A vivir que son dos díasA Vivir a las 10
Internacional

Maria Ressa: "La desinformación es como la cocaína. Si la tomas una o dos veces, no hay problema. Pero si la tomas todo el tiempo, cambia a las personas. Y llevamos tomándola desde 2014"

La premio Nobel de la Paz en 2021 publica ‘Cómo luchar contra un dictador’ (Editorial Península), donde reflexiona sobre la toxicidad del ecosistema informativo que ha sufrido en primera persona: “Creo que el objetivo era simplemente golpearte hasta silenciarte. Y cuando te deshumanizan, te acercas más a la violencia”

Maria Ressa: "La desinformación es como la cocaína. Si la tomas una o dos veces, no hay problema. Pero si la tomas todo el tiempo, cambia a las personas. Y llevamos tomándola desde 2014"

Maria Ressa: "La desinformación es como la cocaína. Si la tomas una o dos veces, no hay problema. Pero si la tomas todo el tiempo, cambia a las personas. Y llevamos tomándola desde 2014"

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Madrid

La periodista Maria Ressa, directora y fundadora de Rappler, el principal medio digital de Filipinas está de visita en Madrid con motivo de la publicación de su libro, Cómo luchar contra un dictador (Editorial Península). Durante su carrera ha trabajado en los medios de comunicación más seguidos de Filipinas, donde ha publicado las manipulaciones del Gobierno de su país, sobre la guerra contra las drogas del presidente Duterte y sobre cómo se pervierte el uso de las redes para propagar la desinformación. En 2021, recibió el Premio Nobel de la Paz. Hoy es uno de los referentes mundiales de la libertad de expresión, por lo que se enfrenta a pasar el resto de su vida en la cárcel. Durante su paso por Madrid ha conversado con Javier del Pino y Judit Carrera, directora del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, para el programa A vivir que son dos días de la Cadena SER.

J.D.P. Usted ha publicado una serie de investigaciones sobre cómo las redes usan técnicas de desinformación para aumentar sus beneficios y para propagar mentiras, que otros aprovechan para generar división y suscitar el odio entre ciudadanos.

Usted misma ha llegado a ser el centro de la diana de muchas de esas campañas de acoso y de difamación, a pesar de tener en su haber una distinción tan prestigiosa como el Premio Nobel de la Paz. ¿Qué le mueve a seguir aguantando? ¿No ha pensado en decir alguna vez "me rindo" o incluso dejar su país?

M.R. Dios mío, no. La evidencia nos mueve, ¿verdad? Ahora ya podemos ver todo más claro, cuando eres el objetivo de ataques, consigues verlo todo. Y cuando eso me pasó a mí, decidimos enfrentarnos recopilando datos y analizándolos para así tener una postura basada en la evidencia y poder ver lo que estaba sucediendo realmente. Y sorprendentemente, me di cuenta de era algo que ocurría, no sólo en Filipinas, no sólo contra mí, sino en todas partes del mundo donde operaban estas plataformas tecnológicas. Así que creo que parte de lo que nos mantiene en pie, en Rappler, es este reconocimiento de que este es un punto crítico, no sólo para los periodistas. Ya sabes, nos encontramos en un punto existencial. Nuestro modelo de negocio está muerto, nuestra credibilidad está amenazada. Y la segunda parte de esto es, realmente, ¿para qué estamos en primera línea? Para la democracia. Este es un punto existencial para la democracia.

J.D.P. Tiene que haber algún punto de inflexión en la vida de alguien como usted que por regresar a su país puede acabar el resto de su vida en la cárcel. ¿No ha pensado nunca en hacer lo que está haciendo desde fuera de Filipinas?

M.R. Qué traición sería eso para mi equipo, para los periodistas de las Filipinas que siguen luchando por los hechos. Al utilizar los hechos, hago que no sea personal. No es personal. Sabes, este es mi 37º año como periodista, y nunca había sido tan duro. Nunca habíamos vivido algo así. Y creo que cuando reconoces eso, cuando te conviertes en el blanco del ataque y los ataques provienen de Internet, cuando la ley se convierte en un arma, entonces estás en una posición única. Y creo que una de las cosas que quería hacer era asegurarme de no forzar ese punto de inflexión hacia la otra dirección. No voy a permitir que otros pierdan la esperanza. Es el momento de defender nuestros valores, nuestros principios y la misión del periodismo.

