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Cartas desde el techo del mundo

Celebramos el 70 aniversario del ascenso al Everest con cartas e historias vinculadas a las montañas con voces anónimas y consagradas como la del alpinista Sebastián Álvaro por su libro "EVEREST 1924"

Cartagrafías: Cartas desde el techo del mundo

Hace unos días Carlos Boyero nos habló de la película "Las ocho montañas", basada en el libro del mismo nombre, un relato magnífico sobre la amistad, de amor por la naturaleza y hoy, ya que además se cumple el 70 aniversario de la primera ascensión al Everest, le vamos a dar valor a algo tan particular como es escribir una carta desde la cima de una montaña. Alpinistas, aventureros y pioneros de la exploración han acudido -o acuden todavía- a la correspondencia cuando no existe otro recurso posible de comunicación en determinadas latitudes y alturas. ¿Se imaginan escribir una carta a miles de metros de altitud y que llegue a su destino?, ¿conocen los llamados "buzones alpinos" instalados en las cimas de las montañas?, ¿que se conserva correspondencia vinculada a los grandes escaladores de la historia? La montaña es un buen espejo al que mirarnos como individuos y como sociedad.

Todo esto arranca, por un libro que nos ha llegado, firmado por un ingeniero y alpinista de Sabadell, Óscar Masó, que ha recopilado la historia de los conocidos como "buzones alpinos" con cartas y mensajes compartidos desde las alturas. Los primeros buzones alpinos datan en España de 1912, estaban en la Sierra de Gredos, y se llegaron a registrar más de 400 en distintos puntos de nuestra geografía. Muchos han desaparecido por actos vandálicos o falta de uso pero en lugares como Euskadi todavía se utilizan. En origen servían para certificar las hazañas de los montañeros, para que pudieran comunicarse entre ellos o compartieran con el mundo esas sensaciones tan increíbles que experimentan al alcanzar una cumbre. Sus mensajes podían publicarse en periódicos de la zona, los utilizaban para atraer turismo -a principios del siglo XX esto de ir al monte era una rareza- o se enviaban al destinatario indicado. En la Sierra de Madrid, por ejemplo, había una red de buzones en colaboración con Correos que funcionaba casi como un servicio postal convencional. En "Libros de cima, una historia de pasión y conquista"ace un recorrido por historias registradas en montes o lugares inhóspitos.

El alpinista inició esta curiosa investigación porque él y su hermano, cuando escalaban, colocaban pequeños recipientes en las rocas con notas para que los leyeran otros montañeros y se animaran a escribir sus propios mensajes... generando curiosas cadenas que terminaban incluso dando pie a encuentros en persona. Al comprobar su fuerza comunicativa, decidieron investigar todo esto.

Recopilan cartas de personajes más anónimos y también de alpinistas más mediáticos como del español César Pérez de Tudela que ocasionó, en 1971, un conflicto internacional al llevarse el libro de firmas y cartas del Aconcagua para certificar su subida. Otro montañero había puesto en duda una hazaña anterior -se había propuesto llevarse la cruz de la cima pero pesaba mucho-. Tras el cruce de varias cartas, tuvo que devolverlo al Gobierno Argentino y es célebre su misiva titulada "Pido perdón a los montañeros". Encontramos también en este libro, cartas escritas con sangre a falta de bolígrafo, testamentos...Relatos sobre escaladas sin cuerda o mensajes de mujeres pioneras en alcanzar cimas como el de una chica americana que en 1858 le cuenta a su madre la doble sensación de triunfo que tiene tras haber coronado una montaña.

