El final de la contraseña clásica: ahora nuestro cuerpo puede ser nuestra mejor llave de acceso
El fin de las contraseñas clásicas está dejando paso a la identidad biométrica como alternativa de seguridad. Varios expertos explican en la Cadena SER por qué nos fatiga cambiar la contraseña, y qué nivel de seguridad tiene la identificación por la huella dactilar, el iris de los ojos ...
Reportaje EP73 | Las contraseñas tienen las horas contadas
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Madrid
Imagínese esta escena. Usted quiere "hacer un bizum" a su hijo que tiene prisa por recibir el dinero. Así que abre en su teléfono móvil la aplicación de su banco online. Va a introducir su contraseña, pero la aplicación le dice que no es la correcta y le obliga a poner una nueva. Le ofrece una contraseña segura de números, letras y símbolos, pero usted prefiere elegir alguna que luego pueda recordar. Todo este proceso, además, le molesta porque usted lo que quería realmente era enviar el dinero a su hijo y, además, rápido. Y es ahí donde se produce un problema de seguridad y de "fatiga psíquica" que puede acabar provocándonos estrés por la gestión de muchas y variadas "llaves digitales".
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Modesta Pousada, Profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Cataluña, explica a la Cadena Ser que nos cansa introducir o cambiar contraseñas porque nuestro objetivo es otro, "es realizar una operación bancaria o reservar un libro en la biblioteca y, por lo tanto, la contraseña se convierte es un peaje que tenemos que pagar y eso nos incomoda".
Además, los expertos recomiendan cambiar cada cierto tiempo estas claves y crear otras más seguras y robustas, compuestas por símbolos, letras mayúsculas y minúsculas. Contra esto, está la tendencia general de mucha gente que tiende a crear una credencial que pueda recordar y que está relacionada con su vida diaria.
Olvidamos contraseñas por nuestra función cerebral
Según Modesta Pousada, las recomendaciones de los expertos sobre cómo debe ser una buena contraseña son contradictorios con el funcionamiento de nuestro cerebro y de nuestra atención. Además, muchos usuarios aseguran que ponen la misma contraseña para casi todo porque se les olvida. “Tendemos a olvidar aquello que no utilizamos y eso es adaptativo-asegura Modesta Pousada-. "Yo no recuerdo donde he dejado aparcado el coche hace una semana porque lo que necesito es recordar es dónde lo he dejado aparcado esta mañana". Por tanto -añade esta experta- el olvido es útil, y como no usamos todos los días muchas contraseñas, tendemos a olvidarlas".
El último estudio del año 2022 realizado por la empresa de administración de contraseñas, NordPass, asegura que las dos claves de acceso más utilizadas en el mundo son la palabra "Password", que significa contraseña en inglés, y los números 123456. Junto a estas credenciales, solemos poner nombres o conceptos relacionados con nuestra cotidianeidad.
El director de tecnología de Veridas, Mikel Sánchez, explica que el 80% de los usuarios emplea como contraseñas "fechas especiales, fechas de nacimiento, lugares que nos gustan o el nombre de la mascota del perro”. Y estas claves son fácilmente detectables por los ciberdelincuentes", asegura este analista.
Los rasgos corporales son seguros e intransferibles
Veridas es una de las compañías españolas punteras en identidad biométrica. Esta empresa, con sede en Pamplona, ofrece soluciones de biometría facial, de voz, de verificación de documentos de identidad y dispositivos impulsados por Inteligencia artificial.
Mikel Sánchez opina que este tipo de tecnología es más segura porque cuando ponemos una contraseña clásica "el sistema no puede saber si somos nosotros o es otra persona que nos ha robado la clave o que accede con nuestro permiso". Por tanto, él defiende que la identificación por nuestros rasgos faciales o por la voz es mucho más segura porque "la biometría si permite identificar a una persona por lo que es". Por tanto, permite pasar "de la presunción a la certeza".
La biometría también es atacable, pero menos
La identificación por nuestros rasgos corporales se presenta como uno de los métodos más seguros de acceso a Internet, aunque también puede ser atacable, según el analista de seguridad de la compañía Kaspersky, Marc Riveró. "La identificación facial es más segura que una contraseña clásica. No obstante, eso no impide que un atacante pueda vulnerar eso". "En el pasado, se han conseguido desbloquear teléfonos a través de una fotografía del usuario". Por eso, Riveró recomienda combinar varios elementos en la identificación biométrica. "Junto a la identificación facial habría que añadir otros rasgos corporales como el movimiento de los ojos o el calor que desprende el cuerpo", opina, este experto.
Nieves Goicoechea
La mayor parte de mi carrera la he desarrollado en la radio. También “conocí el poder por dentro” como...