Hay un terreno en un cementerio soriano que todavía espera el cuerpo de Tierno Galván
Valdeavellano es un pueblo que no llega a los 200 habitantes. Está en el Valle del Tera y le llaman la 'suiza soriana'. De allí son las vacas de la matequilla soriana y los 'tierno', los ancestros de D. Enrique Tierno Galván, el viejo profesor que se convirtió en el mejor alcalde de Madrid. Hoy sabemos que su deseo era ser enterrado allí.
El viaje de ida | Hay un terreno en un cementerio soriano que todavía espera el cuerpo de Tierno Galván
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Madrid
El viaje de ida por la vida de Enrique Tierno Galván nos ha deparado alguna sorpresa y la más grande es la que tiene que ver con sus orígenes sorianos. El hilo parte de una correspondencia que tuvo a lo largo de su vida con su pariente de Valdeavellano Isidoro Tierno y el párroco del pueblo Delfín Hernández, ya fallecidos. Sus herederos, el escritor Abel Hernández, hermano del cura, y Mercedes Tierno, hija del familiar, nos cuentan la estrecha relación que tuvo el máximo mandatario madrileño con sus orígenes. No solo por carta, incluso se personaba en el lugar o invitaba a Madrid a sus más allegados o amigos. Pero son las relaciones epistolares las que marcan las obsesiones sorianas del que fuera alcalde de Madrid.
Las cartas del párroco las encontró su hermano Abel Hernández en un paquete atado con una goma. El intercambio, entre el religioso y el político y pensador agnóstico, fue prolífico. Tres temas vertebraban la correspondencia. "Tierno quería conocer con detalle su árbol genealógico, buscar los datos de un retablo que trajeron sus antepasados de Flandes en el siglo XVII y, lo más importante, su deseo de ser enterrado en Valdeavellano". Una ilusión, la del enterramiento, que manifiesta por escrito en una de las cartas a Delfín en la que se puede leer del puño y letra del viejo profesor que "con relación a la sepultura, mi pariente Isidoro Tierno le habrá entregado o puesto en la cuenta cinco mil pesetas. Mi intento era y es construir un panteón pequeño, sencillo siempre que no haya dificultad y esté a mi alcance". Esta misiva es anterior a ser alcalde de Madrid, pero ya en 1980 envía otra carta al presbítero de Valdeavellano con una idea más ambiciosa: "Le agradezco muchísimo la gestión del cementerio, pero me permito insistirle, contando siempre con su mucha bondad y desprendimiento, que me diga si hay posibilidad de venderme un espacio de tierra mayor para que pueda hacer un hueco para varios cuerpos. En Madrid esto está muy mal y más vale prever que lamentar".
El terreno se compró y de ello da fe hoy Mercedes Tierno, hija del pariente de D. Enrique, Isidoro Tierno. Y allí sigue esperando en el paraíso de la tranquilidad al alcalde de la movida que finalmente fue enterrado en el madrileño cementerio de La Almudena. El mito del viejo profesor creció tanto en la capital y fue tan grande el homenaje del pueblo de Madrid a su muerte que no se hubiese entendido el traslado de sus restos al pueblo de sus ancestros. Mercedes nos apunta también alguna carta que Tierno Galván envió a su padre y en la que intentaba organizar su partido político en Soria. En una de ellas, de febrero de 1977, escribe: "Querido amigo y parientes, mucho le agradezco su última carta que es alentadora, porque al fin y al cabo parece que algo hay que hacer ahí, aunque sea poco. Mejor es que de esto y otras cosas hablemos personalmente cuando venga usted por Madrid. Le doy el número de teléfono de mi casa para que nos pongamos de acuerdo en cuanto a su visita para que no me coja fuera de Madrid".
El trato con los Tiernos de Valdeavellano fue cada vez más fluido y eran habituales los viajes de Soria a Madrid y de Madrid a Soria. También las vistas al párroco Delfín Hernández que le ayudaba a buscar datos de sus familiares y gracias a ese trabajo de archivos eclesiásticos sabemos que el abuelo de Enrique Tierno Galván, Julián Tierno, fue capitán de infantería en Tudela (Navarra), que su bisabuelo Simón era estanquero de Valdeavellano y también vivió en el pueblo su tatarabuelo Pedro. Fue su padre el primero en salir de la 'Suiza soriana' a la que el ya alcalde de Madrid no pudo volver de muerto.
