Cannes 2023 | Michael Douglas: "Solo el Oscar me permitió salirme de la sombra de mi padre"
El actor recibe la Palma de Honor en Cannes por toda una carrera dedicada a la interpretación con papeles históricos como el de 'Instinto básico' y 'Wall Street'
Cannes
El cine y la literatura nos ha contado los grandes dramas y tragedias de familias con poder, éxito y dinero. Padres castradores con sus hijos, hijos rebeldes y contestones y traumas familiares que tiene que ver con el ego y la vinculación familiar. Nada de eso ocurrió entre Michael Douglas y Kirk Douglas, al menos eso deja claro el actor. "Estaría muy orgulloso de esto", decía el actor en un encuentro con la prensa en el marco del certamen.
Hijo de una estrella del cine clásico, le llamaban el hijo de Espartaco, por el personaje que su padre interpretó y por el papel que jugó en el Hollywood de las listas negras y el macartismo. Douglas se queja, eso sí, de no haber visto mucho en su infancia a su padre. Siempre rodando, absorbido por el trabajo, error que volvió a cometer el hijo pródigo. Ese es precisamente el documental que se presenta en Cannes y que acompaña el premio honorífico que recibe aquí en el certamen francés. "Ver esas escenas en el gran palacio, en una pantalla enorme... fue un poco abrumador para mucha gente. Tuvimos una cena muy silenciosa después, todo el mundo estaba como digiriéndolo", decía en referencia a un fantástico vídeo que preparó el festival y que mostraba un resumen de lo mejor de su carrera.
"Hay festivales y luego está Cannes", decía el actor que reconocía que aquí las fiestas son muy buenas. En cualquier caso, Cannes fue un festival muy especial para él. Vino por primera vez con El síndrome de China, depués en 1992 presentó Instinto básico de Paul Verhoeven. También con Un día de furia pisó la Costa Azul. Fue presidente del jurado, premiando ex aequo a Kurosawa y a Bob Fosse, y regresó con Behind the Candelabra, una película para HBO que dirigió Steven Soderbergh y en la que Douglas interpretaba al legendario pianista gay Liberace. El actor se emocionaba en la rueda de prensa, pues era su primera aparición pública y su primer trabajo tras superar un cáncer de garganta. “Me esperaron para rodar esta película a que me curara del cáncer”, decía delante del director y de Matt Damon, el actor que hacia de su joven amante.
Con Soderbergh ya había trabajado en Traffic, película importante para el actor porque le permitió combatir el tráfico de drogas desde su posición de estrella mundial y, además, conoció a Catherine Zeta Jones, su segunda mujer y madre de dos de sus hijos. Las drogas han sido un tema importante en su vida, el único del que evita hablar. Ya en la universidad su padre intentó alejarle de ellas. Después, en lo más álgido de su carrera también necesitó desintoxicarse. Traffic le lanzó al activismo político en contra de ellas.
Antes de llegar a todo esto, Michael Douglas tuvo una carrera atípica. Hijo de una estrella de Hollywood y de una actriz de teatro, era el mundo que conocía. Fue a la universidad en California, se hizo hippie, luchó contra la Guerra de Vietnam y se apuntó al teatro. Cuenta que su primer papel como actor fue una performance política, entrando de clase en clase y simulando que era atacado igual que los vietnamitas por el ejército americano. Hacía mucho teatro y su padre intentaba ir a verle. Una vez, Kirk Douglas le dijo que era malísimo. Algo que el hijo recuerda con cariño. “Era cierto, hice un monólogo malo en Mucho ruido y pocas nueces”.
Su padre le dio un trabajo en uno de los rodajes en los que estaba metido y descubrió el gusto por el cine. Como actor debutó en la televisión y después se hizo productor. Ganó un Oscar por Alguien voló sobre el nido del Cuco y después se lanzó a producir una historia mucho más política con Jane Fonda, El síndrome de China. La película provocó las protestas del lobby de la energía nuclear.
Fue el protagonista de dos comedias románticas que también produjo, Tras el corazón verde, y La joya del Nilo. Después llegó el papel de su vida, el de Gordon Gekko en Wall Street, película de Oliver Stone que cuestionaba el neoliberalismo salvaje de la era Reagan. “En aquellos momentos no me daba cuenta de la importancia de esa película. Fue un fenómeno, por la calle, muchos me decían que habían empezado un negocio gracias a mí”, cuenta en el documental. Con ese papel ganó el Oscar como actor. “El Oscar significaba que había salido de la sombra de mi padre. Además era el reconocimiento de mis compañeros”. Compañeros, a los que ha querido dirigirse, sobre todo a los guionistas americanos, ahora en huelga, un tema que espera que se resuelva pronto. "Es una reivindicación legítima por haber estado cobrando sueldos mínimos", decía.
Sin embargo, además de los premios, el personaje de Gekko le abrió la posibilidad a interpretar a personajes maliciosos, que sobrepasan la linea que separa el bien y el mal. “Actuar es mentir”, deja claro el actor. Es entonces cuando llegó esa especie de trilogía interpretativa de tipos perturbados sexualmente, que le convirtieron en un sex symbol. Atracción fatal con Glenn Close fue la primera. La segunda, Instinto básico, con Sharon Stone. La tercera, Acoso, con Demi Moore.
Un día de furia, Black Rain, The Game, La guerra de los Rose, A chorus line… son otros títulos destacados de su filmografía. En los últimos años Douglas dice que lo que ha buscado eran cosas que no había hecho nunca, películas en las que aprender. Nunca había rodado con una tela verde y, por eso, se lanzó a salir en Antman, película de superhéroes. "Te sientes como un completo idiota y luego lo ves y dices ¡guau es fantástico!", contaba. Nunca había hecho comedia y por eso dijo sí a la serie de Netflix, El método Kominsky, en al que interpreta a un actor retirado, que da clases a los jóvenes. El último proyecto que tiene en marcha también supone algo que nunca había hecho: una película de época. Se trata de Franklin, una miniserie de Apple que lo llevó a rodar a Francia para meterse en la piel del padre fundador estadounidense Benjamin Franklin.