Nixon en China, la ópera de la geopolítica que todavía nos interpela
El Teatro Real estrena en España la obra política del compositor estadounidense John Adams, que recrea la visita del presidente de Estados Unidos al país asiático en 1972 y la obsesión por el poder y las noticias
El estadounidense John Adams -Premio Fronteras del Conocimiento- utilizó al ópera para reflejar un momento clave de la política mundial, en encuentro entre dos países, Estados Unidos y China, a través de dos de sus mandatarios, Richard Nixon y Mao. Esa obra llega por primera vez a España, al Teatro Real. Una ópera en tres actos que ahonda en la tensión entre el comunismo y el capitalismo, entre Oriente y Occidente, entre dos mujeres completamente diferentes, como eran las esposas de estos líderes políticos y entre dos hombres obsesionados con la propaganda
Referente del minimalismo, influido por Phillip Glass, Adams es uno de los más característico e influyentes compositores norteamericanos de nuestros días, autor de un vasto catálogo en el que abundan además las obras directamente referidas a la historia y el presente social y político de los Estados Unidos. Nixon in China se estrenó en 1987 -entonces ambos protagonistas estaban vivos-, y desde entonces, se ha ido representando ininterrumpidamente hasta hoy, donde la actualidad de dos modos de entender el mundo sigue vigente, con el enfrentamiento de nuevo entre una parte del mundo y otra, reflejado en la Guerra de Ucrania. "Lo más emocionante de un proyecto así es que se trata de hechos reales, de un momento de hace 50 años, pero son cosas que han pasado de la memoria y las mentes del público a la historia", ha destacado quien en el Real ya dirigiera Street Scene en 2018. De ahí la inclusión de fotografías de líderes políticos actuales, Obama, Trump, Biden y hasta Pedro Sánchez, reunidos con Putin o el presidente chino actual.
Con un escenario inspirado en el ballet maoísta El destacamento femenino rojo, el libreto de Alice Goodman recrea el histórico encuentro del mandatario estadounidense con Nixon en febrero de 1972. En eso se centra el primer acto, lleno de una iconografía que recuerda a la liturgia de aquel momento histórico. Las banderas, las cajas y archivos, las fotografías del país, de los mandatarios, de toda la cohorte de ayudantes, políticos y periodistas. Mucho de ese material procede de los archivos de la Fundación Richard Nixon y el Museo Richard Nixon. La producción de John Fulljames consigue sumergir al público en esta original reflexión sobre el choque cultural, el poder y sus contrapartidas.
En realidad, la ópera es la historia de un enfrentamiento y de dos maneras de relacionarse con la muerte y el legado. Mao y Nixon habían creado ambos su propia imagen pública. Mao era un intelectual de clase media que se hacía pasar por campesino. Y Nixon era el mayor ejemplo del hombre de negocios americano de pueblo, no del todo honesto, como la historia se encargó de demostrar. Nixon y Kissinger, los hombres detrás de la Operación Cóndor, de la política de intervención en América Latina, del Watergate...
Al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real se alternan la coreana Olivia Lee-Gundermann, que dirigió el ensayo, hará lo propio con el estreno de este lunes y quien acaba de dirigir esta partitura en la Ópera de Dortmund, y el griego Kornilios Michailidis, que debutó en Madrid con La flauta mágica en 2020. "Esta ópera es una maratón y es de las pocas que se benefician de tener dos directores, porque hay tantas cosas que controlar que, mientras uno dirige, otro tiene que estar monitorizando todo", ha destacaba el director griego, que es además un colaborador muy cercano a John Adams.
La ópera pone la música al servicio de la historia y usa sintetizadores que interpretan muchos sonidos diferentes, y tiene influencias del jazz y una partitura minimalista que va de lo épico del momento político, a lo íntimo de esos cuatro protagonistas cavilando cómo enfrentar lo que acaban de presenciar en ese encuentro y esa cena de gala en China. Una ópera tragicómica con una dimensión política, pero que no olvida algunos momentos burlescos y cómicos que ofrece el juego de diplomacia en medio de la guerra fría y la búsqueda de un nuevo orden mundial.
Dividida en tres actos, como una ópera convencional, el primero ocurre en el aeropuerto y en los despachos de Mao. Son las fotos icónicas del momento crucial, en un juego interesante entre la imagen real proyectada en la pantalla del Real y la coreografía imitada en el escenario. Impresionante el momento donde las fuerzas armadas chinas cantan Soldiers of Heaven, mientras Nixon triunfante, mirándose en las primeras páginas de la prensa americana canta News has a kind of mystery junto a Kissinger. “La historia es nuestra madre y esta es la mejor manera que tenemos de honrarla”, canta Nixon en su primer encuentro con Mao. "La historia es una cerda asquerosa; si por casualidad escapamos de sus fauces, acaba encima de nosotros”, canta Mao.
La repetición de ese "news", noticias, evoca una característica de Nixon, su obsesión con la prensa, con el poder, con la propaganda. De ahí algo que se descubrirían después de ese encuentro, cuando se viera obligado a dimitir. La creación de un grupo llamado los fontaneros de Nixon, encargados de fabricar noticias falsas sobre Cuba, sobre los demócratas o sobre cualquier cosa que perjudicara al político republicano. Curioso y divertido es el momento en que Mao le reconoce que prefiere que gane un republicano.
El segundo acto sucede en la Ópera de Beijing. Tras los brindis y la euforia por ese encuentro satisfactorio entre enemigos, como aquella escena de la serie El ala oeste de la Casa Blanca donde el presidente brindaba con su homólogo ruso, llega el bajón. Las dos esposas de los mandatarios están en el teatro, viendo una representación tradicional china. Y ahí surgen las contradicciones. Están llegando a acuerdos con un régimen que coarta la libertad de las mujeres, de las niñas y que genera pobreza. Excelentes las escenas del ballet. El ballet del segundo acto, por ejemplo, es una escena surrealista en la que se hace intervenir, como en un sueño, a los personajes de la ópera durante la representación del ballet The Red Detachment of Women, un panfleto propagandístico organizado por la esposa de Mao.
El tercer acto divide el escenario en dos, ambas parejas recuerdan los mejores años y los peores de sus vidas. Un encuentro donde emerge la ironía y el humor que imprime esta ópera. También el lado humano de los políticos. Ese final es el momento en el que los personajes evocan su pasado. La larga marcha de MAo, la infancia pobre de su mujer, su pasado como actriz. También los traumas de Nixon, en la guerra, cómo conoció a su esposa y el retorcido Kissinger, el único de todos que sigue vivo. Conforman el reparto los barítonos Leigh Melrose, Jacques Imbrailo y Borja Quiza, las sopranos Sarah Tynan y Audrey Luna, el tenor Alfred Kim y las mezzosopranos Sandra Fernández, Gemma Coma-Alabert y Ekaterina Antípova, para interpretar escenas míticas como la del apretón de manos entre Nixon y Mao Tse-Tung.
Como otras obras de Adams -encargado de realizar una composición para el aniversario del 11 de septiembre- se centran más en el encuentro y en lo común, que en el conflicto. Y en Nixón en China busca retratar a dos figuras con sus creencias, cuyas decisiones, tuvieron consecuencias que el mundo todavía paga hoy.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...