De Jaime Gil de Biedma a Tim Burton: los referentes de Diego Pinillos contra el acoso escolar y la homofobia
Diego Pinillos, guionista de cine y televisión, nos presenta Felices como Bestias, una invitación a no despreciar la vida de provincias. Un homenaje a todos esos hombres que vivieron en la sombra su sexualidad, que lucharon en sus diferentes Segovias particulares. Una historia de reconciliación con los grises del pasado
De Jaime Gil de Biedma a Tim Burton: los referentes de Diego Pinillos contra el acoso escolar y la homofobia
"La puntualidad es el ladrón del tiempo", escribrió Oscar Wilde en El retrato de Dorian Gray. Después de leer a nuestro invitado tenía una sensación que confirmé: había llegado veinte minutos antes de la hora fijada para la entrevista, pero esperó pacientemente en la calle y no entró hasta la hora en punto. Ni un minuto más ni un minuto antes de lo previsto. Contrariamente a lo que opinaba el escritor irlandés, la puntualidad no es una pérdida de tiempo.
Nuestro invitado es Diego Pinillos, un segoviano graduado en Historia y licenciado en Guion por la Escuela de Cine y Audiovisual de Madrid. Es guionista de cine y televisión, ha trabajado en series como Veneno y ahora debuta en la novela. Diego viene de presentarla en Segovia, donde se desarrolla la trama principal de Felices como bestias, en Alianza De Novelas. Nos cuenta la historia de un joven de 26 años que, tras quedarse sin trabajo, sin dinero y con el corazón roto, decide abandonar Madrid y buscar refugio en su Segovia natal, de la que siempre había tratado de huir. Como hemos advertido en numerosas ocasiones en La Hora Extra, para debutar en la novela hay unos ingredientes muy recurrentes: autoficción, regreso al pueblo de la infancia y la muerte de nuestros seres queridos, especialmente el padre o la madre. "Podéis escribirme de lo que queráis, pero no del joven que vuelve al pueblo, por favor", le dijo su amigo y escritor David Muñoz. Diego no le ha hecho caso, igual que a Oscar Wilde, pero aquí le ha dado una vuelta, el pueblo no es un lugar de salvación, advierte Pinillos, sino un lugar con el que tiene que reconciliarse.
Además, la historia tiene algo original y es la forma en la que está narrada. El narrador se dirige en todo momento al protagonista de la novela, como una especie de Pepito Grillo. "Esto te va a molestar, pero eres mucho menos especial de lo que crees", así comienza Felices como Bestias. La voz más difícil de escribir es la segunda persona, se te agota el cerebro, nos decía Eva G. Sáenz de Urturi. Eso lo ha aprendido también Diego en clase de escritura creativa, con Silvia Herreros de Tejada. "Esta segunda persona está en bastantes poemas de Jaime Gil de Biedma y me parecía una forma de referirse a uno mismo que tenía muchísima potencia, es esa voz con la que todos nos hablamos y nos llamamos imbéciles a nosotros mismos. Ha sido complicado replicar esa voz, nivel, editorial y literario, pero aposté por ella y estoy contento", dice. "Me ha permitido también distanciarme un poco del concepto de autoficción, soy un gran lector de autoficción, pero necesitaba que fuera diferente a mí en muchos sentidos y que me diera libertad. Jaime Gil de Biedma, cuando escribe sus poemas, tiene también esa necesidad, por otras razones, porque era un homosexual en el Franquismo. Yo no quería caer en la autocompasión".
Felices como bestias es un homenaje a Jaime Gil de Biedma. El protagonista regresa a su pueblo y en el cementerio de La Nava de la Asunción, donde está enterrado el poeta, se encuentra con su fantasma.
Durante mucho tiempo estuve buscando un referente, porque si algo me ha faltado, sobre todo a nivel LGTB en Segovia, han sido referentes. He sufrido homofobia, como muchas otras personas, pero hay otra violencia invisible, que es esa falta de referentes. Parecía que la homosexualidad no existía, ningún amigo de mis padres, ningún familiar o profesor lo decía, no había nadie. Los que hay se suelen ir a grandes ciudades como Madrid o Barcelona. He tenido que buscar mis referentes de manera literaria. He sido un gran fan de Oscar Wilde, porque fui un niño gótico, pero con Wilde tenía una distancia temporal, murió a finales del siglo XIX, y de espacio, era un irlandés que vivía en Londres. Pero Jaime Gil de Biedma era español y más cercano a mí en el tiempo, se murió solo tres años antes de que naciera. Y tenía una idea de la sexualidad masculina muy elegante, era irónico, casi aristocrático y vivía una sexualidad en la sombra. Me gusta Jaime Gil de Biedma porque es un personaje en las sombras, lleno de claroscuros. Yo también he tenido que vivir mi sexualidad en la sombra. Hasta viviendo en Madrid he seguido ocultando una parte de mi vida en Segovia. Eso te hace vivir la sexualidad y el amor de una forma muy sórdida, escondiéndote todo el rato. Y no menos importante, Jaime Gil de Biedma estaba enamorado de la provincia de la que yo había tratado de huir toda mi vida.