J.D.P. Desde que la empezaron a perseguir su vida ha cambiado mucho y ha tenido que reforzar su seguridad. Creo que ha llegado a tener siempre una maleta con todo lo necesario preparado por si es detenida, van a por usted, y acaba en la cárcel. ¿Cómo se siente cuando sale de su país, está ahora mismo en España, y puede bajar un poco la guardia?

M.R. Muchas cosas han cambiado desde el pasado enero. Me da la sensación de que es el principio del fin. Antes de eso, todo eran arenas movedizas. Yo sólo podía confiar en que hacer lo correcto era lo correcto. Y creo que eso es lo que se nos ha demostrado a mí y a Rappler; que el silencio es complicidad y que, bueno, nosotros no elegimos convertirnos en el objetivo de la administración. Pero cuando fuimos tomados como objetivo, nos mantuvimos fuertes. Nos mantuvimos firmes, esa es la frase que empleo.

Creo por otra parte, que lo personal es político. Lo político es personal. Y a menudo, como periodistas, nos alejamos de eso. Y una de las cosas que esto me ha obligado a hacer es encontrar mi voz, de una manera real, no para una posición política, sino para mostrar cómo la evidencia, cómo esta nueva tecnología ha robado literalmente el significado al ecosistema de la información, cómo ha corrompido nuestro ecosistema de la información, y eso ha llevado a fallos en cascada en toda la trayectoria. El error fundamental es que las mentiras se propagan más en las redes sociales que los hechos. Esto es un estudio del MIT de 2018. Cuando las mentiras ganan a los hechos, todo se pone patas arriba.

J.C. En su discurso de recepción del Premio Nobel afirmaba que lo que acontece en las redes no se queda nunca en las redes sociales sino que la violencia que se produce en el mundo virtual muy a menudo se convierte en violencia en el mundo real. ¿Es realmente siempre así?

M.R. La evidencia y la experiencia nos lo han demostrado. Y la violencia en Internet, especialmente si nos fijamos en la desinformación de género contra las mujeres periodistas, las mujeres políticas, las mujeres investigadoras… Estas operaciones de información que cogen la libertad de expresión y la utilizan literalmente para machacar a estas mujeres hasta silenciarlas. Es algo que hemos vivido en Filipinas. Es una de las razones por las que las periodistas de todo el mundo, las más jóvenes, están optando por no ejercer. Al igual que las mujeres políticas.

En cuanto a la violencia en Internet, podemos fijarnos en el caso de Daphne Caruana Galizia, de Malta. Ella sufrió estos incidentes y, de nuevo, se trataba de ataques desde la base, a través de las redes sociales. Y en las redes sociales, hay mucha deshumanización, ya sabes, ponían su cabeza sobre animales y tal. Lo mismo me han hecho a mí. Y como sabrás, ella murió asesinada con un coche bomba. Sus hijos me dijeron una vez que vieron algunos de los ataques contra mí, como por ejemplo cuando ponían mi cabeza sobre un escroto humano. Ellos no pudieron encontrar nada que demostrara que yo era corrupta, tengo un largo historial como periodista. Pero tengo la piel seca. Así que eso es lo que empezaron a usar como arma contra mí. Creo que el objetivo aquí era simplemente golpearte hasta silenciarte. Y cuando te deshumanizan, eso te acerca más a la violencia. Pero mira, olvidemos por un momento a los periodistas, los políticos y a los investigadores y vamos al 6 de enero de 2021 en Estados Unidos, al 8 de enero de este año en Brasil. Lo que vemos son mentiras exponenciales, la militarización de los medios sociales incitando a la violencia. Eso está, por diseño, integrado en las plataformas de medios sociales: mentiras mezcladas con ira y odio. El uso del "nosotros contra ellos" se extiende más rápido y más lejos. Y podemos ver cómo los llamamientos que incitan al odio y a la violencia se convierten en violencia en el mundo real.

J.D.P. La pregunta que le voy a hacer también ha surgido en la comisión que investiga lo que ocurrió en Washington D.C. el 6 de enero de 2021. Hemos cedido el control del ágora pública a empresas privadas que son conscientes, usted se lo ha advertido, de lo que ocurre en sus plataformas pero están más centradas en generar beneficios económicos. ¿Cómo conseguimos que las empresas privadas que son las que controlan ese discurso manipulado y conspirador rindan cuentas?

