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'Toro salvaje', la película con la que Robert de Niro le salvó la vida a Scorsese

La obra maestra del director neoyorkino regresa a los cines en versión restaurada en 4K. Esta es la intrahistoria de la película que cambió sus vidas

Especial | El reestreno de 'Toro salvaje'

Especial | El reestreno de 'Toro salvaje'

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Madrid

Cleveland, 1941. Jake LaMotta, la gran esperanza blanca de los pesos medios, pierde su primer combate injustamente justo. Nueva York, 1958. En el escenario de un bar de mala muerte, el mismo Jake LaMotta, ahora gordo y deformado, interpreta su show de todas las noches ante una docena de espectadores. Entre una escena y la otra han pasado 17 años. Y sin embargo, nada ha cambiado. LaMotta fue siempre un perdedor. Un hombre condenado a autodestruirse. Nada importa que un día llegara a ser campeón del mundo ni que sus seis combates contra Sugar Ray Leonard acabaran siendo míticos. Por el camino, el boxeador perdió demasiadas cosas. Su esposa, sus riquezas y hasta su dignidad profesional. Sólo cuando empezó a aceptarse a sí mismo, gordo y grotesco, el viejo campeón comenzó a ser feliz. Esta es la historia del Toro salvaje.

Fue Robert De Niro quien a mediados de los años 70 habló por primera vez a Scorsese del libro que contaba la biografía de Jake LaMotta. "Me lo envió uno de los autores, Peter Savage, y la historia me interesó mucho, así que se lo enseñé a Martin. Y aunque a él también le gustó, me dijo que no era el momento para hacer esa película. Así que decidimos esperar a que ese momento adecuado llegara", contaba el actor. Martin Scorsese, poco interesado en los deportes, no se planteaba realmente hacer la película, pero hacia 1979 las cosas se pusieron mal para él. El fracaso de su película New York, New York, el divorcio de su segunda esposa, unido a sus traumas religiosos, le hicieron caer en una profunda depresión. Scorsese abusaba de la cocaína, lo que siendo asmático le llevó al borde de la muerte y tuvo que ser hospitalizada. Pero Robert De Niro no estaba dispuesto a que su amigo se hundiera, y la terapia que inventó para él fue interesarle de nuevo en el trabajo. Todos los días le visitaba y le hablaba de aquel viejo proyecto sobre la vida del boxeador Jake LaMotta.

"Yo estaba atravesando mi crisis y llegó un punto en el que la insistencia de Robert llegó a ser abrumadora. Más que insistencia, era persuasión. Así que finalmente accedí a llamar a Paul Schrader para evaluar el proyecto de manera objetiva", recordaba. Poco a poco, el director empezó a comprender lo que de verdad se escondía tras la historia de LaMotta. En realidad no era más que una parábola sobre lo efímero del éxito, que muchas veces lleva a la soledad personal, algo que el propio director estaba viviendo en sus propias carnes. Y como el boxeador, Scorsese decidió salir del bache de la única manera posible, trabajando y aceptándose a sí mismo.

"No entendía lo que el ring significaba en realidad, ni lo relacionaba conmigo, sino que lo interpretaba literalmente. Hasta que comprendí que el ring está en todas partes y ganar en él depende de lo mucho que pelees en la vida, incluso contigo mismo, porque tú eres tu propio rival, el más duro. Al final lo entendí cuando". Robert De Niro, Scorsese y Paul Schrader se marcharon a una isla del Caribe y allí, en tres semanas, dieron forma al guión. Lo primero que hicieron fue contratar a Jake LaMotta como asesor principal de la película. "Creo que se sentía feliz de que la película saliera bien y de que incluso las cosas negativas sobre su persona se trataran de forma positiva. Jake participó en el rodaje y nos pidió quitar algunas cosas y añadir otras. Y todo el rato era nuestro guía diciéndonos, esto sucedió así, esto de esta forma, ayudó mucho, porque lo que él sabe sobre sí mismo no lo sabe nadie", explicaba el actor.

El director no quería hacer otra película sobre boxeo al estilo de las que se estrenaban en aquellos años, como Rocky o Campeón, por eso decidió rodarla en blanco y negro, como las películas de los años 40. Además, quería apartarse de lo habitual en las escenas que transcurren dentro del ring. "Jake coreografió las nueve escenas de combate que se ven en la película y nos enseñó a Bob y a mí los movimientos de cada pelea. A partir de ahí diseñé cada plano de la lucha, como había diseñado los números musicales de New York, New York. Porque el boxeo es como las coreografías musicales donde puedes conseguir que cada plano sorprenda". La cámara de Scorsese se sitúa dentro del ring, muy cerca de los boxeadores y nunca se ve entero el cuadrilátero ni apenas al público. De esta forma, el espectador se siente parte del combate. Además, cada golpe tiene un tratamiento distinto de cámara, a veces con zoom, otras con gran angular o con cámara lenta. De esta forma se consigue un realismo muy pocas veces igualado en el cine de las 12 cuerdas.

Robert De Niro participó también en el casting y fue él quien recomendó a Joe Pesci para el papel de su hermano. "Había visto a Joe en una película titulada The Death Collector y me impresionó mucho. Así que convencí a Marty para que la viera. Y también le gustó. Le buscamos y descubrimos que vivía en el Bronx y trabajaba en un restaurante. Así que una noche fuimos allí a cenar". Esa misma noche le contrataron. De Niro y Joe Pesci llegaron a vivir durante un tiempo juntos para conocerse mejor y trasladar así a la pantalla la sensación de que son verdaderos hermanos. Aunque en algunas escenas se tuvieron que zurrar de lo lindo.

Robert De Niro se lo tomó tan en serio en una escena que acabó rompiéndole una costilla a Joe Pesci. En un punto del rodaje Scorsese y De Niro llegaron a la conclusión de que el personaje debía tener una degeneración física al mismo tiempo que psicológica, así que pararon el rodaje y el actor se marchó a Italia con la misión de engordar 24 kilos en tan sólo cuatro meses. "Robert hizo porque realmente deseaba sentirse como Jake LaMotta se sintió. Para el boxeador, el peso había sido siempre una obsesión y nos contaba lo duro que era conseguir estar siempre en el peso adecuado. Robert quería experimentar cómo se sintió Jake cuando dejó el boxeo y empezó a engordar", relataba Pesci. El método consistía en comer a todas horas. Llegó un momento en el que le costaba respirar y no podía ni siquiera atarse los zapatos. Su rostro estaba tan abotargado que sus amigos no le reconocían.

El esfuerzo tuvo su premio y Robert De Niro ganó el Oscar de Interpretación en 1981. En la ceremonia, sin embargo, muchos quedaron decepcionados porque ni la película ni Scorsese obtuvieron su Oscar. Con el paso de los años se les hizo justicia. Toro Salvaje fue elegida por la Asociación de Críticos de los Estados Unidos la mejor película de la década de los 80. "Eso fue fantástico porque significaba que la película se recordaba", dijo Scorsese sobre esta historia sobre la fragilidad del éxito y la aceptación de uno. Hoy es recordada como una obra maestra, no solo de los 80, gracias a la maestría de dos genios en uno de sus mejores momentos.

 
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