La moda no es más que un rato
En 'El Faro Ropa' el periodista y poeta rescata los recuerdos que le producen la costura y las telas
La moda no es más que un rato
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Cuando pienso en la palabra ropa recuerdo algunas tardes con una de mis abuelas mientras ella cosía. Cosía rodeada de telas. A mí me fascinaba ese ejercicio y la concentración extrema, y la capacidad de hablar mientras estaba a lo suyo, con el acerico, con la aguja, con el dedal, con la máquina después, con los retales. Es algo hermoso y primitivo. De todo aquello sacaba ropa. Ropa estupenda. Me gustan las sastrerías por eso mismo. Hay unas páginas espléndidas de Gay Talese recordando la sastrería de su padre en Nueva York, cómo en aquel caos de hilos se resolvía finalmente el orden perfecto de un traje, de una chaqueta, de un pantalón. La ropa lo dice todo de uno. La ropa vale para un poema de amor o desamor, como el que le escribió Idea Vilariño a Juan Carlos Onetti: "Ya no será/ ya no/ no viviremos juntos/ no criaré a tu hijo/ no coseré tu ropa/ no te tendré de noche/ no te besaré al irme/ nunca sabrás quién fui por qué me amaron otros".
Con el paso del tiempo conocí otros sentidos de la ropa. Hay gente que va vestida de desnudez. Y a mí esa gente me gusta. Ropa una palabra muy elástica. Y cuando menos te lo esperas va diciendo de ti más cosas que tú. Hay quien le da importancia a la ropa y quien se la quita. Lo más confuso, me parece, es eso de ir a la última moda, porque la moda no es más que un rato. Otra cosa es el buen estilo, y para eso no sólo basta con la ropa sino con condiciones que ya las apuntó el poeta Horacio: Culto pero no pedante; cortés pero no ceremonioso; rural pero no rústico.
La ropa es una manera de presentarse ante los demás. Pero la ropa es algo que va más allá. Vivir tiene mucho de ejercicio de telar, donde antiguamente se trabajaban prendas de ropa. Hacer y deshacer. Hilvanar, coser, descoser. Penspuntear, tomar medida a las cosas, remendar, zurcir, bordar... Así vamos haciendo camino, así nos vestimos y nos despojamos.