M.R. Haciéndoles responsables por ley. Algo muy sencillo que pedí en la conferencia del Nobel es reformar o revocar la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones de 1996. Esta ley se puso en marcha antes de la era de la mentira exponencial o, a la manera rusa, la manguera de fuego de la falsedad. Si eliminásemos eso, les haríamos responsables del impacto de las mentiras que difunden. La vigilancia con fines lucrativos no puede ser su único objetivo. Ahora mismo, el problema de nuestro ecosistema de información para el público es que no hay guardianes. La libertad de expresión a toda costa se llama “La Torre de Babel”. Sabes, había un motivo por el que las organizaciones informativas, por la que los periodistas eran los guardianes. Éramos legalmente responsables. En el momento en que responsabilicemos a la tecnología, las plataformas tecnológicas se encargarán de limpiarlo rápidamente.

Pero mientras tanto, en el libro hablo sobre los plazos. A largo plazo, se trata de la educación, porque tenemos que entender la manipulación insidiosa que esta tecnología permite. Tenemos que entender que los algoritmos no son más que opiniones en código. Replicadas un millón de veces por una máquina. A medio plazo se trata de la legislación. Por eso necesitamos poner en marcha las leyes adecuadas, ahora mismo. Existen leyes para nuestros edificios. Hay códigos de construcción. Por eso sabes que un edificio no se derrumbará a tu alrededor. Hay leyes para las empresas farmacéuticas. No pueden salir sin más a la plaza pública y repartir medicamentos a todo el mundo. Y luego decir, aquí tenéis el fármaco A y aquí está el fármaco B: "Oh, los del fármaco A han muerto. Oh, vaya, cuánto lo siento". Eso es esencialmente lo que está sucediendo con las redes sociales, que tienen un impacto directo. Un impacto que va directo a nuestro sistema nervioso, a nuestras emociones, cambiando la forma en que pensamos y en última instancia la forma en que actuamos. A corto plazo somos nosotros. Somos nosotros reconociendo que esta insidiosa manipulación está incrustada en nuestro ecosistema de información. A corto plazo, necesitamos un enfoque que englobe a toda la sociedad y que reúna a periodistas, sociedad civil, organizaciones informativas trabajando conjuntamente con académicos y abogados para garantizar que vayamos a redefinir lo que puede llegar a ser, lo que llegará a ser, el compromiso cívico en la era de las mentiras exponenciales.

J.C. En sus orígenes Internet parecía un instrumento al servicio de la libertad de expresión. ¿En qué momento dejó de ejercer este rol para convertirse en uno de los principales peligros para la democracia?

M.R. Alrededor de 2014. Todos veíamos las redes sociales como un facilitador de diferentes visiones. Y parte de eso fue debido a la Primavera Árabe. En 2014 fue cuando empezamos a ver los experimentos con las operaciones de información y los vimos a nivel mundial en Crimea. Ese es el comienzo de la desinformación rusa. Y luego vimos cómo se replicaba por todo el mundo, porque tenía éxito. Las fichas de dominó político, (permítanme añadir aquí que Ferdinand Marcos Jr, nuestro presidente de hoy, cuyo padre estuvo en el poder en Filipinas, fue un dictador durante casi 21 años y fue expulsado por la revuelta del poder popular en 1986 por robar 10.000 millones de dólares. Bueno, ellos empezaron con las operaciones de información en 2014 también, para transformar el nombre de Marcos, pasando de ser un cleptócrata al mejor líder que ha tenido Filipinas). Así que alrededor del 2014 comenzó la política de las operaciones de información, y la guerra de la información, en el caso del poder geopolítico.

