Adaptarse para sobrevivir
Es previsible que intentemos adaptarnos a la sequía y a todo lo que venga, porque esa es la historia del género humano desde que saltó de la charca primigenia nuestro antepasado
Adaptarse para sobrevivir
Madrid
Yo ya me estoy adaptando. Ayer me puse una peli antigua de Hitchcock Enviado especial. Solo para darme el gustazo de ver llover y llover y llover. Justo a partir del minuto 24, en una larga y magistral secuencia, los asistentes a un simposio internacional abren sus paraguas; paraguas y más paraguas. Grandes, enormes y negros paraguas, especiales para caballeros rancios. En medio del chaparrón se suceden un ataque, una huida, una persecución, un sindiós bajo la lluvia. Que cae y cae y sigue cayendo, gloriosamente.
Nos adaptaremos, claro que sí. Es previsible que intentemos adaptarnos a la sequía y a todo lo que venga, porque esa es la historia del género humano desde que saltó de la charca primigenia nuestro antepasado, el bichito: adaptarse para sobrevivir. Así es cómo me adapto a escribir mientras mis cervicales se pisan en carrusel, y me adapto a envejecer, como me he adaptado a vivir jugando con las cartas que tenía.
Habréis advertido que repito la palabra estándar y no uso sus sinónimos, tales como: acomodarse, hacerse, conformarse, encajar, amoldarse, servir y consentir, entre otros. Por no citar el "bailar al son que tocan", que también la acompaña.
Porque lo que no voy a hacer es amoldarme ni, desde luego, conformarme con la única lluvia incesante, la de embusteros, gilipollas, electorales o de cualquier temporada, que cae sobre los restos de mi inteligencia.
Maruja Torres
María Dolores Torres Manzanera (Barcelona, 16...