El Gobierno arrolla

Barcelona

Abrumadores. El Gobierno de coalición y sus numerosos aliados han arrollado en la moción de censura. Y es que Vox no la configuró seriamente: sus ideas y las del candidato no coincidieron, como acusaba el portavoz del PNV. E incumplía la condición constitucional de ser constructiva. O sea, de proponer un programa de gobierno alternativo, como han dicho varios. En cambio, los gobernantes se la tomaron como si fuera una apuesta seria. Se la prepararon a fondo. Y desbordaron.

Porque lo primero que se exige de un gran evento es sorprende, proponer algo nuevo. O al menos, de forma distinta. Al abundar en su habitual retahíla de insultos, el líder de Vox no ha aportado nada nuevo. Y el discurso de su candidato era material de segunda mano: se conocía desde hace días.

En cambio, desde el Gobierno, la recopilación de datos y respuestas, sobre todo en lo económico, ha sido exhaustiva. Y afilada: el catastrofismo solo puede triunfar cuando la situación es pésima, y si quienes mandan no saben responder. La defensa no la ha hecho uno solo, el presidente, sino que ha jugado un partido de dobles, cubriendo todos los ángulos. Él y la vicepresidenta segunda; hombre-mujer; socialista y del área a su izquierda: algo que ha resultado eficaz ante el revuelo continuo por las fricciones internas. Además, los argumentos se completaban: uno contrapuso modelos, el neoliberal de austeridad y el social-democrático; ella, identificó Constitución y progreso social. Erosionarlo es otra forma de ser desleal al orden democrático.

Y el PP parecía estar con su jefe, evaporado.