En 2016, empezamos a ver cómo las fichas del dominó político comenzaban a caer. Comenzó en las Filipinas con la elección de Duterte. Alrededor de un mes más tarde tuvimos el Brexit y luego sucedieron todas las elecciones que condujeron a la elección de Trump en los Estados Unidos. Y las elecciones de Cataluña también, porque había bots rusos que estaban trabajando en una parte de eso. Así que la cuestión básica aquí es que a medida que las empresas tecnológicas se iban haciendo cada vez más codiciosas, comenzaron a usar algoritmos de manera más agresiva para hacer que tú siguieras haciendo scroll. Así que esto es una combinación de lo que llamamos “vigilancia con fines lucrativos”. Y para luchar contra eso, necesitamos diferentes cosas, que aún vemos de forma separada. Vamos a necesitar moderación de contenidos, vamos a necesitar seguridad para los usuarios, vas a necesitar principalmente protección de datos y antimonopolio. Todo esto tiene que ir de la mano y a día de hoy ninguna legislación ha conseguido reunir todas estas cosas. Suena muy complejo. Por eso yo eliminaría la Sección 230 ahora mismo, y luego las plataformas ya se ocuparán de sí mismas. ¿He respondido a tu pregunta?

J.D.P. Habla usted de 2014 y de las cosas que se han dicho de usted, bulos como: "que no es de Filipinas", "que pertenece a la CIA"... Allá por 2014 se decía que Barack Obama había nacido en Indonesia, y según una encuesta la mitad de los republicanos cuando se les preguntaba cuál es la religión de Barack Obama respondían musulmán, y esa mentira permanece. ¿Qué hacer ante un bulo cuando se extiende, es imposible de combatir?

M.R. Sí, absolutamente, así es: soy de la CIA y también comunista. También nací en Indonesia (cosa que no es cierta). Mira, las organizaciones de información, los jefes de los informativos siempre se reúnen y se preguntan ¿Cómo hacemos para restaurar la confianza? ¿Cómo podemos recuperar esa confianza? No está en nuestro poder. Esta es parte de la razón por la que los grupos de noticias hemos perdido nuestro poder. Es casi como una cola vestigial. Ya no lo tenemos. Por eso debemos responsabilizar a los nuevos guardianes. Necesitamos hacer reportajes que expongan estas cosas. Porque piénsalo así, al hacer que las mentiras se propaguen más rápido que los hechos, ¿conoces Stranger Things, la serie de Netflix? nos hemos trasladado al mundo del revés y todo es asqueroso, corrupto, engañosamente familiar, pero nada funciona y el mal abunda, ¿verdad? Entonces, cuando estamos en ese mundo del revés, todos los valores están corrompidos. ¿Cómo lo arreglamos? ¿Cómo arreglamos las mentiras?

Ahora mismo no me queda más remedio que aceptarlo. No respondo a todo en las redes sociales; yo solía recibir 90 mensajes de odio por hora, no al día, cada hora. Si respondiera, no haría nada más. No haría mi trabajo. Creo que lo único que hicimos fue, a pesar de los ataques en las redes sociales y del uso de la ley como si fuese un arma, esa espada de Damocles (ya que todas esas amenazas tienen como objetivo el impedirnos hacer nuestro trabajo), entonces nosotros decidimos que no íbamos a dejar de hacer nuestro trabajo. Íbamos a mostrar a todo el mundo lo que hacían los datos. Íbamos a educar a nuestra audiencia. Empecé a fijarme en cómo las noticias, y los periodistas, ¿cómo íbamos a sobrevivir en este período? Y es que nuestro modelo de negocio está muerto. No se puede comparar la publicidad de los medios de comunicación del viejo mundo con el “micro-targeting”, de las grandes tecnológicas. Nos clonan, a cada uno de nosotros, a cada uno de los usuarios, usando el aprendizaje automático. Y luego dicen que como han utilizado el aprendizaje automático, son los dueños de tu clon. Y eso se utiliza para coger tu momento más débil, venderlo al mejor postor y así es como eres insidiosamente manipulado. Esto no debería pasar. (Perdón) La respuesta rápida a tu pregunta es que necesitamos legislación, necesitamos responsabilidad. Necesitamos acabar con la impunidad.

J.C. Usted defiende en su libro que el fascismo está ganando la partida en muchísimos países del mundo y a pesar de ello no pierde la fe en la humanidad. ¿Cómo podemos mantener esta mirada esperanzada sobre la condición humana y sobre el mundo en momentos tan inciertos como el actual?

M.R. Sí. Gracias, Judit, por esa pregunta. Porque lo que han hecho las redes sociales es priorizar lo peor de la naturaleza humana. El miedo, la ira, el odio, nosotros contra ellos, ¿verdad?

