Puente

Todos sabemos lo que es un puente, la palabra está en nuestro idioma desde que un hispano malhablado decidió diptongar el pontis latino. Y junto a los puentes sobre los ríos, tenemos hoy puentes de mando en los barcos, puentes aéreos, puentes en los instrumentos de cuerda y en las dentaduras. Y, cómo no, el puente festivo que muchos disfrutarán desde hoy, que llegó al diccionario más tarde, en 1925, como "día puente", concepto que se incluye entonces como galicismo. Como los otros puentes, la palabra puente ha evolucionado. En principio era un día entre dos festivos, hoy es también el día añadido a un festivo. Y al de la Constitución, cuando el 6 y el 8 de diciembre caen en martes y jueves, lo llamamos acueducto, aunque la palabra no registra aún esta acepción en el diccionario.

Tenemos dos verbos referidos a los puentes: uno es pontear, construir puentes; otro es puentear, que es hacer un puente en un circuito eléctrico, registrado en 1970, o recurrir a una instancia superior saltandose la que corresponde en la jerarquía, esta entró antes de ayer, en 2001. El puentear para hacer puente aún no está en el diccionario. Aunque sí que entró el puenting, un engendro lingüístico entre el inglés y el español, espanglish puro. Y después están los pontífices que literalmente nombra a los "constructores de puentes", pero metafóricamente se la apropiaron los sacerdotes romanos por considerarse puentes entre los hombres y los dioses. El jefe de todos era el pontifex máximus, título que nació en los templos, asumió después el emperador romano y, más tarde, el papa católico, el sumo pontífice. Y, como a césares y papas no se les rechistaba, nos quedó el verbo pontificar para aquellos que creen que sus opiniones o principios son dogmas. Y estos proliferan como florecillas en primavera.