"Si no se trata pueden morir el 20% de los pacientes": la advertencia de un psiquiatra experto en TCA

A Ana la anorexia le pilló con 13 años. A Laura con 17. Sus padres al princio lo encajaron como un comportamiento adolescente, no como un TCA. Pero llegó la pérdida de kilos, la obsesión por el ejercicio, los nervios antes de la comida. «Es el momento peor. Se ponía a la defensiva. Era desesperante. Todo lo que hiciéramos o dijéramos estaba mal. Hay que armarse de paciencia. Lo bueno en nuestro caso, es que ella pidió ayuda, porque se asustó al ser ingresada en un hospital de Irlanda por un desmayo, y a partir de ahí pusimos los medios médicos y psicólogicos para solucionar el problema», cuenta Juan el padre de Laura, que tiene un mensaje en positivo: «De esto se sale con ayuda pero aprovecho para pedir más apoyos de terapia psicológica en la sanidad pública. Son insuficientes para la cantidad de casos que hay», explica. Y hay un dato elocuente. En España por cada 100.000 habitantes, hay seis psicólogos clínicos, tres veces menos que la media europea. En el caso de Paloma tiene claro que en el caso de su hija influyeron las redes sociales pero algo más. «Es la gota que colma el vaso. Las redes ponen mucha información en cabezas poco amuebladas. Pero los influencers no son sólo los malos. En mi hija casi tuvo, mas presión su círculo, sus iguales, sus amigas, los compañeros del cole, del barrio..» Ana ingresó con desnutrición en la unidad de psiquiatría de adolescentes del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Los primeros días fueron horrorosos, según cuenta, pero de allí Ana salió recuperada y con una lección de vida que las dos recuerdan. «Allí se encontró con chicas y chicos como ella, con mucho sufrimiento pero con muchas ganas de vivir. Y no son locos, son gente muy sensible con la que ella compartió experiencias y momentos de convivencia que le aportaron mucho, sobre todo a ver la vida de otra manera», cuenta Paloma. Es vital detectar los trastornos de alimentación de nuestros hijos cuanto antes. El psiquiatra Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha recordado que, si no se trata, esta patología puede causar la muerte del 20% de los pacientes. La mortalidad baja al 5% si el paciente recibe tratamiento temprano y adecuado. Hay que fijarse en las señales de alarma que, según el psiquiatra, son «actitudes raras alrededor de la comidad, interés desmesurado en preparar lo que comen o en conocer los ingredientes exactos de los platos, tensión e irritabilidad por la comida o desaparecer después de comer». Comer junto a nuestros hijos una vez al día favorece la salud mental. «El que haya un espacio en el que la familia habla de cómo ha ido el día, facilita que los padres detecten pequeños cambios y señales de que algo no va bien», aconseja Arango. Desde la pandemia ha habido un incremento de los trastornos mentales a nivel mundial, en especial de los trastornos de conducta alimentaria que afectan, sobre todo, a las chicas. «Los adolescentes no podían salir de casa ni tenían control sobre nada, y lo único que podían hacer era el control sobre su cuerpo y lo han estado ejerciendo», ha explicado el especialista. Las épocas del año en las que la comida cobra especial importancia, como en navidad, o las estaciones del año en el que mostramos más nuestro cuerpo son especialmente complicadas para las personas que padecen anorexia o bulimia. Según Arango, «son personas prisioneras de su cuerpo y eso hace que lleguen a tener un aislamento social. No quieren salir a comer o a tomar algo con sus compañeros. Ni ir a la piscina o a la playa».