Es lo que Pinillos describe en la novela como una adolescencia gris, parecida a la que describió Jota Linares en su debut literario, otro regreso al pueblo de la infancia. Entre esos referentes literarios, en la historia aparecen también Víctor Hugo, Sartre, Dumas, Annie Ernaux, Machado, Lorca, Zambrano, Jaime Salinas, los hermanos Goytisolo, Ana María Matute o Terenci Moix, un montón de escritores, la mayoría de la segunda mitad del siglo XX, que han dejado huella en su camino. Otro de sus referentes es Tim Burton. En una entrevista en la Cadena SER, Tim Burton nos dijo que los traumas de la infancia, aunque los superes o te enfrentes a ellos, te acompañan toda la vida. ¿El gris acompaña toda la vida?
Sí, de hecho es muy triste que yo cada vez que pienso, sobre todo en mi adolescencia en Segovia, me la imagino siempre gris. Y Segovia tiene muchos días nublados, pero no es una ciudad del norte y tiene mucho sol. Pero siempre la recuerdo gris, con inviernos larguísimos, con tardes de viernes eternas, porque el ocio es muy complicado en esa ciudad y tienes pocas opciones más allá de irte a beber en botellones y la gente divirtiéndose a base de peleas. No toda Segovia es así, pero muchos adolescentes nos sentíamos empujados a eso, a beber para combatir el frío y el aburrimiento.
Tim Burton es mi primer gran amor con el cine. Al igual que con Jaime Gil de Biedma, que me dió a conocer otros autores, con Tim Burton he descubierto todo el expresionismo alemán, a Jan Svankmajer y los marionestistas checos, que me fascinan, o a Fellini, que es mi director preferido. Todo ha sido a partir de él y de cómo interacciona él con sus propios monstruos, buscando en ellos sus referentes, su estética, su manera de estar en el mundo. Cuando eres un chico de Segovia, que te sientes rarísimo por muchas razones, no solo por ser gay, en un mundo completamente ordenado en el que no se puede destacar, porque si destacas eres señalado, eres Eduardo Manostijeras. Eduardo Manostijeras puede suceder en una urbanización de California y podría suceder en una ciudad de provincias.
Felices como bestias es un homenaje a la vida de provincias, a no despreciar la vida de provincias. "Y a todos esos hombres bailando juntos para espantar los demonios con los que lucharon en sus diferentes Segovias particulares". Una búsqueda y reivindicación de la identidad, hoy marcada por las redes sociales y las aplicaciones de citas, como Grindr, "llena de náufragos", escribe. También se puede buscar la identidad en estas aplicaciones, como nos contó Marta Jiménez Serrano en La Hora Extra. Pero no tiene nada que ver una ciudad grande con lo que Pinillos describe en su novela: personas que no muestran su rostro en la mayoría de ocasiones, que viven su sexualidad en la sombra y a 70 kilómetros de distancia.
Este es un alegato también a decir que mi reconciliación con Segovia ha venido en gran parte de entender que la culpa no era propiamente de Segovia. La culpa es de un modelo de España que vacía unas zonas con respecto a otras. Madrid y Barcelona molan muchísimo, tienen mucha diversidad porque estamos todos aquí. Es muy fácil decir "vete a vivir a Segovia", pero es difícil por trabajo y por una manera de relacionarnos sexoafectivamente. Esto tiene que cambiar y no solo por la gente, sino sobre todo a través de políticas públicas que incentiven que haya un trabajo más cultural, que haya más diversidad, que la gente esté más informada. En la presentación del libro en Segovia me di cuenta de que mucha gente se sorprendía de la soltura con la que hablaba de determinados temas, se quedaban en shock.
Influenciado por la escritura cinematográfica, la historia va saltando en el tiempo y está atravesada por referencias literarias, audiovisuales y musicales. Los capítulos llevan por título las canciones de 'El viaje de Copperpot', de La Oreja de Van Gogh.
Para mí es el primer encuentro real con la poesía, porque es poesía al final, es texto rimado. Era la primera música que era solo mía, que ponía en el coche una y otra vez, para pesadilla de mis padres. Es este primer gran encuentro con la emoción, el símbolo y la metáfora. Me parecía que para retrotraerme al pasado, no podía tirar solo de Jaime Gil de Biedma y de Antonio Machado. ¿Qué tipo de personaje construye su identidad solo a partir de ellos? Estamos influenciados por esa cultura pop, las series, el cine, la música y creo que La Oreja de Van Gogh y en concreto ese disco son claves para entender mi propio pasado. Yo escuchaba esas canciones y no las entendía, pero las cantaba. Cuando me distancié de esa música y volví a escucharlo, habiendo vivido esas experiencias amorosas, desastrosas y de ausencias, conecté. Esas canciones me retrotraían a mi pasado y al mismo tiempo me hacían entender lo que estoy sintiendo ahora. Amaia Montero es mi magdalena de Proust.
Estos son algunos de los asuntos sobre los que hemos conversado con Diego Pinillos, pero hay más y también más canciones y referentes literarios en Felices como Bestias, así que te invitamos a escuchar la entrevista.