Paco Lobatón: "Hasta la reina Sofía me preguntó por qué habían cancelado 'Quien sabe dónde'"
Aimar Bretos ha entrevistado al periodista español, expresentador de 'Quién sabe dónde' y creador de la fundación QSD Global
Las entrevistas de Aimar | Paco Lobatón
Madrid
Durante las noches de los años 90 un programa de TVE se convirtió en una cita obligatoria para los espectadores españoles. 'Quién sabe dónde' era un espacio en el que se buscaba a personas desaparecidas. Trataba un tema delicadísimo, en horario de máxima audiencia y parte de su éxito se debió al tacto, profesionalidad y carisma de su presentador, Paco Lobatón, que cuando terminó el programa se dedicó a ayudar a los familiares de las personas desaparecidas, a través de la fundación QSD Global. 'Quién sabe dónde' finalizó en 1998, después de 249 episodios. Aimar Bretos ha conversado con el veterano periodista en Hora 25.
Pregunta: Este programa marcó a toda una generación, a una o a varias generaciones. Realmente, ¿cómo explica usted este éxito?
Respuesta: Porque conectaba con una realidad desconocida, pero cierta, ignorada, pero increíblemente cierta y dolorosa para quienes las sufrían de una magnitud, como digo, ignorada, pero que hoy, afortunadamente, podemos identificar y cuantificar y que afectaba a decenas de miles de personas entre 20.000 o 30.000 es el cálculo que hoy sabemos que es el real, el que se corresponde con las denuncias de desaparición. Y entonces no era menos. Era como mínimo eso.
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P: ¿Qué se sospecha que puede haber en cuanto a porcentajes detrás de este grueso de las denuncias?
R: Durante mucho tiempo había que sospechar, había que acercarse a la realidad de manera tentativa. Hoy, una de las cosas importantes, diez años después de una lucha tenaz de las familias y del movimiento asociativo, hay estadísticas, hay informes desde 2017. Por ejemplo, el último de 2022, me permite responder a tu pregunta diciendo que en el último año ha habido más de 22.000 denuncias, de las cuales siguen activas, es decir, sin resolver, 5.411. ¿Y a qué casuística responden? Pues el 66% a menores de edad, el 58% de las denuncias era de hombres, el 42% de mujeres, el 68% eran ciudadanos españoles y durante ese año también fueron identificados 117 cadáveres. Aunque queda todavía un número significativo sin identificar.
P: De los miles de desapariciones que trazasteis en 'Quién sabe dónde' se resolvió el 70% de los casos. Me parece una barbaridad. Un porcentaje altísimo.
R: Ciertamente lo eran. Tenía que ver también con que eran audiencias de cinco o seis millones, o cuatro o tres, y sobre todo esa cantidad enorme de gente contenía a seres humanos, que son los ciudadanos españoles, que tienen una predisposición solidaria enorme. El programa proponía y la audiencia disponía informaciones que inmediatamente permitían localizar. Durante la emisión misma del programa, que se hacía en riguroso directo, se resolvían algunos de los casos. Los más urgentes siempre los colocábamos en la cabecera del programa y cuando terminaba el programa muchas de esas historias, de los llamamientos, habían quedado resueltas. Eso era lo realmente emocionante.
P: ¿Y cómo filtrabais? Porque entiendo que llegaría mucha información chatarra.
R: Pues al principio mal. Yo me sorprendí mucho que un programa con esa repercusión tan enorme tuviera un equipo tan pequeño. A los tres meses hicimos una reconversión, ampliamos el equipo, llegamos a tener un equipo de 68 personas, donde había redactores de mesa, redactores de reportaje, donde había psicólogos, trabajadores sociales, un abogado, un policía, Esteban Gándara, que nos asesoraba permanentemente y por supuesto, editores, reporteros gráficos, realizadores. Pero al principio no lo había y se resolvía como se podía. Con mucha buena voluntad. Hubo algunos momentos muy difíciles en el que, por ejemplo, una persona se daba por localizada y de repente llamaba la persona auténtica. Eso pasó pocas veces, porque el día que pasó eso te puedo asegurar que yo dije 'este programa está terminando hoy'. Porque claro, perdías la credibilidad. Afortunadamente, como digo, se reconvirtió al cabo de un tiempo el equipo y se reforzó. Y ahí sí que hacíamos un trabajo muy importante y ya eran los investigadores los que estaban pendientes de las llamadas y, por tanto, las que pasaban en antena tenían un filtro de garantía. El equipo fue perfeccionando su capacidad de trabajar, de afinar en la investigación, con las instituciones y muchos casos los resolvíamos sin sacar en antena. Teníamos las herramientas que no tenía la persona, la familia, que estaba llamando y no le hacíamos esperar a que pudiera salir en antena, sino que le decíamos, aquí están los datos, adelante.
