Una investigación internacional revela que ya se han superado siete de los nueve umbrales que permiten la vida en la Tierra
El sufrimiento por el daño al planeta también es desigual
La contaminación, la falta de agua y el clima son solo algunos ejemplos de las líneas rojas que se han cruzado respecto a la habitabilidad del planeta Tierra.
“Se necesitan acuerdos sociales muy amplios para poder abarcar muchos frentes y poder actuar”, alerta la investigadora Noelia Zafra, optimista de cara a la posibilidad de mejorar esos umbrales.
Zafra es una de las investigadoras del BC3, el Centro Vasco de Investigación sobre el Cambio Climático, que han elaborado el informe publicado esta semana en la revista Nature revisando los límites que permiten la vida en la Tierra.
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Hace 14 años, un grupo de científicos identificó nueve baremos que no deberíamos sobrepasar si queremos que este planeta no sea un lugar hostil para la vida. Ahora, esta revisión demuestra que hemos superado siete de los nueve umbrales.
Son sobre todo los umbrales contaminantes, señala Zafra. “El fósforo y el nitrógeno, que normalmente vienen derivados por el abuso de los pesticidas en la agricultura”. También se ha superado el límite del agua. “Estamos en una situación crítica, tanto del agua superficial como subterránea”, alerta.
La vida natural de la biosfera es otro de los límites sobrepasados que pone como ejemplo la investigadora. “La gestión de los ecosistemas no permite conservar su integridad funcional ni tenemos suficiente número de áreas que no estén muy modificadas por el ser humano”.
Además, estamos a punto de superar el límite del clima, que se ha fijado para un grado y medio y estamos en el 1,2. “Imaginaos lo que podría pasar si ya con el 1,2 estamos viendo estos efectos”.
“Hay que mantener un mínimo para que todos podamos vivir”
El informe del BC3 ha incluido un componente de Justicia como principal eje transversal. “Cuando se superan determinados umbrales, no todas las personas, países o grupos sociales se van a ver afectadas de la misma manera”, señala Zafra. Esas desigualdades ya se observan en determinados efectos del cambio climático.
Por eso Zafra insiste en que “hay que mantener un mínimo, no solamente para que sobreviva el planeta, sino para que todos los seres humanos que habitamos en él podamos vivir”.
El estudio establece que para que todos podamos vivir con un mínimo de garantías y se pueda hacer frente a los impactos climáticos, se debe mantener el umbral de superficie del planeta virgen entre el 50 y el 60%, y ahora está muy por debajo.
Los que quedan los mantienen sobre todo los pueblos indígenas y determinadas comunidades locales y rurales que, Zafra subraya, debemos focalizarnos en proteger.
El cambio de nuestro modelo de vida insostenible implica renuncias que son difíciles de transmitir a la población. “Sería importante que se distribuyeran un poco esas renuncias, que no siempre renunciaran los mismos y que unos pocos no puedan tener la posibilidad de hacer determinadas cosas que pueden perjudicar a muchos”, defiende.