La muerte de un hijo es como un ictus: tienes que aprender a vivir de nuevo

Madrid

Daniel dice que tiene dos hijos, Dani de 22 años, y Marc que vive en otra dimensión pero lo sigue sintiendo a su lado. "Lo imagino en esa otra dimensión feliz, con mi padre, que le cocina recetas con bacalao" se refiere a su padre, el escritor Manuel Vázquez Montalbán, que falleció hace 20 años. Hablamos, frente al mar, de lo que significa la pérdida de un hijo; un mordisco del que nunca te recuperas. "Nada llenará el hueco que ha dejado Marc, sigo sintiéndolo a mi lado, de la mano, acompañándome aquí frente al mar mientras hablamos o cuando voy en moto recorriendo el mundo". La vida de Marc fue una lucha contra la muerte desde el momento de su nacimiento, padecía dos enfermedades raras y gran parte de su vida la pasó en hospitales. Daniel alaba la lucha, fuerza y tesón de la madre, Celine Rodríguez Limón, que jamás se rindió y luchó como "una madre leona" para sacar adelante la vida de Marc. "Era el gran amor de Marc. Le decía que era la mujer de su vida". Este libro es un homenaje a ella, a Marc y la magia que desplegaba a su alrededor, porque a pesar de lo que había sufrido "era capaz de ser feliz con las cosas más básicas". Esa es la lección de vida para Dani, que un simple zumo de piña se convierta en toda una fiesta. Es un libro que habla de la muerte de su hijo, pero en realidad es un canto a la vida. Porque a Marc le gustaba la vida y sabía cómo disfrutarla y hacer especial a todos quienes le rodeaban. "La belleza del libro está en Marc. Escribir el libro fue casi una necesidad. Sobre todo contar que una vez a principios de este siglo hubo un niño, que se llamaba Marc Vázquez Rodríguez, que fue un niño fantástico y lleno de luz". El Príncipe y la Muerte (Ed. Folch&Folch)

La importancia de tener un techo para jóvenes migrantes

El abogado de la ONG Noves Vies, Albert Parés, ha conseguido una medida cautelarísima del juez para que, de formal provisional, regularice la situación de un joven que iba a quedarse en la calle. Llegó de Gambia con 17 años, y entró en un centro de menores. Allí teóricamente se inició el expediente para regularizar su situación. Pero nadie le decía nada. Y en abril, cuando cumplió los 18 años, se le notificó que se iba a quedar en la calle. Sin posibilidad de tener ninguno de los derechos que la ley le reconoce. A la espera de la resolución de este caso, nos fijamos en la situación de otros jóvenes como él. El 21% de las personas sin hogar que viven en España tiene entre 19 y 29 años. Y de estos, el 79% son extranjeros. El proyecto Futuro&Co, financiado con los fondos europeos Next Generation, trabaja con estos jóvenes para que lleguen a ser personas autónomas fuera de los recursos institucionales (el Estado y las ONGs). Y empiezan por lo más básico e importante: darles un techo. Isabel Bolaños ha estado con algunos de ellos en uno de los pisos de Madrid en los que ahora viven. Así pueden pensar y trabajar por su futuro, y no concentrar sus esfuerzos en la supervivencia de la calle.