P ¿Cuál es el caso más complejo que recuerdas que resolvierais con éxito?
R: Fue un caso que tenía que ver con la Guerra civil y contaba la historia de un niño que se había perdido en Barcelona y que supuestamente había sido víctima de un ejercicio de vampirización. Es decir, los niños se perdían en los años de la posguerra. Algunos de ellos eran objeto de trata y otros objeto de extracción de sangre. Y este era uno de esos casos. Su familia, su madre, acudió al programa para que le buscáramos. La madre se había exiliado a Francia y estaba cerca de Toulouse. Fue una investigación larguísima, al cabo de la cual hubo un final maravilloso. Una madre con 92 años en Toulouse, que recibe a su hijo, que había ingresado en una entidad de orfandad y que ya casado y con hijo fue identificado en el programa por su propia familia. Le dijeron "José María, ese eres tú". Entonces, a partir de ahí comenzó la historia. La historia del reencuentro, que fue maravillosa. Yo no salí muchas veces al exterior, pero esa vez sí salí y fui testigo presencial y fue maravilloso.
P: ¿Qué sentías en ese momento?
R: Una sensación enormemente feliz. Estamos haciendo con un programa de televisión que se conecten dos vidas tan injustamente separadas, tan injustamente golpeadas por el sentimiento más terrible que hay, que es el de la incertidumbre, el de la ausencia. Y en medio, además del clima de la posguerra, todo eso tenían unos tintes aún más oscuros y sin duda más dolorosos.
P: ¿Hay algún caso lejano que todavía hoy te remueva y que digas no pudimos, no podemos resolver?
R: Esto mismos se lo dicen a sí mismo los investigadores policiales y ellos hablan siempre de la espinita clavada. Y para nosotros en el equipo también. David Guerrero Guevara, año 87, en Málaga, una criatura que tenía 14 años, que formaba parte de una familia de tres hermanos. Él era el mediano, que pintaba como los ángeles. De hecho, la historia se conoce como la historia del niño pintor de Málaga, pues esa historia ha seguido abierta y es increíble cómo el impacto de la desaparición permanece después de todos estos años, como si hubiera sido ayer para la madre. Y en medio de eso ha habido situaciones muy dolorosas, como tener que dar por fallecido al hijo.
P: Muchos años después de que terminara el programa, creaste la Fundación QSD Global, 'Quién Sabe Dónde Global'. ¿Qué buscabas con esta fundación?
R: Decía Kapuscinski que este no es un oficio para cínicos. El periodismo verdadero yo creo que es el compromiso con la realidad. Y añade el reportero polaco "y si puedes hacer algo por cambiarla a mejor, hazlo". Desde que termina de emitirse el programa yo constato que las familias y sus asociaciones siguen batallando por hacerse oír, pero con mucho menos eco, con muchas menos posibilidades. Y entonces yo había seguido llamando a la puerta de Televisión Española y de otras televisiones, pero sobre todo de Televisión Española, porque creo que es una responsabilidad de la radiotelevisión pública. Y como no obtuve respuesta, dije "pues hay que hacerlo con una herramienta civil". E inmediatamente convocamos a familias en foros que se han celebrado anualmente, porque lo más importante era que las familias que pasan por esta situación pudieran encontrarse, comunicarse entre sí y configurar un colectivo que hiciera consciente a la ciudadanía, a la sociedad, pero sobre todo a la administración de que era una realidad a la que dar respuestas. Y así ha sido. Hoy podemos contar avances que son fruto de ese empuje de la familia y del movimiento asociativo.
P: ¿Cuál es tu hipótesis sobre la cancelación del programa cuando teníais audiencias buenísimas?
R: Hasta la Reina Sofía me llegó a preguntar en una ocasión que fui a verla justo en 2016. Fui a verla con un grupo de familias y con la Fundación. Me dijo, "Lobatón, pero y por qué" Y yo le dije "señora, si usted me ayuda, quizá consigamos saberlo". Yo no lo he sabido. En mi entorno y en ciertos entornos lo relacionan con el hecho de que el programa empezó a abordar casos de bebés robados, casos de desapariciones ocurridas durante la Guerra Civil. Nosotros contamos algunas historias de ese tiempo cuando todavía no se acuñaba el concepto de memoria histórica, pero sin duda tenían que ver con historias de memoria histórica. Y también contamos casos de violencia de género que había tras algunas de las desapariciones de mujeres, cuando todavía no se había acuñado el concepto de violencia de género.
P: ¿Y desapariciones vicarias?
R: También y creo que además son las desapariciones más graves, más dolorosas.
