El rey rana
"Esa gente, que como todas las familias reales exhibe sin pudor su disfuncionalidad y sus abominaciones (el tío Andrés, por ejemplo), vive en otro planeta y actúa en consecuencia. Cualquiera de nosotros se sentiría alienígena si tuviera un sirviente encargado de plancharle los cordones de los zapatos. O tanto peloteo alrededor."
El rey rana
03:20
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1683351501472/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
A casi todos nos gustan los espectáculos de la monarquía británica. Ahí estamos, contemplando sus ceremonias. En eso son muy buenos. Y una coronación no es algo que se vea todos los días. Esa gente, que como todas las familias reales exhibe sin pudor su disfuncionalidad y sus abominaciones (el tío Andrés, por ejemplo), vive en otro planeta y actúa en consecuencia. Cualquiera de nosotros se sentiría alienígena si tuviera un sirviente encargado de plancharle los cordones de los zapatos. O tanto peloteo alrededor.
Hará unos 50 años, una perra corgy de la reina Isabel tuvo una aventurilla con un dachshund, o perro salchicha, de su hermana, la princesa Margarita. Del asunto nació una camada de cachorros que en cualquier otra situación habrían sido perrillos normales, mestizos, también llamados canelos. Pero con propietarios de tan alta alcurnia se estableció de inmediato una nueva raza llamada dorgy. Y se puso de moda, aunque los pobres animalitos sufrieran mucho de la espalda.
Conste que a mí la difunta reina Isabel me caía bien. Alguien que todos los días de su vida comienza el desayuno con un pelotazo, y no es estibador ni guionista de Hollywood, merece mi interés. El pelotazo en cuestión era una mezcla de ginebra y dubonnet, un aperitivo francés. Es curioso que Isabel y su madre, tan amantes de lo escocés, no bebieran whisky y fueran, en cambio, muy aficionadas a la ginebra.
El peloteo a los Windsor suele incluir dar su nombre a una nueva rosa, o a un asteroide recién descubierto, o cosas así. Al rey que ahora coronan le dedicaron algo más prosaico: una rana. Una rana que sólo se encuentra en una pequeña comarca de Ecuador, que carece de especial notoriedad (salvo unas manchitas de color naranja) y que está a punto de extinguirse. La rana fue bautizada como Hyloscirtus Princecharlesi. Al saberlo, Carlos de Inglaterra dijo que se había convertido en un “príncipe rana”. Que viva el rey rana.