Alba Molina y Pepe Rivero: "Los gitanos y los cubanos tenemos el mismo respeto al arte, no nos subimos a un escenario a jugar"
La cantante y el pianista han conversado con Aimar Bretos en 'Hora 25' sobre el repertorio de Lole y Manuel, el inicio de su relación profesional y el respeto al arte y la tradición flamenca
Las entrevistas de Aimar | Alba Molina y Pepe Rivero
Madrid
Alba Molina entiende que la gente, las madres, las abuelas, canten en casa o por la calle las canciones de sus padres, Lole Montoya y Manuel Molina. Pero le da "coraje" que esto ocurra. Para ella, que ya se ha apropiado de estos temas al ser "de casa", cantarlas "no es echar un huevo a freír". Y a pesar de no haber escuchado "ningún sacrilegio", lo suelta "como nota informativa para quien lo escuche".
Para la hija de Lole y Manuel, gitana "pero no flamenca", "el flamenco se debería conservar". "Hago flamenco por decir algo. Hay mucha gente que canta muy bien y no los conoce nadie. El flamenco ocupa un espacio en mi alma y mi sistema nervioso, vengo de ahí. El sonido gitano no sé explicártelo, me escuchas cantando con Las Niñas y no canto flamenco, pero se me nota que soy gitana", ha aclarado.
Su relación con Pepe Rivero, pianista cubano, se formó manteniendo contacto hace muchos años. "Ella me invitaba a proyectos suyos, hubo un imán y surgió. No hay que forzar las cosas. Alba se puso en contacto conmigo y me preguntó si quería hacer este repertorio. Esto era algo muy personal, es tocar el repertorio y siento respeto hacia el flamenco. La gente se piensa que el flamenco es la rumbita y no, no han entendido las cosas", confiesa Rivero a Aimar Bretos.
Por su parte, Molina ha explicado que pensó en Pepe "porque es muy versátil, cubano, hace jazz y entiende el lenguaje de la armonía y del acento". "Estaba segura de que esto iba a funcionar, estas canciones hay que respetarlas aunque les des una vuelta. Salieron naturales y ahí están, poco más que decir a esto", ha añadido.
"Los gitanos y los cubanos tenemos el mismo respeto al arte. No me subo a un escenario a jugar, no me subo de cualquier manera por respeto a la gente. Lo lindo de todo es que el público que venía a ver a los cubanos eran gitanos. El otro día fui al Café Berlín y en la cola eran todos gitanos", ha apuntado.
Ambos han intentado transmitir la esencia de uno de sus conciertos: no son iguales, las introducciones son siempre diferentes, no se sabe cuánto duran las canciones... "Seguimos la música, el ángel, el alma de esas canciones en su estado natural. Porque la música debería ser sincera. Hay visiones y perspectivas diferentes y no está mal, pero yo estoy guisada a lo antiguo, me gustan los discos donde se ven plasmados lo que está pasando en tu vida, tu corazón, tu mente, tu energía. Estas canciones se prestan a seguir por ese camino, porque las escuchas una y otra vez y te cuentan algo nuevo. Soy llorona de nacimiento, soy llorona Molina", aclara la artista.