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Bob Pop: "Las noches que he bailado a Chenoa han sido más productivas que las que he leído a Kafka"

El escritor regresa con 'Días simétricos', un libro de diarios en los que dialoga con escritores, con la sociedad y con su pasado y donde demuestra que lo personal es político

Bob Pop / Mauricio Retiz

Bob Pop

Madrid

El arte de narrar lo que pasa cada día, lo más íntimo y personal, lo más inmediato en la vida de una persona lo domina Bob Pop o Roberto Enríquez. Periodista, analista, escritor, guionista y director, es una de las voces más interesantes de la literatura y los medios de comunicación, por su capacidad de hacer de lo íntimo, una cuestión colectiva y, por tanto, política. Mientras va de ciudad en ciudad representando su monólogo, Días ajenos, acaba de publicar Días simétricos, un libro que edita Anagrama, y en el que recoge sus diarios.

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"Días ajenos, sobre todo, hablaban de cómo me había construido mi propia identidad a través de los libros de otros y de otras, y cómo al final acababa jugando con mis propios diarios del pasado y del presente. Y estos Días simétricos, en realidad, lo que hacen es romper esas líneas perpendiculares que antes había y establecer un tramo paralelo desde el que voy observando mi presente y mi pasado", nos cuenta en una entrevista en la Cadena SER. "Escribo un diario para acordarme y escribo un diario para tener un mapa, casi un Google analógico de mi propia vida. Escribo un diario para entenderme, para jugar con ello y para tener hoy un material al que le saco mucho partido".

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Quizá una de las claves políticas de sus diarios es que, aunque mire al pasado, Bob Pop no tiene problema alguno con idealizar la nostalgia, un sentimiento demasiado de moda en la literatura, el cine y la actualidad política española. "No hay nostalgia, porque asumo que los tiempos son cada vez mejores, porque cada vez vamos consiguiendo derechos, luchando por una sociedad mejor, aunque mucha gente se empeñe en pararlo", insiste el escritor que utiliza el pasado para establecer lazos o confluencias. "Me interesan muchísimo las confluencias, me interesan muchísimo los juegos de espejos o las líneas paralelas y simétricas que se crean. Y sobre todo, me interesa muchísimo darme cuenta de que no hace falta ser el primero en pensar las cosas, que ya hay gente que hace mucho tiempo pensó las cosas mucho mejor y con mucha menos prisa que nosotras dos".

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Como Annie Ernaux, pero con un estilo completamente diferente, Bob Pop usa su realidad, su intimidad para convertirse en un agente político y para llegar a los lectores. "Yo me intereso mucho", reconoce el autor, que añade que su forma de contar la vida y la sociedad es partir desde uno mismo. "Partiendo de mí, es mucho más fácil para poder explicar las cosas que veo", reconoce. No es algo que nazca desde el ombliguismo. "Hablo de cómo me voy construyendo y construyendo el mundo alrededor y eso me parece que es una cosa que, al final, acaba implicando a todos, porque parte de lo íntimo acaba siendo global". Dice que para caerles bien, pero en realidad, sus textos consiguen que los lectores entren en su mundo interior y pasen de lo íntimo a lo global. "Escribir consiste en buscar la compañía y buscar a los demás. Es como hacer teatro. Yo cada vez que voy a empezar una función, lo primero que pienso es le voy a caer bien a esta gente. Con la escritura es lo mismo. Es decir, hablo desde mí, desde mi lugar y quiero que caerles bien y que me entiendan y hablarles del mundo como yo lo veo".

Diario y monólogo

Tanto el diario como el monólogo, dos de los géneros que desarrolla el autor tienen algo de individual, de personal, casi de introspectivo. "Una cosa muy interesante los diarios o lo autobiográfico es que estás dando permiso al lector a reflexionar sobre su propia vida y sobre su propia idea". Sin embargo, explica Bob Pop que para él, ambos parten y proponen un diálogo. "Apuesto por el diálogo, porque me parece mucho más enriquecedor. Yo hago monólogos para establecer el diálogo. Yo lanzo cosas. Yo todo lo que digo, lo pienso. Pero no te creas que lo tengo perfectamente cocinado. Le quedan como algunos hervores que a mí el diálogo me ayuda mucho a entender y a cerrar y a cocinar bien. Toda mi obra, en realidad, es una necesidad de confrontación, de ideas para que venga alguien y las mejore, trabajo para eso".

