A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Opinión

Los milagros de la fe

"El puritanismo, de derecha, de izquierda y de extremo centro, me da grima. Pero es muy probable que, como de costumbre, esté equivocado"

Los milagros de la fe

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Barcelona

Pues al final va a tener razón Winston Churchill. Disculpen el recurso a una cita del célebre estadista alcohólico, cosa que solemos hacer los escribidores mediocres. Pero es que Churchill a veces lo clavaba. Como cuando dijo que los americanos siempre acababan tomando la mejor decisión, después de haber probado y fracasado con todas las otras posibles.

Yo era bastante contrario a la corrección política, especialmente en lo tocante a los libros. Creo que es una tontería reescribir cuentos infantiles, o renunciar a leer obras maestras firmadas por autores infames, y no digamos prohibirlas. El puritanismo, de derecha, de izquierda y de extremo centro, me da grima. Pero es muy probable que, como de costumbre, esté equivocado.

Las prohibiciones, a veces, pueden ser útiles.

Lo que está ocurriendo en el condado de Davis, en Utah, Estados Unidos, me parece esperanzador. Es un lugar altamente religioso y casi el 90% de sus 300.000 habitantes son mormones, es decir, creen en un libro que escribieron en egipcio unos profetas del Far West hace 26 siglos. No me lo tomo a broma, son cosas de la fe. Creen en ese libro y en la Biblia. Para proteger a sus hijos de las lecturas perniciosas, aprobaron una ley que prohibía los libros con contenido violento o pornográfico a los menores de 14 años.

Lo interesante es que el comité escolar tiene que especificar por qué se prohíben ciertos libros a los menores. “Ojos azules”, de Toni Morrison, premio Nobel, quedó bajo llave por hablar de incesto y abusos sobre los niños. “Lolita”, de Vladimir Nabokov, por pedofilia. Ahora, a petición de un padre, el comité de Davies se ha visto obligado por ley a prohibir la Biblia, ya que se explaya en hechos como, abro comillas, “incesto, adulterio, violación, onanismo, mutilación genital, tortura, genocidio” y cierro las comillas porque la cosa sigue.

La verdad, a mí no se me ocurre mejor forma de estimular la lectura en los chicos y chicas de 14 años. En cuanto cumplan la edad podrán ir a la biblioteca pública y no necesitarán buscar autores o títulos. Con la lista del comité les bastará para elegir los libros más explícitos en materia de sexo, violencia y demás elementos narrativos especialmente atractivos en la adolescencia. Puede que empiecen por barbaridades como el Antiguo Testamento y acaben fascinados con Nabokov y la buena literatura.

La fe, ya saben, hace milagros.

 
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