Alba Carballal: "La conciencia ecologista nació en Galicia, aunque no se ha reconocido política, social ni culturalmente"
La escritora revisa en 'Bailaréis sobre mi tumba' la historia reciente de Galicia y de España, desde las catástrofes medioambientales que han marcado a varias generaciones, hasta los movimientos contraculturales en Vigo, Valencia o Madrid
Alba Carballal: "La conciencia ecologista nació en Galicia, aunque no se ha reconocido política, social ni culturalmente"
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Alba Carballal nació en Lugo en 1992. Es escritora y arquitecta. Debutó en 2019 con 'Tres maneras de inducir un coma' finalista del Premio Dulce Chacón de Narrativa Española. 'Bailaréis sobre mi tumba' es su segunda novela, publicada por Seix Barral. Recorre la historia reciente de Galicia y parte de la historia contracultural de todo un país —el nacimiento de la conciencia ecologista, la llamada «movida viguesa», la ruta del Bakalao en la Valencia de los años noventa— a través del destino de tres personajes oriundos de un pueblo de las Rías Altas, para quienes el chapapote marcará unas vidas, atravesadas por sus propias tinieblas familiares.
Tres desastres medioambientales, el del buque tanque griego Andros Patria, que naufragó en costas gallegas en 1979, cargado con más de 200.000 toneladas de crudos. El mar Egeo, otro petrolero griego en 1992, cuya marea negra arruinó la vida marina también de la costa coruñesa; y el Prestige, ese barco culpable para Ana Botella del desastre de 2002. Tres barcos hundidos, tres tragedias sociales y ambientales. ¿Por qué has querido recoger estas épocas?
Yo creo que es una de las cosas más importantes que han pasado a finales del siglo XX en este país y que de alguna manera en el relato oficial han que han quedado un poquito relegadas. Por temas políticos, como la Transición, a nivel cultural, probablemente por la movida madrileña, etcétera. Y sin embargo creo que son de las cosas más importantes que han pasado también proyectando hacia el siglo XXI. Al final, el movimiento ecologista en España nació en Galicia y nació no sólo por este tipo de desastres de petroleros hundidos, sino también por los vertidos en la fosa atlántica de residuos nucleares que todavía siguen allí, en bidones que no se sabe muy bien cuándo van a caducar. Y me parece importante poner en el centro cosas que, pese a haber sido un poco marginadas por el relato, son tan centrales en la vida de nuestro país.
Asistimos al nacimiento de la conciencia ecologista en este contexto, leo: "la victoria electoral de la OCDE con Adolfo Suárez a la cabeza, la inauguración de la Real Academia Galega, la muerte de Sid Vicious, la renuncia de las pretensiones territoriales de Mauritania en el Sáhara Occidental, el Nobel de la Paz de la Madre Teresa y un puñado de atentados de ETA. Menos atención obtuvo en los informativos la lucha de los ecologistas contra los balleneros en las costas gallegas". Hoy hay más conciencia ecológica que entonces y se la debemos a todos ellos.
Bueno, no es muy difícil. En aquel momento un grupo de ecologistas era una cosa extraña. Eran casi como locos que se juntaban por algo que nadie sabía muy bien lo que era. Y sin embargo, en Galicia se entendió muy bien desde el principio. Yo creo que resonó mucho, sobre todo las cuestiones ecologistas que tenían que ver tanto con los mares como con los bosques por motivos obvios. Resonó mucho con una cultura de la tierra, que tiene mucho que ver con eso, con una cultura ancestral de cuidado de los medios naturales que en Galicia ha estado siempre muy presente. Creo que se fraguó muy bien allí. Bueno, primero porque nos estaban afectando estas cosas más que en otros territorios y segundo, porque había una cultura previa que favoreció que el ecologismo en España entrase por por las Rías Altas y las Bajas.
Hay muchos personajes e historias cruzadas en esta novela, pero hay tres principales, según explica la narradora al lector en un punto de la historia: "la sangre es Petra, volviendo al pueblo, sin hijos ni presente que mostrar; la ternura es Aida, empantanada en Santiago, con un bebé de meses, embelesada con sus dedos y sus uñas a medio hacer. Y el punto de la carne son dos hombres, un novio, el de Aida, receloso, haciéndole al crío carantoñas falsas pero verosímiles; y un padre, el de Petra, organizando su propio funeral". Las tragedias medioambientales coinciden con las tragedias de estos personajes. ¿Es un alegato de que lo íntimo también es político?
