Rusia reconoce que invadió Ucrania para que no entrara en la OTAN en el mismo día en que Stoltenberg visita Kiev

El líder de la OTAN ha sido una de las voces que ha mostrado el respaldo constante a Ucrania desde el inicio de la guerra, que ha apoyado además el envío de ayuda militar a ese país, pero hasta este jueves todavía no había visitado Kiev a pesar de que buena parte de los dirigentes internacionales sí lo han hecho en los últimos meses. Hoy Jens Stoltenberg se ha presentado por sorpresa en la capital ucraniana sin que hayan trascendido más detalles de su agenda y en la misma mañana en la que el gobierno ucraniano ha vuelto a repetir su petición de que la OTAN le envíe aviones de combate, algo que de momento han rechazado los países miembros de la Alianza Atlántica.

Esa visita ha provocado una reacción inmediata desde Moscú, y hoy el Kremlin ha admitido de modo explícito que impedir la entrada de Ucrania en la OTAN era uno de los objetivos que impulsaron la invasión militar a principios del pasado año. "Si Ucrania entrara en la OTAN, eso representaría una amenaza seria para la seguridad de nuestro país", ha dicho este jueves Dmitri Peskov, el portavoz del gobierno de Putin. Ucrania ha solicitado ya entrar en la alianza militar y espera algún paso en ese sentido en la cumbre de la OTAN que se va a celebrar en Lituania en julio.

Nuevos envíos a Ucrania

De momento, los países de la OTAN han entregado armamento, suministros o combustible a Ucrania, y también los europeos han ayudado a entrenar a las tropas de Kiev, pero la alianza ha intentado desde el inicio del conflicto aclarar que no se considera en guerra directa con Rusia. Ucrania ha recibido en las últimas horas la primera entrega del sistema antiaéreo alemán Patriot y siguen también las entregas de los tanques Leopard y Challenger.

Este mismo jueves, los gobiernos de Dinamarca y de los Países Bajos han anunciado la compra de 14 tanques Leopard 2 que enviarán directamente a Ucrania, aunque añaden que esa entrega no se producirá previsiblemente hasta el próximo año. Los dos países compartirán los gastos, que ascienden a 165 millones de euros.