El viaje del agua no tiene precio
Abrir un grifo. Que salga agua de buena calidad e incluso con buen sabor. Un gesto sencillo, al que en millones de hogares de España estamos acostumbrados. Sin embargo, ese sencillo gesto implica un proceso complejo del que no siempre somos conscientes, y por el que en España no pagamos lo suficiente según la asociación de referencia en el sector del agua urbana.
El viaje del agua hasta llegar al vaso
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Madrid
España es uno de los países de la Unión Europea que más agua corriente consume: 133 litros por habitante y día según el INE, aunque la cifra se dispara a los 265 litros si tenemos en cuenta los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente. La mayor parte de ese consumo se nos va en el aseo diario (duchas, lavado de dientes, afeitados…), en descargar de cisterna, en cocinar, en poner lavadoras y lavavajillas, en regar las plantas... y también, claro, en beber. El viaje del agua desde su lugar de origen hasta los grifos de nuestras casas pasa por tres etapas: captación, potabilización y distribución; y más allá de nuestras casas continúa después por la de saneamiento. Hemos acompañado al agua en ese viaje desde su origen.
“El lugar es espectacular, en plena Sierra de Guadarrama”, nos comenta Emilio Arenas, que es el responsable de operación de la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) de Navacerrada (Madrid), dependiente del Canal de Isabel II. “En esta fase con el agua del embalse no es necesario hacer nada, hace años sí se le podía añadir algún reactivo para las algas, pero ya no, simplemente se almacena antes de su tratamiento en la estación”.
El experto advierte de que en este punto el agua no se considera estrictamente apta para el consumo, por más que estemos en plena naturaleza: “Muchas veces está contaminada por los excrementos de los animales, aunque te diré que yo soy ciclista de montaña de toda la vida y llevo toda la vida bebiendo de las fuentes naturales que hay en la sierra de Guadarrama”. Hecha la aclaración, seguimos viaje. Siguiente etapa: la potabilización.
Este proceso es el más complejo: preoxidación, decantación, gestión de fangos, filtración… La idea de fondo es añadir reactivos en diferentes momentos para garantizar la calidad del agua destinado al consumo humano. Hablamos de cloro, dióxido de cloro, ozono… pero también de aire ("un poderoso oxidante que nos servirá para eliminar algunos olores"), de cal ("al fin y al cabo es una sal y nos va a servir para regular el PH") o de carbono activo, lo que hará que un momento del proceso el agua que finalmente aparecerá en nuestros grifos sea completamente negra ("el carbono activo tiene una porosidad enorme y eso permite que las moléculas impuras que arrastra el agua se quedan atascadas en su superficie y podamos eliminarlas").
En todo momento desde la sala de control de la estación se monitoriza la calidad del agua a la salida de cada una de las fases. "Contamos con equipos para analizar el agua bruta, tal como llega; el agua antes de la decantación; después de la decantación; después de la filtración y a la salida de la planta. Si tuviera que elegir un momento crítico sería el de la decantación, siempre hay que tomar las decisiones correctas para que ese proceso funcione a la perfección".
La actividad es continua, 24 horas al día y siete días a la semana, y si se cumplen todos los criterios de calidad, el agua termina en un depósito desde el que se introduce en la red de distribución. Siguiente etapa: el grifo de nuestras casas, pero el viaje no termina ahí. Después del grifo está el desagüe del lavabo, de la pila de la cocina, de la lavadora, del inodoro… Entramos en la fase de saneamiento. "Hay unas acometidas, unas redes muy complejas que funcionan en general por gravedad, con unas pendientes y unas condiciones adecuadas para que el agua discurra por ahí, en las que normalmente van juntas el agua residual y el agua de lluvia", nos explica Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamientos (AEAS).
A continuación el agua llega a las estaciones depuradoras donde el agua recibe un tratamiento para separar residuos, que pueden ser reutilizados como fertilizantes, por ejemplo. El agua resultante puede terminar en el mar o ser también reutilizada en el riego de jardines o campos de golf. Esta agua no regresa al grifo de nuestras casas, por lo menos en España: "En la legislación española eso no está permitido, pero eso no quiere decir que no haya experiencias de reutilización directa hacia el consumo humano, las hay en países que tienen graves problemas de cantidad de agua".
Con toda la complejidad de este proceso en mente, desde AEAS llevan años advirtiendo de que en España el agua sale demasiado barata. "Pagamos por el agua el 73% de lo que paga un europeo medio, tenemos mucho recorrido para igualarnos. Por el contrario estamos pagando por encima de 125 % en telefonía y en energía", lamenta Morcillo antes de advertir de que si no se invierte más en las redes de distribución y saneamiento cada vez veremos más averías y problemas en las tuberías: "La gente da por hecho que esto entra en el pack de los impuestos y que se resuelve solo; el ciudadano medio no se da cuenta de que hay muchísima infraestructura pública que hay que mantener, y que además en Europa nos están poniendo los listones de calidad cada vez más altos”.
Rafa Panadero
Ha desarrollado casi toda su carrera profesional en la Cadena SER, a la que se incorporó en 2002 tras...