Jóvenes que no pueden tener la vida que quieren
Hablamos de la imposibilidad de tener un proyecto de vida si no es posible el acceso a la vivienda, la constatación de que los datos tienen consecuencias
Àngels Barceló: "Jóvenes que no pueden tener la vida que quieren"
Ayer a esta misma hora les contaba el resultado del barómetro de 40dB que en esta entrega preguntaba también sobre la vivienda. Y el resultado era clamoroso. El estrés financiero de jóvenes y familias para poder soportar el pago de un alquiler o de una hipoteca es inmenso en este país. Y las dificultades las declaraban tanto votantes de derechas como de izquierdas y las soluciones que se aportaban no distinguían tampoco entre unos y otros.
Àngels Barceló: "Jóvenes que no pueden tener la vida que quieren"
Y ayer hablábamos de la imposibilidad de tener un proyecto de vida si no es posible el acceso a la vivienda. Y un proyecto de vida comprende desde vivir solo, sin necesidad de compartir piso para repartir los gastos, hasta plantearse tener hijos o formar una familia, sea el tipo de familia que sea. Un proyecto de vida es pensar en el futuro, proyectar ese futuro y está claro que en este país los jóvenes no lo tienen fácil si la mayor parte de su sueldo, en la mayoría de los casos precario, se va en el pago de un alquiler, porque de compra ya ni hablamos.
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Bueno, pues, como si fuera un segundo episodio de lo que les contamos ayer, hoy les traemos unos datos que refuerzan esta idea. Son datos de un estudio de la ONG Ayuda en Acción sobre las dificultades que tienen los jóvenes para emanciparse. Y el estudio lo que dice es que el trabajo ya no es una garantía para poder irse de casa. Porque en España, la precariedad laboral de los jóvenes sigue siendo la mayor del conjunto de la Unión Europea, con una temporalidad y una tasa de empleo parcial muy alta y así se convierten los españoles en los que más tardan en emanciparse, tres años por encima de la media europea.
Y la proyección no es nada alentadora, la ONG advierte de que este año el porcentaje de jóvenes que sigue viviendo con sus padres aumentará en un punto. Y a la hora de plantear soluciones no difieren mucho de las que ayer proponían los encuestados en el barómetro que les contamos aquí en la SER. Ayer eran los datos, hoy es la constatación de que los datos tienen consecuencias, aunque ya nos las imaginábamos. Los jóvenes no siguen viviendo en casa de sus padres porque quieren, no siguen compartiendo piso con amigos y amigas pasados los treinta porque quieren, no piensan en una vivienda para ellos porque no quieren. Lo hacen porque no se dan las condiciones que les permitan, y aquí aparece otra vez lo importante, que les permitan tener un proyecto de vida. No pueden tener la vida que quieren.
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