Apoyo masivo a la novena jornada de huelgas y manifestaciones en Francia: iguala su récord con 3,5 millones de personas
Las más de 300 manifestaciones convocadas en el país concentraron 3,5 millones de personas, según los datos sindicales, lo que supone igualar el récord del pasado 7 de marzo. Es la primera movilización masiva desde que Macron aprobó por decreto la reforma de pensiones
París
Los sindicatos franceses no dan tregua en su pulso social contra la reforma de las pensiones del presidente, Emmanuel Macron, el principal destinatario de las críticas durante la novena jornada de movilización, empañada parcialmente por altercados provocados por individuos violentos en varias ciudades. Las más de 300 manifestaciones convocadas en el país concentraron 3,5 millones de personas, según los datos sindicales, lo que supone igualar el récord del pasado 7 de marzo, aunque las cifras del Gobierno son más modestas, algo por encima del millón, ligeramente inferior a otras jornadas.
Pese a la aprobación de la ley, el movimiento de protesta contra la reforma de las pensiones no pierde fuelle, apuntalado con la incorporación de muchos jóvenes, según las organizaciones estudiantiles, y con sectores en huelga que, como el de los carburantes, amenazan con paralizar la economía.
Lo ajustado del resultado que permitió sacar adelante la reforma el pasado lunes por tan solo nueve votos y la firmeza de Macron, dispuesto a aplicarla antes de final de año pese a su impopularidad, parecen haber fortalecido la protesta, tras dos jornadas en las que las manifestaciones se habían debilitado.
Los eslóganes contra el presidente fueron los más repetidos en las manifestaciones, que como en los días previos acabaron en muchos casos con actos vandálicos y altercados con la policía, pese a los constantes llamamientos de los dirigentes sindicales a evitar este tipo de acciones que amenazan con enturbiar su reivindicación. Entre los gritos y pancartas presentes en las manifestaciones primaba el "Macron, no toques mis pensiones" o "nada que perder".
París volvió a estar bajo el foco, tanto por la amplitud de la manifestación, (800.000 personas según los sindicatos, 119.000 según Interior, en ambos casos récord) como porque las imágenes de los altercados con la policía. A diferencia de otras ocasiones, los violentos actuaron antes incluso de la llegada de la cabecera oficial de la manifestación sindical, que ajena a los disturbios discurrió con normalidad.
Pero transcurrió por un trayecto jalonado de las cenizas de pequeños incendios, escaparates resquebrajados y mobiliario urbano derruido y con la humareda de los gases lacrimógenos utilizados por la policía todavía en el ambiente. Especialmente llamativo ha sido lo que ha ocurrido en Burdeos, donde algunos manifestantes han prendido fuego a la puerta del Ayuntamiento, donde han acudido rápidamente los bomberos para sofocar las llamas.
"La violencia no va a pasar", aseguran desde el Gobierno
La presidenta del Gobierno, Elisabeth Borne, ha criticado los disturbios desde su cuenta de Twitter: "Demostrar y expresar desacuerdos es un derecho. La violencia y la degradación que hemos presenciado hoy son inaceptables. Todo mi agradecimiento a los cuerpos policiales y de salvamento movilizados".
También se ha manifestado en el mismo sentido el ministro del Interior, Gerald Darmanin, quien en rueda de prensa denunció la presencia en las protestas de unos "1.500 matones", cuyo objetivo era "romper policías y edificios públicos" . De esta forma, agregró que "la violencia no va a pasar" e indicó que las investigaciones ya están abiertas. Según el Ministro del Interior, se han contabilizado 140 incendios en París, y unos cincuenta siguen en curso. También se han registrado 172 detenciones, incluidas 70 en París.
Según Gérald Darmanin, este jueves resultaron heridos 149 policías y gendarmes, "algunos de gravedad", informa, y añade que 350 agentes han resultado heridos desde el inicio de las manifestaciones.
"Es una provocación" aseguran los sindicatos
El escenario aun caliente de una batalla campal entre los militantes violentos, vestidos de negro y con la cabeza y el rostro cubiertos, que lanzaron proyectiles a los antidisturbios que tuvieron que multiplicarse para aplacar sus acciones. Situaciones similares se vivieron en otras ciudades, como Rennes, donde la policía utilizó dos cañones de agua para dispersar a los manifestantes, pero también en Nantes, Lorient, Burdeos o Marsella, donde se repitieron las escenas de guerrilla urbana que recordaron a las de hace tres años con los chalecos amarillos.
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Los principales líderes sindicales acusaron a Macron de "echar leña al fuego" de las protestas violentas al calificar de "muchedumbre" a los manifestantes y al comparar los actos violentos en Francia con acciones como el asalto al Capitolio en Estados Unidos o al Parlamento de Brasil.
"Es una provocación", indicó el líder de la CGT, Philippe Martinez, el más combativo de los sindicatos del frente unido, que protagoniza además otro tipo de acciones, como el bloqueo de depósitos de combustible. Su colega Laurent Berger, al frente de la más dialogante CFDT, tampoco abrazó la mano que la víspera le había tendido Macron, que apeló a restituir el diálogo, algo que, por ahora, parece complejo en vista de las posiciones tan lejanas.
Pero alertó contra el peligro de que la violencia les haga perder la batalla de la opinión pública, que por ahora los sondeos sitúan abrumadoramente en contra de la reforma de las pensiones. Los sindicatos apuestan por seguir con la presión contra una reforma que retrasa dos años, hasta los 64, la edad mínima de jubilación, mientras el presidente considera que esa medida es inevitable para unas finanzas públicas dañadas por la crisis de la covid y la guerra de Ucrania.
Los próximos días se antojan decisivos para conocer el desenlace de una crisis que no parece acabada con la adopción del texto por el legislativo, lo que contraviene los planes de Macron de seguir adelante con su agenda política.
Más paros el fin de semana y nueva huelga general el martes
Los paros para exigir la retirada de la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron van a continuar el fin de semana en Francia en diferentes sectores y se van a traducir de nuevo en vuelos cancelados. La Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) ha anunciado este jueves en un comunicado que ha pedido a las compañías aéreas que reduzcan su programa de vuelos para el viernes en un 30% en el aeropuerto parisino de Orly y en un 20% en los de Marsella, Burdeos y Lyon.
Además, ante el éxito de la convocatoria, los principales sindicatos franceses han decidido convocar un décimo día de huelga general para el próximo martes 28 de marzo, que vendrá acompañada también de mítines sindicales durante el fin de semana para su preparación.
Para el sábado, las aerolíneas tendrán que anular un 15% de las operaciones en Orly y de nuevo el 20% en Marsella, Burdeos y Lyon. Todavía no hay indicaciones para el domingo porque los controladores aéreos -que son los que hacen paro, no el personal de las compañías- tienen que pronunciarse con 48 horas de antelación.
Los problemas para la actividad aérea podrían ir más allá de la huelga de los controladores aéreos, porque, como reconoció este jueves el propio Gobierno, hay inquietud sobre el aprovisionamiento en queroseno de los aeropuertos de París.
De hecho, el Ministerio de la Transición Energética ha indicado que ha aprobado un decreto para obligar a trabajar a algunos empleados de la refinería de Gonfreville del grupo TotalEnergies en Normandía de la que se abastecen, aunque por el momento no ha decidido notificarles esa obligación.
El Ministerio explicó que "el Gobierno sigue la situación hora a hora" y que aplicará esas obligaciones "cuando no se puedan evitar". Delante de esa refinería de Gonfreville, esta mañana se había constituido un piquete de huelga que intentaba evitar que esas notificaciones se formalizaran impidiendo el cambio de turno.
Protestas en francia