No sé si es un alegato, porque yo creo que las novelas no hacen alegatos en general. Pero sí que es verdad que sería muy ingenuo pensar que una tragedia medioambiental, como pudo ser la del Andros Patria, la del Mar Egeo o la del Prestige, no va a influir en las vidas pequeñas de aquellos que las sufren de cerca y que ven sus formas de vida modificadas por un elemento ajeno a sí mismos. Y en el caso de esta novela, se ve muy claramente con los tres personajes principales, que son una estudiante de derecho que empieza a coquetear con el ecologismo. Evidentemente, el hecho de haber nacido en las Rías Altas influye en que su vida se oriente en esa dirección. Luego un hombre hijo de pescadores, un muchacho hijo de pescadores que ve en el hundimiento del Andros Patria y en el hecho de que deje de haber faena para los pescadores, una excusa perfecta para huir de un pueblo que lo tenía de alguna manera atado. Y la vida de un hombre que compartía vida con Aida, que es su tío que se va a Valencia a hacer la Ruta del bacalao. Y las vidas de estos tres personajes están disparadas por el hundimiento del primer barco y el hundimiento de los otros dos serán hitos en esas vidas y las jalonan y las marcarán.
Describes la historia contracultural de un país. El destino de algunos personajes está en Valencia. Se habla de la movida viguesa, de la Ruta del Bakalao en los 90, de la movida madrileña. "La Movida está en Madrid y solo existe para quienes se la puedan pagar. Ya te digo yo que en Vallecas no se andan con gaitas. En Vigo lo más que tenemos es un esqueje mal regado de la otra, un espejismo cutre adaptado para los petos de los fillos de la reconversión y el chapapote". Qué tienen la movida viguesa, la valenciana, la madrileña y cómo han marcado también a generaciones como la tuya que no la vivieron realmente.
A ver, esto que has leído es un fragmento de un personaje que habla desde dentro de la propia movida viguesa. Obviamente, si la que hablase hoy fuese esa narradora moderna, encontraría cosas mucho más interesantes en esa cutrez, en esa originalidad y en esa pátina obrera que tiene la movida viguesa, por ejemplo, frente a la madrileña. Al final, muchos de los miembros de la así llamada movida viguesa fueron hijos de una reconversión naval que dejó Vigo absolutamente asolada por un paro brutal. Y se nota mucho. Se nota mucho en los temas de las canciones o en la forma en la que se hacían fotografías, en los fanzines que tienen que ver con una forma muy irónica de ver la vida, con hablar sobre el trabajo. Se acerca mucho más al punk en muchas cosas, a temáticas mucho más obreras, más politizadas, cosas que en la movida madrileña no sucedieron.
Es una pregunta que se plantea, por qué el punk ha pasado a la historia con una legitimidad que se le niega a la ruta. ¿Es clasismo disfrazado de objetividad?
Totalmente. En primer lugar al punk, por ser extranjero, se le reviste una pátina mítica como todo lo que viene de fuera. Y segundo lugar, también porque muchos de los chavales que impulsaron el movimiento punk eran chavales de buena familia, que podían en un momento dado dedicarse a esto y perder cinco o seis, diez o toda su vida sin que eso tuviera consecuencias a largo plazo. La Ruta Destroy es un movimiento de curritos, es un movimiento de gente que trabajaba 14 horas al día y que cuando llegaba el sábado decían 'bueno, pues ahora es el momento de disfrutar y tengo que disfrutar todas las horas que tengo porque luego voy a volver a entrar en la rueda, etc'. Entonces es un movimiento, en ese sentido, muchísimo más obrero, con un discurso detrás interesantísimo. Y mucha de la música electrónica que se produjo es fascinante. A mí me parece que hay mucho que rascar en la Ruta Destroy y luego en la demonización de la Ruta Destroy tuvieron muchísimo que ver los medios de comunicación también, porque se revistió de una pátina de drogas químicas, de velocidad, que yo no niego que hubiera todo eso, pero había mucho más detrás. Y yo creo que, en el fondo, la razón de todo esto es un clasismo, no sé si disfrazado de objetividad, pero en los medios de comunicación por lo menos sí fue así.
