Leiva ha tardado 40 conciertos en tener la gira engrasada. No es que haya sonado mal los 39 anteriores, es que el 40 ha sido perfecto. «Hasta entonces modulo el repertorio mucho, porque hay que combatir la rutina. En el momento en el que llevas 20 hay que empezar a variar las canciones. El otro día me di cuenta de que lo teníamos. Teníamos el show bueno», reflexiona durante la entrevista en Hora 25 con Aimar Bretos. «Me di cuenta de que estábamos dentro. El problema de las giras largas es que mecanizas y, cuando eso ocurre, se nota. Lo noto yo, la banda y el público. Lo ideal, para quien se lo pueda permitir, porque es un superlujo, es no tocar mucho, pero hay que vivir», dice. El cantautor enfrenta en las próximas semanas la segunda parte de su gira «Cuando te muerdes el labio». «Hay conciertos aburridos, hay conciertos sufridos, los hay que cantas algo que hacía años que no te representaba y de repente te vuelve a representar. Un texto que vuelve a hablar de ti. Un repertorio suele estar muy vivo y es una pasada», explica Leiva. La pregunta es evidente: ¿en qué ha cambiado Leiva en estos 20 años? «Te profesionalizas, pierdes cosas y ganas otras. En el momento en el que entiendes que alguien paga una entrada, todo cambia. Cuando estaba con Pereza me lo pasaba mejor. Me lo paso muy bien, pero esa responsabilidad sobre tus hombros de alguien que está con su dinerito y lo pone para verte. La mirada cambia, porque la responsabilidad es muy grande. Te das cuenta de la dimensión que tiene y es menos divertido», señala. El cantante ha puesto en valor también el hecho de poder vivir de la música. En 2011 puso fin a su etapa como miebro de «Pereza», grupo del que formó parte desde 1999. «Me voy dando cuenta de lo acrobático que es vivir de la música. Lo acrobático que es poder vivir de la música dos veces. Cuando se separó Pereza hubo un tiempo que lo pasé mal, pero que me vuelva a suceder. Es como que ahora tengo la madurez suficiente para darme cuenta de que es una acrobacia del Circo del Sol. No salgo a los conciertos solo a salvarlos, sino a disfrutarlos», apunta. «Es una suerte un poco absurda, porque es como que te toque la lotería», añade. Cuando Leiva se sube a un escenario tiene «otro escenario en la cabeza». «Te das cuenta cuál es el público caliente y acompañante. A veces tocas para deleitar y en otros países para convencer. Es muy bonito cuando ves a una pareja, ves al fan y al acompañante y te das cuenta de cómo se va transformando», resume. El cantautor se define como contador de historias. «Lo que ha cambiado mi vida son las canciones, ni planes de marketing ni nada, contar historias», señala. Y hace una confesión: «En mis canciones hay mucho de mí porque yo no tengo la capacidad literaria de inventarme vidas. Al final estoy contando más cosas mías de las que yo quisiera. Me gustaría exponerme menos y cuidarme más». En diciembre Leiva culmina su gira en el Wizink Center de Madrid, un escenario que, según reconoce, le «costó mucho» llenar en su día. «Cuando terminan las giras llegan los golpes, es como si un coche va a 180km/h y frena en seco. Hay algo que se rompe. Tu vida se parece muy poco a la vida que quieres y tienes que reconstruirla. Ahí aparecen los fantasmas», dice. «En el último concierto estás un poco volao, es muy difícil porque es una despedida, pero al mismo tiempo una celebración. Me gusta irme, coger ganas, que las cosas no se mecanicen. A veces se te olvida que estás en la música porque lo adoras, no por el retorno», añade. Sin embargo, la música no para, porque Leiva sigue «generando música». Compone para otros artistas, o para películas o produciendo. «Más no sé por dónde pedirlo. Tocar con mis amigos, vivir de la música, hacer los agujeros de mi huerta. Si pides más eres un tirano», dice al final de la entrevista. Leiva habla sin tapujos de aquel momento en el que no le vaya bien. «Es que lo veo. Es una realidad, primero que a mí me ha pasado y que luego es una carrera lógica. No puede ser todo una curva ascendente. La música en este país tiene lo que tiene y nunca estamos exentos de hacer dos o tres discos malos o una gira. Asumo que va a suceder. Me martiriza aburrirme y hacer una cosa de cara a la galería, ejecutar una fórmula», sentencia. Hace unas semanas el humorista Raúl Pérez hizo una de sus imitaciones más especiales y fieles a la realidad. Se puso bajo la piel del cantante Leiva, una interpretación, que en propias palabras de Pérez, le hizo en algunos momentos incluso dudar de que él estaba detrás del personaje. Acompañado de una caracterización increíble, el también presentador de A las bravas se convirtió en viral en las redes sociales por este trabajo y fueron muchos los que le pidieron hacer un dúo con el artista madrileño. Algo que Pérez también ansiaba y que finalmente se ha hecho realidad porque fue el propio Leiva el que le retó a conceder una entrevista los dos juntos. Una petición que ahora ha sido posible en Hora 25.