Enrique Tierno Galván, el viejo profesor, también fue un tiempo joven, o como dice Juan Barranco, "nunca pudo llegar a viejo realmente porque murió con 67 años". Pero en su verdadera juventud fue Murcia su primer destino como profesor de derecho político en su universidad. Aquellos años no fueron muy activos, digamos que se aburrió un poco en aquellos años grises de final de los 40 y primeros 50. De hecho, deja escrito en su diario: "Salí de Murcia y la dejé como cuando había llegado, en el mayor silencio, como una sombra. No me despedí de nadie, no hubo ninguno de los acostumbrados banquetes de adiós. Saludé a los compañeros que quedaban, recogí los pocos bártulos que tenía en la habitación del colegio mayor y esperé a que transcurriese el verano para incorporarme al nuevo destino". Este sería la Universidad de Salamanca, donde ya tuvo una mayor actividad política y clandestina, editó una revista y tras las revueltas de 1965 se le expulsa.
De 1965 a 1967, Enrique Tierno Galván estuvo dando clases en Princeton, la prestigiosa y elitista universidad americana de New Jersey, pero vuelve a España donde primero funda el Partido Socialista de Interior, que luego pasaría en 1974 a denominarse Partido Socialista Popular. Forma parte de la Junta Democrática de España y muerto Franco, no le dejaron ser uno de los padres de la Constitución, pero como nos cuenta Juan Barranco "es el autor del preámbulo de la Carta Magna". Pero su gran momento llega con las primeras elecciones municipales de 1979. Ya con el PSP integrado en el PSOE se convierte en alcalde de Madrid y lo será hasta su muerte en enero de 1986. Son los años de la movida y del mítico "rockeros, el que no esté colocado que se coloque y al loro". Los jóvenes le adoraban y su empuje le sirve para modernizar una ciudad que venía de años muy grises.
Del Madrid de Tierno quedan sus míticos bandos, los parques, los centros culturales, Mercamadrid, el Planetario, las viviendas sociales o la recuperación del Manzanares con sus famosos patos, pero también sus peces de colores. Otra de las grandes anécdotas de este viaje radiofónico ha sido saber que aquellos peces eran carpines de colores. Se los encargaron, Ferrán Vallespinós, un joven empresario catalán. Los peces volaron desde Italia al aeropuerto de El Prat y llegaron sedados y acartonados como gambas congeladas para susto de Vallespinós que creía que venían muertos. "Incluso llamé para quejarme, pero me dijeron que estaban dormidos y que al entrar en contacto con el agua despertarían. Fuimos rápidos de Barcelona a Madrid y al llegar los técnicos de Tierno también los creyeron cadáveres, hasta que al echarlos al agua despertaron para tranquilidad de todos que pensábamos que todo era un timo en cadena".
Tierno Galván era madrugador, "demasiado" según Juan Barranco, que nos habla de un hombre de poco salir que tenía "su paisaje en los libros, decía que había que leer como beben los pájaros, bajando primero la cabeza y luego levantándola para reflexionar". De sus espacios de ocio destacan dos. Uno es la librería de viejo Luis Bardón en la Plaza de las Descalzas. Allí acudía cada sábado para conversar con su dueño. "Era un gran conversador y una persona muy especial", nos cuenta la actual librera Alicia Bardón, que revela que Tierno "era muy amigo de nuestro padre, le gustaban mucho los manuales de teoría política del Siglo de Oro y también coincidía con mi padre en el gusto por Galdós, siempre contaba que aprendió a leer con los "Episodios Nacionales". El segundo es el Café Comercial, donde hacía parada mañanera a diario. Su camarero era Juantxu Bohigues, que recuerda la tradición del doble café, "uno para despertar y otro para empezar a trabajar". Recuerdan en el café su amabilidad, su forma de mirar, el tratar a todos por igual y sus historias. Le gustaba hablar con todo el mundo y todo el mundo le conocía y a la vez le respetaban.
Es la conclusión a la que llega quien siempre fue su mano izquierda, Juan Barranco, quien cree "que estamos necesitados de políticos como Tierno Galván, que supo ser un socialista con lealtad siempre a sus ideas y sus principios, pero que a la vez supo hacerse querer por miles y miles de madrileños que ni pensaban como él ni tenían las mismas creencias". La mejor prueba de lo que significó fue el duelo de la ciudad tras su muerte. Por la capilla ardiente pasó todo Madrid, como si se tratase de un funeral de estado.
Pepe Rubio
Redactor guionista de Hoy por Hoy. Llevo a antena las secciones "Desmontando mitos" , "Viaje de ida"...