P: Sabes que hay mucha idea confundida de cuándo hay que poner la denuncia, cuántas horas tienen que pasar, ¿en qué momento hay que dar el aviso cuando alguien cree que su familiar ha desaparecido?
R: Inmediatamente. Ya hasta los ministros lo dicen cada vez que tienen ocasión, sobre todo alrededor del día 9 de marzo, día de las personas desaparecidas sin causa aparente. Actualmente todavía vivimos las consecuencias de una legislación, la ley de Enjuiciamiento Criminal, que simplemente es ajena a la realidad social que suponen las desapariciones. Eso hay que cambiarlo por una ley que no hiera, que no use conceptos tan hirientes como el de fallecimiento, cuando simplemente es un desaparecido no retornado, que no obligue a las familias a pagar tasas increíblemente altas, a veces de 1.500 euros porque tienen que publicar edictos, en el Boletín Oficial del Estado, en los periódicos locales, en la televisión. Todo eso hay que cambiar.
P: ¿Esto lo tienen que pagar las familias?
R: Sí, es impresionante. Parece una multa. La incertidumbre es el denominador común y es absolutamente corrosivo.
P: Entiendo que la incertidumbre se dispara cuando la Policía dice que han llegado a un punto muerto y que no van a seguir buscando.
R: No se lo dicen nunca. Más bien le dicen que nunca van a dejar de buscar. ¿Pero qué ocurre? Que en la práctica, no es que mientan, tienen otros trabajos. No dan abasto y por eso hay que cambiarlo. Las familias vienen demandando que haya unidades especializadas que no tengan otros encargos que se superpongan y que tengan jueces con una herramienta también jurídica que le permita decir: esto hay que llevarlo hasta el final. Hoy la ley de Enjuiciamiento Criminal establece unos plazos y en seis meses si no hay elementos sustanciales sólidos, pues se archiva. La causa se sobreseyó y se archiva. Y la percepción de la familia en ese momento es ¿se ha archivado la causa? ¿Cómo crees que lo traduce la familia? Archivo igual olvido, igual abandono, igual cierre. Y no es así, no es así. Pero es casi como si fuera así.
P: Que un caso sea mediático, ¿lo catapulta hacia arriba en la lista de prioridades?
R: Algún influjo seguro que tiene. Es algo con lo que estamos luchando, para que no haya discriminación.
P: ¿El papel de los medios puede llegar a dificultar una operación?
R: Puede. En el caso del pequeño Gabriel Cruz Ramírez en Níjar, Almería, un alto responsable de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil me dijo que estaban tras la pista de la que terminó siendo la autora de la desaparición y muerte del pequeño Gabriel y estuvieron a punto de perder lo que ellos pensaban que podría haber sido el acto de recuperar a Gabriel por la intromisión, por el absoluto desbordamiento que se produjo en el seguimiento de los casos. Eso, que ya lo habíamos analizado en la fundación a través de un foro específico de medios informativos tras el caso de Diana Quer, volvió a aparecer ahí. Hay que acercarse a esa realidad con mucho respeto, con mucha sensibilidad y no añadir nunca dolor al dolor. Y mucho menos tampoco hacer las cosas de modo que se pueda interrumpir o interferir el trabajo policial que puede salvar la vida del desaparecido.
El trabajo psicológico
Aida de Vicente Colomina es psicóloga especializada en víctimas de sucesos traumáticos de QSD Global. También ha participado en Hora 25. "El acercamiento inicial debe ser de absoluto respeto y dignidad. La familia tiene que expresar esa amalgama de emociones que siente y es importante ofrecer información sobre la pérdida ambigua, este es un concepto por el que se señala este tipo de personas que físicamente están ausentes, pero no psicológicamente. Es una pérdida que no es definitiva, no saben si se enfrentan a una pérdida transitoria y se quedan como congeladas", explica la psicóloga.
¿Es peor la desaparición de un hijo que la de un padre o una madre? "Yo no me atrevería a cuantificar un dolor sobre otro. Generalmente un hijo o una persona mayor produce más incertidumbre por el posible estado de indefensión, pero el dolor puede ser el mismo y la ruptura en tu experiencia personal es absolutamente la misma", señala Colomina. "No se trabaja como si fuera un duelo. Porque además no va a funcionar si se trata como tal. Lo que se intenta fomentar es que se muevan dentro de un optimismo realista, teniendo en cuenta las probabilidades que con el paso del tiempo el familiar esté vivo o no. Para algunas familias es interesante situarse en esa esperanza y para otras personas, les ayuda situarse en el otro polo si hay más probabilidades de que estemos hablando de un posible caso de muerte y empezar el desapego", relata la psicóloga.
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Víctor M. Olazábal
Subdirector de Hora 25. Antes fue corresponsal...