Este es un relato social, un relato político, pero también es una historia de historias, sobre lazos familiares, el cuidado de los padres a los hijos, de los hijos a los padres cuando son mayores, esas herencias materiales, esas herencias inmateriales, el desarraigo o la memoria. La memoria siempre tramposa. ¿Son estos los grandes temas hoy de la literatura?
Bueno, yo creo que siempre, ¿no? Al final hay cuatro o cinco grandes temas que se pueden interpretar desde la literatura en uno u otro sentido, porque la familia se puede interpretar como una institución de cuidado y de amor, y también se puede interpretar como una institución opresora que obliga a la gente a huir de sus propias raíces. Y como con la familia pasa con el amor, que es otro de los grandes temas, con la muerte, que es otro de los grandes temas, con el dinero, que es otro de los grandes temas. Y al final yo creo que hay cuatro o cinco temas que son los que atraviesa mi novela. Vamos, todas las novelas de todo el mundo y toda la la música y probablemente toda la producción cultural en general, porque son los temas que al final más nos mueven a los seres humanos.
Pero no sé si a raíz de la pandemia, ese regreso a las raíces, a ese pueblo del que quisimos siempre huir, como has dicho, es algo que se ha acentuado más ahora.
Sí, puede ser. También hay una bucolización de lo rural y de los pueblos y las aldeas. Y todo esto es de lo que yo he intentado huir en esta novela. Es decir, el medio rural es un medio muy duro, en el que hay que trabajar muchísimo para salir adelante y en el que las cosas muchas veces se ponen cuesta arriba por motivos ajenos a uno mismo. Es verdad que la pandemia ha romantizado un poco esta vuelta al pueblo y esta vuelta a la aldea y a las raíces y no sé qué, pero yo creo que en esta novela y desde luego es lo que piensa la autora, se ve que no es fácil el regreso, que tampoco es un camino de rosas ni nada a veces deseable.
Un medio rural muy duro, también muy homófobo y muy machista, como en todos lados, pero más acentuado ahí. En la historia se habla mucho del patriarcado, de la maternidad y hay mucha masculinidad tóxica en el libro. Hombres que quieren atar en corto a las mujeres pensando que el mundo es suyo, ese padre, ese tío. Y leo: "que las narradoras modernas, las mismas que con ayuda de nuestras madres, abuelas y bisabuelas hemos adquirido con sudor y palabra tantos derechos, el derecho al aborto, a la abstención, a la cultura, al tatuaje y al morbo, no vamos a ser capaces de agarrar las riendas en algo tan banal como la literatura, resulta casi naif. Nosotras escribimos, nosotras decidimos". ¿Esto tampoco es un alegato?
Bueno, esa narradora es una parodia de mí misma. Obviamente hay mucha ironía aquí. Es verdad que a veces en el medio rural se pueden acentuar estas cosas de machismo, homofobia, pero yo creo que en realidad es algo súper transversal a toda la sociedad y, de hecho, varias de las expresiones homófobas más grandes que hay en la novela o machistas se dan en la ciudad, se dan en Vigo o se dan en Santiago o se dan en Madrid, cuando Aida llega a a la oficina. En ese sentido, yo creo que la estupidez en general está bastante homogéneamente repartida. Y es verdad que en un pueblo pueden darse a veces unas condiciones más difíciles porque hay menos gente, porque es más difícil encontrar a lo mejor un grupo de seguridad, pero hoy en día creo que algunas de las cosas más interesantes que se están haciendo en este sentido salen del rural. Estoy pensando ahora mismo en el Festival Agrocuir de Ulloa, que es fantástico.
¿Y por qué has decidido incluirte en la narración, hacer esa especie de parodia? Te diriges al lector a veces para explicar lo que está pasando en la novela o que vas a hacer ahora una elipsis o nos cuentas cuál es el proceso creativo. A veces siento que hay un pequeño tirón de orejas al lector, a veces una especie de disculpa anticipada. ¿Cuál era la intención de incluirte en la narración?
