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Opinión

Huérfanos en adopción

En esta recta final, ante un contexto electoral reñido, las personas que no declaran su voto cobran gran importancia

Madrid

A pocos meses de las elecciones generales, que cerrarán una de las legislaturas más complicadas de la historia de nuestra democracia, con una sucesión de acontecimientos dramáticos -la pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación-, las perspectivas electorales son aún inciertas.

En estos tres años, el voto al bloque de la derecha y de la izquierda se ha movido poco (siempre dentro de los márgenes de error): según la encuesta de 40dB. para El País y Cadena SER que se presenta hoy (recordemos de nuevo que el acceso a los microdatos es libre y gratuito), los partidos progresistas de ámbito nacional (PSOE, Unidas Podemos y Más País) habrían perdido algo más de un punto porcentual de voto, mientras que los partidos conservadores habrían ganado poco más de dos (PP, Vox y Ciudadanos).

En esta recta final, ante un contexto electoral reñido, las personas que no declaran su voto cobran gran importancia. Por supuesto, no alcanzan la relevancia que tuvieron en aquellos años en los que el bipartidismo empezó a dar los primeros síntomas de desmoronamiento, disparándose el número de lo que entonces denominé ‘huérfanos políticos’ (indecisos, abstencionistas potenciales, más los entrevistados que se refugiaban en las categorías de voto nulo, voto en blanco o ‘prefiero no contestar’). En aquellos años, este grupo llegó a representar cerca del 60% del electorado (en concreto, según datos del CIS, en enero de 2014, el 56,4%).

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En la actualidad, los huérfanos políticos suman poco más de una cuarta parte de los ciudadanos con derecho a voto, una cifra similar a las que se registraba antes de la crisis del bipartidismo y lo esperable en períodos de relativa normalidad política. A pesar de que la confianza en los partidos continua siendo muy baja, es posible que la aparición de nuevas fuerzas políticas (Ciudadanos, Vox, Unidas Podemos, Más País, entre otros) haya contribuido a reducir la bolsa de huérfanos a su nivel anterior a la Gran Recesión iniciada en 2008. En cualquier caso, siguen constituyendo un grupo importante que puede resultar decisivo en unas elecciones.

¿Cómo son los ciudadanos que en estos momentos no se decantan por ningún partido político? A diferencia de otros períodos de nuestra historia democrática (especialmente los años noventa), la desmovilización política ya no se concentra en la izquierda. Tampoco en la derecha. Quizás como consecuencia de la polarización, los huérfanos políticos se encuentran ahora entre los que no se sienten próximos a ninguna ideología política: no son ni de izquierdas ni de derechas, sino equidistantes, de centro, o simplemente carecen de posiciones ideológicas definidas.

Los huérfanos tampoco muestran posicionamientos contundentes con respecto a la cuestión territorial: muchos de ellos no tienen una opinión formada sobre cuál es la mejor estructura territorial para España. Además, hay más huérfanos políticos entre las mujeres que entre los hombres, en las franjas de edad por debajo de los 65 años, en los municipios pequeños, entre las clases más vulnerables y entre los parados. El partido al que tienen más probabilidad de votar es al PSOE. También es la fuerza política por la que más simpatía sienten. En este clima de polarización, sin embargo, es probable que muchos de los huérfanos políticos terminen optando por no votar a ningún partido. Cómo adoptar huérfanos en estas condiciones será uno de los principales retos para los partidos en las próximas campañas electorales.

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