El "nosotros contra ellos" ha sido publicado en la ideología de estado por Viktor Orban como la “teoría del reemplazo blanco”. Es un a especie de "regreso al futuro" en el que todos estamos sumidos desde después de la Segunda Guerra Mundial. Debido a que las plataformas tecnológicas quieren retener tu atención, fomentan lo peor de la humanidad, la ira, el odio, y el miedo, cosas que te hacen seguir haciendo scroll en la pantalla y te enganchan. Casi eliminan la posibilidad. Algo que he visto en prácticamente cada caso en el que he trabajado, ya sea en una zona de conflicto o en un desastre, que es la bondad de la naturaleza humana. Cómo la gente, incluso cuando no tiene nada, te da su agua, ¿verdad? Así que creo que tenemos que recordarle a la gente que eso también existe, y que esto no es normal, que el odio se ha normalizado.

En el discurso del premio Nobel, lo llamé “lodo tóxico” y lo cierto es que está cambiando a la humanidad. Hay tres capas en las que nos afecta: primero está el efecto psicológico personal, lo vemos claro en el impacto sobre nuestros adolescentes de ahora, por ejemplo. Esta generación no puede dormir, tienen mayor incidencia de depresión, mayor incidencia de suicidio, mayor incidencia de trastornos alimentarios entre las jóvenes. Todo esto son estudios que ya se han hecho. La segunda capa es sociológica, cómo actuamos en grupos. ¿Cómo se forman las turbas? En el libro, hablo de turbas en Indonesia entre las que hay personas, individuos muy agradables, ¿verdad? De alguna manera, cuando nos juntamos en turbas, hacemos cosas que normalmente no haríamos.

Y la última parte es la más importante, algo sobre lo que no se ha escrito lo suficiente, que es el comportamiento humano emergente. A escala evolutiva, si vivimos en lodos tóxicos, vamos a priorizar, a desplazar nuestra evolución hacia la parte fea de nosotros mismos y destruiremos la buena. Hay que creer en lo bueno. Por eso somos periodistas, ¿no? Sabemos que podría ser mejor. Terminaré con esto: porqué tenemos que actuar ahora, y no después. Un ex presidente de la KGB, Yuri Andropov, dijo que la desinformación es como la cocaína. Si la tomas una o dos veces, no hay problema. Pero si la tomas todo el tiempo, te conviertes en un hombre cambiado. Nosotros llevamos tomándola todo este tiempo desde 2014. Estamos en 2023 y estamos cambiando como personas y tenemos que acabar con eso.

J.D.P. Estamos tan enganchados que muchos de los líderes autoritarios que están llevando a cabo esa regresión han sido elegidos democráticamente. De hecho, un responsable de Cambridge Analytica le confesó que en Filipinas utilizaron una campaña de manipulación política que después aplicaron en Estados Unidos. ¿Hay un modelo para estar alerta de cuando un país se está usando, o bien, como laboratorio de pruebas o cuando se está poniendo en práctica esa campaña de desinformación para intentar situar en el poder a alguien que no merece estar?

M.R. Si estás en una plataforma de redes sociales, estás siendo insidiosamente manipulado. Yo hablo de una batalla individual por los hechos, una batalla individual por la integridad, una batalla individual por la verdad. En el libro, te pregunto, ¿qué estás dispuesto a sacrificar por la verdad?

El mayor problema que tenemos es que no podemos distinguir los hechos de la ficción. Y esta corrupción en el ecosistema de la información tiene errores en cascada. Cambridge Analytica es una industria casera que creció a partir de mentiras, propagándose más rápido que los hechos, pero también lo es Team George. Si has leído la última serie, verás que hay un montón de cosas que han corrompido los viejos controles y equilibrios del mundo que solíamos tener, y va más allá del individuo, se extiende al poder geopolítico. Y la gente que gana es la gente que está dispuesta a mentir.

J.C. Tras finalizar sus estudios en EE.UU. creo que regresó a Filipinas con una beca para estudiar el papel del teatro en la transformación política. ¿Cree que el arte y la cultura en general pueden contribuir a combatir el miedo y a construir esta confianza necesaria para un futuro más esperanzador?