Pues no lo sé muy bien, la verdad. Tenía ganas de jugar con una voz más juzgadora, con una narradora, digamos, híper consciente. Probablemente me encontré con una voz parecida a esta, aunque desde luego no tan exagerada, en una novela de Siri Hustvedt, El verano sin hombres, que introduce este tipo de elementos. Me interesó mucho y a raíz de ahí empecé a jugar con esta voz y a estirarla. Yo creo que a veces hasta me he pasado hasta límites que ni siquiera estaban planteados cuando empecé a escribir. Y creo que me ha servido para poder juzgar hechos del pasado desde el hoy, con una consciencia absoluta de que los estoy juzgando desde el hoy, que eso es algo que me parece honesto. Porque a veces leemos artículos, novelas o lo que sea en el que se están enjuiciando hechos pasados con una mirada de hoy. Pero esa mirada está velada, no se explicita. Yo he querido explicitar que efectivamente la voz que mira y la voz que narra esta historia es una voz de principio de siglo XXI, no una voz de ni de los 70, ni de los 80 ni de los 90.
Esta narradora contemporánea se describe como pacifista, ecologista, antirracista y animalista, narradoras que lidian con la depresión mirando vídeos en Internet, que disfrazan la tristeza de odio. ¿Cómo eres tú como narradora contemporánea, moderna o posmoderna?
Probablemente tenga algo de todo esto porque no deja de ser una parodia de mí misma. Pero también intento ser una narradora consciente del mundo en el que me ha tocado vivir y también de cuáles son las cosas que sucedieron antes, que han hecho posible, para bien y para mal, el mundo en el que me ha tocado vivir. Si miras con respeto a la gente que te precedió y los hechos que pasaron antes y los hechos históricos que estás abordando, y no solo el histórico, sino el la propia vida pequeña de tus personajes, creo que al final eso se queda plasmado en un texto que por fuerza va a ser poliédrico, por fuerza va a tener voces distintas, por fuerza le vas a dar importancia a cosas que a lo mejor en otro tipo de novelas no aparecen. Y para mí eso es la honestidad, el hecho de poder decir vale, pues voy a dividir esto en puntos de vista, voy a darle voz a todo el mundo, voy a dejar que aquí todo el mundo diga lo suyo. Y más o menos así es como se construye un poco una verdad que no es que no está en el centro, sino que nazca un poco más de los márgenes y de lugares en los que no se ha mirado antes.
Algo que caracteriza también a los narradores y narradores contemporáneos y a las voces de hoy, es el uso de los anglicismos, que también se están trasladando mucho a la literatura. Aquí recoges varios, entre ellos Red Flag, esa bandera roja, en los días de los tiempos de la censura, de la cancelación. ¿Es una perversión del lenguaje?, ¿estamos empobreciendo el español con este uso de anglicismos?
No lo creo. Yo los utilizo como parte de una literatura en la que se quiere también reflejar lo que está pasando hoy con el lenguaje. Soy muy consciente cuando introduzco un término en inglés, pero también soy muy consciente de lo que estoy haciendo con el resto de mis frases y de hasta qué punto puedes, digamos, tratar el español con el respeto que merece. Yo creo que hacen más por el hundimiento de la lengua castellana los escritores cutres, que hacen una literatura horrible, que la gente que introducimos este tipo de cosas, pero que intentamos mirar el idioma con respeto y con cierto cariño.
¿Qué peso tiene Dios y la religión en la novela?
Esto es difícil de contestar porque Galicia, en este sentido, creo que es una tierra a la vez muy religiosa, muy religiosa en el sentido católico, digamos, y a la vez es muy pagana. Yo aquí he intentado entremezclar un poco estas dos tradiciones que en Galicia están completamente entremezcladas, no son unos de Jesús y otros de la Santa Compaña, eso está completamente mezclado, las creencias se solapan y todo forman parte de un mismo corpus religioso o místico o como lo quieras llamar. He jugado con una misa, no la he buscado ad hoc, sino que he jugado con la que había, con las lecturas de entonces y todo esto. He intentado introducir estos otros elementos, una mitología gallega que se superpone a las capas religiosas. Y en este sentido siempre pienso en la película Volver de Almodóvar, que en un momento dado alguien me dijo que el cine de Almodóvar no le interesaba porque le parecía como muy exagerado. Y yo pensé: pero si esto es hiperrealismo, si esto es Antonio López, que una señora de la Castilla profunda piense que otra señora es un fantasma y que vive ahí en su casa ,antes que pensar que se ha salvado de un incendio, es lo que me fascina, es completamente verosímil.