiev, Bucha o Irpin. En una entrevista, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que también ha visitado Ucrania, ha explicado que ve al país mucho «más confiado de sus posibilidades». «He visto a un presidente Zelenski mucho más curtido, con ideas claras de cuál debe ser no solamente el momento de la lucha frente al agresor», ha explicado Sánchez. Desde la plaza Maidan en Kiev, conocemos algunas de las historias que se viven en la ciudad. Olga no quiso abandonar la capital a pesar de que le ofrecieron evacuarla. «Pensé que tenía que quedarme, hacer otra forma de resistencia no necesariamente con un arma en la mano. En tiempos difíciles tienes que estar», rememora. Recuerda Olga cómo el pánico mandaba aquel día hace ahora justo un año: «Fue una mañana de angustiam de mucho pánico. Cuando empieza una guerra nadie sabe qué va a pasar. He visto cosas que nunca pensé que vería como personas heridas saliendo de las llamas o morgues y esto te impacta». Tanto que es muy conciente de las huellas que está dejando esas vivencias: «De ser una persona de la vida me pasé a ser una persona muy sufrida por el sufrimiento de los demás. Sabiendo lo que está pasando en Bucha, a 15 km de tu casa. Es muy desgastante. Emocionlamnete muchos ucranianos nos hemos desgastado. pero estamos dispuestos a seguir y a ganar», cuenta. La familia Serguey también se ha quedado en Ucrania. Su hijo nació seis meses antes del comienzo de la guerra. Se trasladaron a una zona rural, lejos de Kiev, pero las dificultades para encontrar víveres era enorme. «El bebé necesitaba comida, agua y medicamentos. No había de nada, solo agua. Tenía que viajar 200 kilómetros para comprar comida y así de un lado para otro todo el tiempo. Lo más importante es protegerlo. Quiero pensar que cuando pueda entender lo que está pasando, la guerra ya habrá acabado». «Tengo la sensación de tener la vida parada porque no puedes hacer las cosas que hacías antes como ir al cine o al teatro, pasear por el parque tranquilo porque hay bombas y avisos. La vida está un poco congelada. Eso en Kiev porque en otras zonas de Ucrania es otra vida y hay que saber eso también», cuenta Serguey, que ha popido mantener el trabajo en la agricultura. «No importa viento, tormenta o guerrra. Hay que sembrar porque vamos a tener que comer», explica. Serguey tiene una ilusión: poder ir con su hijo a Santander, el lugar donde él aprendió a hablar español. Olga cambia la frase de «cuando acabe la guerra» por la de «cuando ganemos la guerra». Julia y Alexander son una pareja que tampoco han abandonado Kiev. «Me parece que el tiempo se estancó. Pero, por otro lado han pasado tantas cosas que al final esto es una paradoja»; explica Julia. «No queremos abandonar el país por el delirio de un loco agresor. Claro que temo que llamen a las filas a mi hijo, él decidirá, lo importante es que esté en paz consigo mismo», cuenta Julia, que afirma que la única manera de que acabe la guerra es que Ucrania la gane. «No hay otra alternativa. Todo el mundo entiende que lo que quiere Putin es que Ucrania desaparezca», concluye. La ayuda humanitaria intenta estar presente allí donde es necesaria; en las catástrofes, los conflictos, las crisis. Jesús Serrano es Jefe de Comunicación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Ucrania «Es difícil hacer nuestro trabajo en esta guerra. Sí estamos presente en el Donbás, la situación es dramática y las necesidades son inconmensurables. Tratamos de cubrir las necesitades de las personas más vulnerables», cuenta. Jaime Nadal, representante en Ucrania de la UNFPA (ONU) ha explicado en este programa especial que la situación humanitaria es muy grave en las zonas ocupadas. «Queremos que sea una prioridad para que lo pueda gestionar la diplomacia», pide. Adla es otra de las protagonistas de este programa especial. Está jubilada aunque ha vuelto a trabajar como profesora de español. Vive en un pequeño apartamento en Kiev. «Al oir esos sonidos hace año año comprendí que había comenzado la guerra completa. Tuve mucha preocupación no por mí, si no por mi familia». Su hija y de su nieta de 3 años salieron de la capital. Nadia estaba visitando a sus padres en Terrassa (Barcelona) cuando comenzó la guerra, pero decidió volver a Ucrania en lugar de quedarse. «La vida normal no se siente como normal. Es más una ilusión. Siempre estás alerta por si tienes que ir al refugio. Intenté hacer vida normal, pero es muy difícil con los bombardeos masivos y los apagones», explica. «Solo hago planes a dos semanas vista», explica Nadia, que tiene amigos que han muerto en el frente de guerra. Hacen todo lo que pueden para ayudar al Ejército. Con sus amigos siempre hablan de la guerra: «Intentamos hacer lo posible para conseguir la victoria». Pablo es diseñador gráfico. Mexicano, vive en Ucrania desde 2011 y ha formado una familia. Tiene una hiha de dos años. Del comienzo de la guerra le avisó su gato a las cuatro de la madrugada por las alertas. «Al principio era un completo descontrol. Sonaban las alarmas y no sabías qué tenías que hacer. Ahora al menos sabemos más como actuar», explica. «El ucraniano sabe que está luchando por la supervivencia del país. Mi vida ha cambiado radicalmente. Planear es imposible. Mi hija va al colegio. Nada es seguro, pero hay ciertas rutinas que dan esa seguridad. Cogen a los niños cuando suena la alarla», cuenta Pablo, que cree que ya es una victoria poder llevar la vida que están llevando gracias además a la tecnología.