Volvemos a las cosas de beber
Y mientras, como si oyera no llover, la Junta de Andalucía vuelve a la carga. A la carga contra Doñana, a ver si logra su empeño, a ver si de una vez por todas destruye el parque ejemplar de la biodiversidad europea
Volvemos a las cosas de beber
Barcelona
Tras casi una semana de excursión con el PP y su nostalgia de los terroristas, igual podemos volver a hablar de las cosas de comer. O mejor, de beber. La ONU acaba de emitir un informe en el que calcula que la temperatura global se disparará en los próximos cinco años, por encima de los niveles de 2.016, un récord histórico. Para los negacionistas del cambio climático, hay que recordar que eso significa problemas de salud, de seguridad alimentaria, de gestión de agua cada vez más escasa, de medio ambiente. Un problema global, de civilización, de supervivencia de la especie, cuyo enunciado debería bastar para que todos nos agrupásemos a la hora de combatirlo. ¿Cómo? Gestionando mejor, siendo más eficientes y ahorrando agua.
Y mientras, como si oyera no llover, la Junta de Andalucía vuelve a la carga. A la carga contra Doñana, a ver si logra su empeño, a ver si de una vez por todas destruye el parque ejemplar de la biodiversidad europea. Ahora autoriza, en principio, una locura de macro-urbanización junto a Trebujena, al ladito de Doñana. Con su campo de golf, sus complejos hoteleros de lujo, sus 300 viviendas de superlujo, su camisita y su canesú: todo en un terreno que al mismo tiempo que es inundable, está prácticamente desertizado, que una cosa no quita la otra. Por suerte, la democracia es multigobernanza: hay poderes que pueden impedir esa locura. Ya lo ha anunciado el Gobierno. Y la Confederación del Guadalquivir vetará el desmán. No autorizará el uso de su agua para esas ensoñaciones. Lo terrible es que alguien las trame.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...