'El Faro' desde la prisión de A Lama: "Aquí el tiempo no pasa, es como si el reloj fuese hacia atrás"
Mara Torres viaja hasta Pontevedra para conocer a las presas que hacen una versión de 'El Faro' en la radio de la cárcel
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En la cárcel todo suena diferente. Las puertas son pesadas, robustas, y producen un estruendo que rara vez se escucha en otro lugar. Con ese sonido ha empezado Mara Torres el programa especial de El Faro desde la prisión de A Lama (Pontevedra). "Es el sonido de las puertas de las celdas en las que viven Carlota, Massiel, Eva, Alma y otros 900 internos que, desde que entran en este lugar, empiezan a contar cuánto tiempo les queda para salir". Tiempo ha sido, precisamente, la palabra escogida del día. Un término que se distorsiona cuando hay que cumplir una condena. "Aquí el tiempo no pasa, es como si el reloj fuese hacia atrás", explica Carlota.
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Ella es una de las responsables de que el equipo de El Faro haya viajado hasta Pontevedra. Su educador, Alfredo, la animó a escribir una carta a Mara Torres contándole que, desde la cárcel, hace un programa de radio que se inspira en El Faro de la SER. "Una vez que Carlota la escribió, había que cumplir con la promesa de que os la iba a hacer llegar. Así que la mandamos y de ahí ha ocurrido todo esto", cuenta.
Hacer ese programa es una de las formas que tienen las internas de conseguir que el tiempo avance algo más deprisa. "Estar aquí es complicado y la radio es lo mejor", asegura Massiel, otra de las presas. La idea de hacer este formato también es de Alfredo. Su pareja y él escuchaban cada día El Faro de camino al trabajo, y un día pensó que el concepto de Mara Torres de conversar sobre una palabra podía funcionar en la radio de la cárcel. El educador añadió, además, una dificultad: decidió que las participantes no conocerían la palabra del día hasta que no se abriesen los micrófonos. Esa es la razón por la que el programa se llama Ellas improvisan.
En esta edición especial de El Faro, Mara Torres le ha propuesto a las internas improvisar sobre la palabra tiempo, un concepto que se ve de otra forma dentro de los muros de una cárcel. "La mente la tienes que tener entretenida, porque si no, el tiempo no pasa y no pasa la condena", reflexiona Carlota. Durante el día hacen todo tipo de actividades: cursos, voluntariados, deporte... Pero por la noche, la perspectiva se vuelve diferente. "A las ocho de la tarde te metes en el 'chabolo' y ahí es cuando empieza la realidad de todo esto", cuenta Massiel.
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Alfredo, el educador, sabe que con su labor en la radio contribuye a hacer más sencilla la vida de las internas, pero también reconoce que ponerse en los zapatos de las internas es muy difícil. "Siempre les digo que hay que empatizar, pero yo no puedo ponerme en su lugar. Yo no me encierro en verano en una celda cuando todavía es de día, ni ceno a las siete de la tarde. Yo veo a mi familia todos los días. Aunque trato de entenderlas, es muy difícil".
La cárcel, sin embargo, ha sido un espacio de liberación para algunas. Alma y Eva, por ejemplo, llegaron al centro sumidas en la droga, y hoy trabajan ayudando a otras internas. Eva desde el programa de prevención de recaídas y Alma como interna de apoyo en la enfermería. "Entré fatal y en muy poco tiempo pegué un cambio enorme. Llevo casi toda mi vida en las drogas y puedo decir que para mí llegar a la cárcel fue encontrar la libertad", cuenta Eva.
En este Faro desde el Centro Penitenciario de A Lama, las internas han contado cómo es su día a día: sin móviles, sin Internet y sin apenas conexión con el exterior. Aunque allí el tiempo se congela, fuera saben que la vida avanza al ritmo de siempre: "Yo he salido de permiso unas 12 veces. La primera vez me sorprendió ver a mis amigos, porque no los reconocía. Estaban viejos", relata Begoña, que lleva 15 años encarcelada. Una de sus mayores sorpresas fue descubrir la aplicación de mensajería que usaba todo el mundo: "Mi madre me llamaba y me hablaba de WhatsApp y yo no entendía nada".
Las presas han contado a Mara Torres que también piensan en cómo será su vida cuando salgan de allí. Begoña dice sentir miedo. "Miedo a no encontrar un trabajo, a que te juzguen, a no saber qué te vas a encontrar". Ella, al menos, tiene la certeza de que su familia la estará esperando fuera. Carlota, no. "Yo saldré sola, con una mano delante y otra detrás".
Julia Molina
Es periodista en la Cadena SER desde 2017. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid...