Un tiro en el pie
Las dirigentes pueden dirimir sus diferencias pegándose un tiro en el pie, pero el 8-M no es suyo, es de cada mujer que sabe lo que se juega cada día, cada hora, en cada salario desigual, en cada cuidado que asume en solitario, en cada trampa machista que sortea
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Madrid
Muchos de los y las protagonistas políticas y sociales que hoy encarnan el enfrentamiento sin cuartel por la bandera del feminismo abandonarán en algún momento la escena pública. Y millones de mujeres seguirán ahí, saliendo a la calle y cada 8 de marzo y trabajando cada día, cada una en su terreno, para materializar la igualdad.
El movimiento feminista tiene una larga historia, tanta resistencia y tantas razones para seguir vivo que va incorporando generación tras generación a mujeres y hombres jóvenes que llegan con sus nuevas experiencias, con sus nuevas exigencias, pero con algo en común: saben que la transformación igualitaria de la sociedad es un camino largo, con grandes conquistas, pero con mucho por hacer todavía. Eso es lo que se demostró en las calles este miércoles en España.
Que las dirigentes de todos pueden dirimir sus diferencias pegándose un tiro en el pie, pero que el 8-M no es suyo. Es de cada mujer que sabe lo que se juega cada día, cada hora, en cada salario desigual, en cada cuidado que asume en solitario, en cada trampa o trampita machista que sortea.
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