M.R. Lo es todo. La historia se puede cambiar a través del arte. Cuando volví a mi país por primera vez, me uní a un grupo de teatro en 1986 llamado “agitprop", era teatro que pretendía cambiar lo que la gente pensaba. Pequeños grupos de personas. Esto no es nada ahora comparado con el alcance exponencial de las redes sociales, pero una de las cosas que mostramos en la “Facts First PH Pyramyd” (La pirámide PH "los hechos importan”) es que la inspiración a menudo se propaga tan rápido como la ira. Y eso es enorme.

J.D.P. En las redes sociales tenemos que ejercer un control individual sobre la verdad, tenemos que ser nosotros los que ejerzamos como nuestro propio medio de comunicación; ser todos periodistas para intentar saber qué es verdad y qué es mentira. Y obviamente, no tenemos esa capacidad. Solíamos delegar esa misión en los medios convencionales a los que creíamos y confiábamos. Pero ese modelo de negocio como has dicho está muriendo. Me cuesta mucho ser optimista...

M.R. Sabes, la razón por la que soy optimista es precisamente porque creo que el bien ganará. ¿Verdad? Pero el bien no tendrá ninguna oportunidad si esta parte de nuestra humanidad, la parte del pensamiento lento, lo que permite que el periodismo y la democracia sucedan; no podrán florecer, mientras el modelo de negocio siga siendo el “Capitalismo de vigilancia”. En septiembre del año pasado, Dmitri Murátov y yo, junto con una docena de premios Nobel, publicamos un plan de acción de diez puntos. Es una especie de enfoque a nivel constitucional para tratar de manejar nuestro ecosistema de información. Y ahora les toca actuar a los gobiernos democráticos porque también están abdicando de la responsabilidad de protegernos en estas plataformas. ¿Verdad?

Entonces, tres puntos: El primero es detener la vigilancia con fines lucrativos. ¿Por cuánto dinero vale la pena destruir la democracia? ¿Por cuánto dinero merece la pena destruir la libre determinación? Acabemos con la vigilancia con fines lucrativos. El segundo es acabar con el sesgo codificado, porque dentro de esos algoritmos están integradas ciertas ideas. Esencialmente, que si eres mujer o LGBTQ, si estás marginado en el mundo físico, estarás aún más marginado en el mundo online. Y la tercera nos conecta con el periodismo como antídoto contra la tiranía. Estas plataformas tecnológicas pueden implementar pequeños cambios, como por ejemplo después de Trump, después de la violencia en el Capitolio, Facebook se asustó tanto que activó un botón. Se llama “calidad del Ecosistema de noticias”. Ellos esto ya lo tienen. Y lo que pasó es que una vez que activaron ese botón en favor de las noticias de calidad, de repente las organizaciones de noticias pasaron a ocupar los diez primeros puestos de los más difundidos. Cuando las organizaciones de noticias recuperan ese poder, todo el mundo se calma. Ahora bien, esta es la realidad: cuando la gente se calmó, Facebook ganó menos dinero. Así que pasadas unas semanas, Facebook volvió a permitir que las organizaciones de noticias de calidad bajaran. Esto no deberían depender del capricho de una compañía. De modo que esto es muy sencillo: si exigimos a estas empresas tecnológicas que se responsabilicen de lo que hacen, y no sólo les damos dinero, entonces podremos empezar a avanzar.

J.D.P. María le agradezco mucho esta conversación, y le deseo la mejor de las suertes en el futuro y en sus luchas. Un abrazo, y cuídese mucho.

M.R. Gracias. Gracias por recibirme.

Maria Ressa, periodista y Premio Nobel de la Paz 2021, durante una entrevista de &#039;A vivir&#039; en la terraza de la Cadena SER, en Madrid. (28/02/2023)

Maria Ressa, periodista y Premio Nobel de la Paz 2021, durante una entrevista de 'A vivir' en la terraza de la Cadena SER, en Madrid. (28/02/2023) / Toni Cuart

(Dirección y presentación: Javier del Pino y Judit Carrera. / Guión y producción: Toni Cuart. / Realización técnica: Carlos Higueras. / Traducción: Nieves Lázaro. / Doblaje: Eva Cruz).

Toni Cuart

Toni Cuart

Es productor y guionista de 'A vivir que son dos días' desde 2021. También produce Lo Normal Podcast....

 
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