Las primeras guerras tildistas

Madrid

Aunque la historia de España demuestra que somos capaces de dividirnos como país ante las cuestiones más relevantes, yo soy de los que piensa que cuando nos esforzamos y ponemos de nuestra parte, también somos capaces de dividirnos por estupideces. Si la generación de nuestros abuelos vio cómo el país se partía en dos por una guerra civil, lo más parecido que vamos a poder contarle nosotros a nuestros nietos es que el país se dividió en dos por culpa de la tilde del adverbio solo.

Las primeras guerras tildistas. Por fin una guerra a la altura de los que no hicimos la mili. Un enfrentamiento que la RAE dice que se cerró en el pleno del jueves pasado, pero que otros pensamos que sólo es el principio de algo mucho peor. No me creo que los escritores que querían reponer la tilde se queden de brazos cruzados. En cualquier momento puede surgir una contraofensiva recuperando diéresis y acentos circunflejos en palabras que no recordamos los que somos de EGB.

Esto de la tilde del solo puede ser el primer pasos de una cruzada imperialista para que la RAE reconquiste territorios históricos perdidos como el leísmo, la tilde en los pronombres demostrativos o, lo que es peor, la t final de bidé. Y esta guerra, como todos los conflictos, puede dejar en un reguero de diptongos, hiatos y haches intercaladas en su camino. Peor lo malo no es que lleven una semana discutiendo por la tilde del solo, lo malo va a ser el día en que se enteren de que la gente ya no usa las vocales en whastapp. Ese día Arturo Pérez Reverte acaba con todos nosotros y se queda solo.

Y este solo va sin tilde.