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Opinión

A cada cual, su marzo y sus regalos de la vida

Marzo me inunda de ganas. ¿Qué me falta? Aquí un ruego: señora Batet, haga coincidir el 'Emotición' Vox con mi cumpleaños

A cada cual, su marzo y sus regalos de la vida

Madrid

Ni la pandemia, ni la invasión, ni los trágicos y bochornosos naufragios de migrantes, ni los más llorones de nuestros augures; ni los más desinformados de nuestros pacifistas de diseño evasé y con lengua de campana; no siquiera lo que está sucediendo en demasiados lugares. Nada. Nada, os digo que nada, ni tan solo Nada, de Carmen Laforet, que deprime un montón.

Nada. Ni que me parta un rayo podrá convencerme de que marzo no es un mes muy hermoso. Marzo de Marte, cierto, dios de la guerra, pero antes fue protector de los campos, como bien explica mi imprescindible podcast Roma Aeterna.

Marzo me inunda de ganas, porque en marzo nací, en esta posguerra y durante aquella Segunda Guerra Mundial. En marzo nací y, de aquí a entonces, ochenta veces marzo. Entre los bienes y con los horrores.

Lo que quiero deciros es que a cada cual, su marzo, o lo que sea, y sus regalos de la vida. Éste, para mí, se presenta bien. He perdido la fobia a viajar gracias a un duende de la tele. Y ha reaparecido en mi horizonte, después de muchos años, una muy amada amiga chilena que, además, se llama Marcia, y que me ha mandado fotos de su océano, muy lejano y al que volveré, para aspirarlo a fondo, si antes no me parte el rayo.

¿Qué me falta?, os preguntaréis. Pues sí, desde aquí, un ruego:

Señora Batet, haga coincidir el Emotición Vox (el del vómito verde) con mi cumpleaños.

Y gracias, en general.

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