Beatriz Flamini se metió el 30 noviembre de 2021 en una cueva en la provincia de Granada de la que ha salido este viernes. Entró con 48 años y ha cumplido allí 50. Visiblemente emocionada y entre aplausos, la alpinista ha vuelto a ver la luz del sol, tras 500 días en los que ha vivido en una noche continua dentro de esa cueva en la que ha permanecido a 70 metros de profundidad. Un récord que nunca nadie había logrado en el mundo. A su salida, Flamini ha agradecido a la prensa su interés pero les ha pedido un favor: «Llevo un año y medio en silencio, sin hablar con nadie, solo conmigo misma. Ya os contaré, ya sabréis... Me gustaría poder ser amable, poder contestaros, hay concertada una rueda de prensa, pero permitidme que me pueda dar una ducha que llevo un año y medio sin tocar el agua, nos vemos luego en un ratito». A las 11:00 horas comparecerá ante los medios. Antes de retirarse a darse esa ducha, ha resumido la experiencia con dos palabras: «Excelente, insuperable». Y ha querido poner en valor que esa hazaña no solo depende de ella: «Depende de toda esta gentaza que hay aquí», ha destacado señalando al grupo de espeleólogos de Motril le han dejado comida durante todo este tiempo y allí estaba todo ese equipo esperándole a la salida. Se ha fundido en abrazos con todos ellos, les ha dicho que los quiere «un montón» y les ha pedido que no tengan en cuenta lo sucedido abajo. Para poder llevar a cabo este desafío, se buscó una cueva que no tuviera mucha humedad y, cuando se localizó en Motril, se adaptó para que, entre otras cosas, fuera sencilla una evacuación de emergencia en caso de que fuera necesario. La experiencia forma parte del proyecto Timecave y ha sido grabada por DOKUMALIA, una productora audiovisual. Su director, Dani Salas, explicó este jueves en La Ventana que un día el preparador físico de la alpinista le propuso contar su historia: «Es una mujer que necesita una soledad buscada y que quiere encontrarse a sí misma», contó, y ella misma se ofreció como «un conejillo de indias» para contar qué es lo que le sucede a un cuerpo humano estando tanto tiempo aislado, como un experimento científico. También grupos de investigación de las universidades de Granada y Almería han seguido de cerca el experimento y ahora analizarán cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo, así como los cambios neuropsicológicos que se deriven de ese aislamiento prolongado. Durante todo el proceso, además de espeleólogos, también han estado involucrados psicólogos y entrenadores físicos. Flamini no supo hasta anoche que este viernes saldría al exterior. A primera hora han bajado a la cueva dos espeleólogos y una psicóloga para ayudarle a salir y 40 minutos más tarde la cabeza de la alpinista asomaba por la entrada. Todos los que le esperaban a la salida llevaban mascarillas para proteger su salud ya que, cuando la alpinista entró en la cueva estábamos todavía en plena pandemia de COVID-19. Entre otras muchas cosas, Flamini no sabe en qué punto se encuentra la pandemia porque durante esos 500 días ha estado completamente incomunicada con el exterior y desconoce por completo todo lo que ha pasado en el mundo en este tiempo, como la guerra en Ucrania. En una rueda de prensa al salir de la cueva, la alpinista, ha agradecido la atención y el interés recibido ante su hazaña. Ha explicado que no se percató de los días de su cumpleaños: «En el día 65 dejé de contar». Beatriz entró con 48 años en la cueva el 21 de noviembre de 2021 y ahora tiene 50. Su truco para lograr este récord ha sido la «coherencia»: «Ha habido momentos muy duros y otros muy bonitos, y ambos han hecho que pueda estar 500 días en una cueva». El momento más difícil para ella fue la invasión de moscas que sufrió: «Entraron, dejaron larvas y me vi envuelta en moscas». «He leído, escrito, tejido, he disfrutado», explica, mientras asegura que nunca pensó en rendirse: «No quería salir». Físicamente está bien, según los primeros chequeos médicos: «No me ha pasado nada de lo que hay escrito».