Toda una declaración de intenciones en una sociedad que cada vez consigue aislar más a los individuos, también a los escritores e intelectuales. "Tiene mucho que ver con los nuevos tiempos, con el aislamiento, con lo virtual, con que nos hemos convertido en nuestro propio avatar. No escuchamos, porque no tenemos tiempo, porque hay demasiado ruido. Yo no creo que haya que culpar a la gente de no hacer esa escucha, sino de que las circunstancias no lo permiten. Desde mi privilegio, me lo puedo permitir. Y además, el hecho de vivir más o menos quieto en una silla, también me ayuda a no tener prisa por ir a otro sitio", explica.

Al igual que Fran Lebowitz narraba a una generación con humor, ironía y sensibilidad, Bob Pop, ganador de un Ondas por su serie Maricón perdido, narra nuestro presente a través de diarios de otros autores, a través de referencias culturales que van de Kafka al Candy Crush. "No creo que Chenoa sea menos importante que Kafka en mi vida. Yo las noches que he bailado Chenoa durante un tiempo de mi vida han sido bastante más productivas que las que he leído a Kafka y otras no", afirma el escritor que dice que aprendió a escribir diarios gracias al escritor checo. "He aprendido a escribir con los de Kafka, que son maravillosos y yo le venero. Pero luego a pensar me han enseñado mucho los diarios de Susan Sontag. También hay unos diarios maravillosos que son los de Luis Escobar, que es un genio, un poquito fascista pero brillante, que me ha enseñado también ese punto de diversión y de mirada socarrona sobre las cosas y los de Warhol me han enseñado a odiarle aún más".

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Síndrome del impostor

Uno de los temas de sus obras suele ser el miedo al fracaso y el síndrome del impostor. De nuevo, en Días simétricos aparecen reflexiones en las diferentes entradas del diario sobre esto. El miedo a ser descubierto como un falsificador. "Es que he llegado a una conclusión científica súper importante. Escuchen, oyentes de la SER. "No existe el síndrome de impostor. Todos somos impostores e imposturas. No hay tal síndrome. Otra cosa es que estemos mejor o peor y que no os pillen antes o después. Pero todo es una impostura y escribir es la mayor de las imposturas posibles".

También asegura que ha perdido el miedo, los años con la enfermedad, la esclerosis múltiple, han tenido que ver en esto. "Tiene que ver con he dejado de tener expectativas de futuro. Que no quiere decir que yo piense que no hay futuro, que todo es un desastre, que llega el apocalipsis. La progresión de mi enfermedad no la conozco yo, no la conocen los médicos. Entonces, cómo me cuesta imaginar cómo estaré en el futuro, dejo de imaginármelo. Simplemente vivo el presente todo el tiempo. Y no tener expectativas de futuro es lo que nos quita el miedo, porque el miedo es que no me vale para nada".

Se infantiliza la enfermedad

La enfermedad que narra desde la naturalidad, sin eufemismos, ni emociones. "En muchos casos se infantiliza la enfermedad. Yo entiendo que provoca estupor y desconcierto. Pero hay mucha gente que ya hace una cosa muy bonita y es que preguntan. Y esto está bien porque parece que existes. Hay cosas tan tontas como que yo vaya en un avión con mi marido y solo le hablen a él, como si yo, por ir en una silla de ruedas, no hablase, fuese el niño relegado".

El hecho de no tener miedo, hace que Bob Pop sea una de las personas que denuncia aquellas cosa que cuesta hacer en los espacios públicos. Su reflexión también pasa por cómo utilizar lo mainstream desde posiciones underground. "Yo soy peligroso porque realmente no tengo nada que perder", asegura. En eso tiene claro que hay que buscar soluciones, ir hacia adelante y olvidar, como decía, la nostalgia y el enfado. "Es importante no dejar llevarse por la queja, ni por el derrotismo. Hablemos de las cosas que se pueden cambiar y busquemos soluciones a los problemas". Por eso, propone escribir un diario de España como país. "Un diario multifocal, un diario escrito a coro, donde todos pusiéramos una línea cada día y nos leyéramos e hiciéramos como Tolstoi y su mujer, que acabaron escribir un diario cada uno del otro sin hablarse".

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Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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