Yayismo yoísta en el Congreso
Hay que agradecer a los promotores de la moción de censura el gran servicio que han brindado al país al colocar a cada uno en su sitio
Viejos al poder
Madrid
Desde el punto de vista generacional, y también geriátrico, viví el ayer de la moción de censura sumida en emociones. De una parte, estaba la solidaridad pro edadista. Viejos al poder, peluqueros y tinte gratuitos para mayores, la poltrona presidencial para los muy mayores, y tocamientos de la tercera edad en púbico, y en público, como hizo ayer Ramón Tamames con su ego. En fin, toda la parafernalia sentimental que el yayismo, aunque sea yoísta, evoca.
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A continuación de este emotivo párrafo, que acabo de soltaros, iba a escribir, o a decir, el inevitable añadido "pero por otra parte", cuando me he dado cuenta de que de eso, nada. No hay otra parte. No queda nada de las cenizas del día de ayer. Nada para la derecha en sus diferentes manifestaciones, incluido el candidato mínimo inferior bruto, nada para su publicidad, nada para su desvergüenza.
Pero, sin embargo, por otra parte y ahora sí, desde un punto de vista generacional y hasta geriátrico, hay que agradecer a los promotores de la gesta el gran servicio que han brindado al país al colocar a cada uno en su sitio. Empezando por el melifluo Feigou, Feigou, a casa a descansar; siguiendo por los chulapos, hipertensos de tan llenos como están de España; pasando por un aplomado presidente del Gobierno, frío ejecutor de vejigas y próstatas, y culminando en una vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que va a más, pese a quienes les pese.
Ésta es la España de las luces.
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