Al principio estas hazañas eran patrimonio exclusivo de hombres hasta que las primeras mujeres fueron abriendo camino. En España, tenemos a Edurde Pasabán que fue la primera mujer en conseguir subir a los 14 picos más altos del planeta. Edurne contaba en una entrevista que sigue recibiendo cartas de admiración de niños desde todo el mundo. Ella compartió cartas, al igual que otros muchos alpinistas, con una mujer que tiene una historia muy interesante: la norteamericana Elizabeth JOLEI, conocida como la cronista del Himalaya, que mantuvo registros meticulosos de escaladas durante más de medio siglo sobre el terreno... Si un alpinista quería demostrar que había logrado una hazaña tenía que hablar con ella por diferentes vías... Donó su correspondencia que es un documento periodístico único. Pero nos quedamos con las palabras de una aventurera de Navarra que representa el despegue de la escalada de dificultad femenina: Miriam García Pascual. Ella desapareció, tras una avalancha, en el Pico Meru de La India en 1990. Están en su libro, publicado de manera póstuma, considerado "El Principito" de la montaña: “Bájame una estrella”. Retrata sus ascensiones por diferentes puntos de América y su personalidad.

Cuántas veces se les pregunta a estos aventureros si merece la pena jugarse la vida por alcanzar una cima. Solo en el Everest, la cumbre más alta del planeta, el gran reto de los alpinistas, ahora saturado de turistas, han perdido la vida más 300 personas, según los registros oficiales. Otro grande del alpinismo, Sebastián Álvaro, ha publicado con "Desnivel" un libro, "EVEREST 1924", que en otras cosas, se centra en los primeros aventureros del Everest y particularmente en el gran escalador británico George Mallory, que desapareció en sus faldas junto a su compañero de cordada, Andrew Irvine, en 1924. Siempre se ha debatido si fueron ellos los primeros en subirlo y no "Edmund Hillary" el 29 de mayo de 1953. Reconstruye los pasos de Mallory con mucha precisión, repasa su vida, cómo la tragedia de la Primera Guerra Mundial marcó a su generación, y las distintas expediciones que lideró antes de la definitiva. Sus cartas compartidas especialmente con su mujer, son fundamentales en el relato. Sebas nos lee un fragmento de una de las más especiales: cuando contempla por primera vez el Everest.

Durante mucho tiempo se buscaron los cuerpos de los dos alpinistas y una cámara de fotos que llevaban durante su ascensión por si conservaba una imagen tomada desde la cima que probara su hazaña. En 1999, gracias a pistas dadas años atrás por un alpinista en una carta, y las altas temperaturas, encontraron el cuerpo momificado de Mallory a más de 8.000 metros de altura, de espaldas, con la cuerda que le unía a su compañero rota. Estaba muy bien conservado por el frío. No encontraron la cámara pero reconstruyeron sus últimos momentos... todo apunta a que el fatídico accidente fue durante la bajada. Unas anotaciones en un papel, que no llevara la foto de su mujer ni cartas suyas han servido para reforzar la teoría de que seguramente él y su compañero lograron alcanzar la cumbre tal y como nos cuenta el propio Álvaro.

El propio Sebastián Álvaro también tiene mucha correspondencia personal relacionada con sus viajes. La charla completa la vamos a compartir en cadenaser.com pero nos comentaba que en zonas como el Himalaya solían contratar a porteadores que se dedicaban únicamente a subir y a bajar cartas para estar comunicados. Conserva cartas apasionadas con su mujer e historias con las que podrá hacer seguro otro libro.

Vinculadas a cumbres y supervivencia hay historias de cartas muy emocionantes como las de unos alpinistas vasco-navarros que estuvieron años carteándose con un grupo de montaña polaco que les ayudaron a salir, de una cumbre de Afganistán, tras un accidente, en 1976. De aquel rescate nació una amistad por correspondencia. En 1981, los españoles dejaron de recibir cartas de sus amigos, pensaron que había fallecido en algún ascenso...Gracias a la filmación de un documental, titulado "Mendiak", descubrieron que dejaron de escribirles a raíz de un decreto del Gobierno Polaco que limitaba la correspondencia y recuperaron la relación. La montaña también nos deja muchas historias de solidaridad. Decía James Ramsey, escritor y montañero americano que "la historia del montañismo es la del triunfo del hombre sobre el miedo.

Laura Piñero

Cartagena (1985) Periodista de la SER desde 2009....