El bar Esperanza
Eso es lo que piden los vecinos en el libro cuando hablan con el autor. Que tu entorno esté un poquito mejor, que la vida sea un poco más amable, que nos la hagamos amables los unos a los otros, que tengamos cuidado con los demás

Madrid
Ya publicó hace unos años 'Vatio', que era una crónica impresionante sobre el Madrid de Antonio Vega, y ahora ha escrito un libro que golpea la espina dorsal de un problema de primer orden. En 'El puente de los suicidas' aparecen personajes reales. Muchos. Uno de ellos es Paco. Es el portero de Segovia 22, al que la policía le daba mantas para tapar los cadáveres porque los vecinos protestaban cuando se despertaban y los veían. Ocho muertes al mes, a finales de los años 90. Paco se despertaba escuchando a gente llorar ocho días al mes. Un hombre en aquella época pintaba una cruz negra en los pilares que era borrada inmediatamente para evitar el efecto contagio. Y lo fantástico de este libro es que no es un libro dramático, no es negro, no es un libro lacrimógeno, ni tampoco es un libro pesimista. Deja un mensaje muy actual, deja un mensaje radicalmente moderno. Ese mensaje es el bar Esperanza. El bar Esperanza es el bar que está pegado al puente en el que algunos suicidas se van a tomar la última y a veces escuchan o presencian algo que evita el salto. A veces, sólo a veces, se necesita que tu entorno esté un poquito mejor. Eso es lo que piden los vecinos en el libro cuando hablan con el autor. Que tu entorno esté un poquito mejor, que la vida sea un poco más amable, que nos la hagamos amables los unos a los otros, que tengamos cuidado con los demás, que los cuidemos o que al menos no los atropellamos, que por lo menos todo el mundo, también el más desesperado, tenga siempre una última oportunidad. Por ejemplo, llevar ese bar Esperanza.

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario...




