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"Es una monstruosidad que 828 millones de personas pasen hambre": la FAO alerta de que "la guerra de Ucrania es uno de los factores de este aumento"

Entrevista al subdirector general de la FAO y representante de la Agencia para la Alimentación y la Agricultura en América, Mario Lubetkin, en la previa a la Cumbre contra el Hambre más importante que se ha celebrado desde la pandemia del COVID y el inicio de la guerra en Ucrania

"Es una monstruosidad que 828 millones de personas pasen hambre"

Santiago de Chile

La eterna lucha contra el hambre retrocede más de una década empujada ahora por la onda expansiva de la guerra en Ucrania. De 2010 a 2018, las cifras anuales de personas que se iban a la cama con menos nutrientes de los mínimos aceptables se había reducido de manera considerable, pero el aumento de los conflictos y fenómenos climáticos extremos comenzaron a echar por tierra tantos años de esfuerzo. Todo esto se multiplicó hasta niveles insospechados por el tsunami económico generado por la pandemia de la COVID y desde el 24 de febrero del año pasado se ha visto agudizado por el conflicto que azota Ucrania.

En este contexto de retroceso en la lucha contra el hambre se celebra en Chile la II Cumbre Mundial Parlamentaria contra el Hambre que lidera la FAO y que reunirá a expertos y legisladores de más de 160 países. Valparaíso toma el testigo de España, que fue donde se celebró la primera cumbre parlamentaria que la AECID, la Agencia de Cooperación Española, vuelve a apoyar ahora, pero en el país andino.

En la previa a esta cumbre, que inaugura este jueves el presidente chileno, Gabriel Boric, la SER entrevista al segundo de la FAO a nivel mundial, Mario Lubetkin, subdirector general de la Agencia para la Agricultura y la Alimentación de la ONU, y que es además el representante de este organismo para América Latina y el Caribe, una de las zonas más afectadas por el impacto de la guerra de Ucrania y Rusia en los mercados de alimentos.

¿La involución que ha habido en la lucha contra el hambre en el planeta es solo aplicable a la COVID y a la guerra de Ucrania o tenemos que hacer una reflexión más crítica de cómo ha aumentado la cantidad de personas que pasan hambre en el mundo?

No, yo creo que hay cuatro factores nuevos, no solo esos dos. El primero es algo que arrastramos previo a la COVID, que son los escenarios de injusticia socioeconómica que existe en el mundo, que determinaron por multiplicidad de razones previo al COVID escenarios de hambre, que fueron reduciéndose de cualquier manera. Si hablamos de los años 90, nos referimos a más de 1.000.000.000 de personas que pasaban hambre y logramos bajarlo a 600 millones de personas.

Y después nuevamente, después del 2014, pienso yo, hubo un aumento y ese primer aumento fue por el incremento de los conflictos militares, la guerra de Somalia, en Yemen, en Sudán…. Ahí determinaron millones de personas con hambre. Ahí está el aumento, ahí se dio el primer impacto violento, pero está claro de que la guerra dramática de Ucrania y Rusia, es una que genera hambre, pero no en esos dos países sino en otros.

Lo que genera hambre es el efecto en los precios, en capacidad de producción. Pero ahí no vemos hambre ni en lado ucraniano ni el lado ruso. Y los millones están allá, escondidos en África, en Asia. Pero yo creo que hay cuatro factores: Los efectos del COVID, miremos los números de América Latina. En América Latina tenemos 56 millones de personas, por lo menos los datos nuestros, que son los datos duros de referencia a nivel mundial, 56 millones de personas que pasan hambre. Antes del COVID había 43 millones, aumento del 30% en tres años, nunca se había dado a ese nivel. Son números duros. La guerra de Ucrania y Rusia, esa la que nos lo que genera son la afectación a los precios de los productos, a la capacidad de producción y por lo tanto, al aumento de los niveles de hambre y de malnutrición, fruto de la incapacidad del ciudadano o una parte de los ciudadanos que ya no puede adquirir.

Pero hay un cuarto factor que en este momento es el más importante: el cambio climático, es el más importante de todos, es el que está destrozando más, mucho más que la guerra del punto de vista, de la seguridad, de la producción agrícola. Esos cuatro factores son absolutamente explosivos. Nunca se habían dado en esta dimensión. Los gobiernos tienen esa responsabilidad en cuanto a la seguridad alimentaria y esta crisis vino para quedarse, no para irse.

El secretario general de Naciones Unidas dijo, al estallar esta fase de la guerra en Ucrania, que se esperaba "un huracán de hambre" por las consecuencias del conflicto, no solo porque llegaría menos cereal al mercado sino por la influencia en los precios mundiales. ¿Qué balance se hace hoy desde la FAO?

Nuestros últimos números eran del 21, a mediados de julio haremos la actualización de las cifras del 22 desde Nueva York. Los anuncios que nosotros hicimos en julio del año pasado, cuando la guerra había empezado hace poco, había empezado el 24 de febrero. Hablábamos de 828 millones de personas con hambre, unos “pocos” millones más que el período del año anterior. De cualquier manera, dramático, es decir, poco, estamos hablando de del 8% de la población del mundo, estamos hablando de una monstruosidad. Los precios por la guerra de Ucrania se han disparado pero han ido cambiando y moderando, por efecto del acuerdo entre los países para que siga saliendo grano o fertilizante y eso ha activado mecanismos bien interesantes a tomar en consideración.

Pero está claro que si hablamos de seguridad alimentaria, desde el punto de vista a los gobiernos, si no hay un corte transversal intersectorial, no se va a poder afrontar ese tema. Dicho de otra manera, en mis viajes, en mis visitas a los gobiernos, además de que me están recibiendo mucho presidentes, que no es una cuestión tradicional para un director de la FAO, pero que sin duda lo es hoy como expresión de la preocupación de los propios presidentes de asumir la política en primera persona sobre los temas de la seguridad alimentaria. ¿Por qué? Porque hoy la seguridad alimentaria se afronta por todos estos actores o no se resuelven.

No es el plato de arroz, hoy es lo que llamamos el proceso de transformación agroalimentario. Es el manejo de la tierra para que siga existiendo, para que siga produciendo. Es el manejo de la semilla para que produzca calidad, es el manejo del agua, es el manejo de las líneas de crédito económico, es el apoyo a los pequeños productores, es la política kilómetro cero de producción, es el apoyo a los comedores estudiantiles para que los muchachos puedan comer y sigan trabajando desde la producción en la propia zona. Es el comercio exterior, o sea toda la cadena, porque si esa cadena no se resuelve, no se genera estabilidad en el escenario alimentario.

Con todo esto que me dice, cree que los gobiernos temen nuevas revueltas por el hambre, como se vio en 2008, en 2009, las protestas por el precio de la tortilla de maíz en México o las revueltas en Egipto por el precio del pan. Se dieron en más de 40 países revueltas relacionadas con el precio de los alimentos. ¿Se podría volver a dar y quizás por ahí están preocupados los estados?

Yo creo que hay una enorme sensibilidad. Pongamos un caso aquí, en América Latina hay una gran preocupación de la incidencia de los productos alimentarios a la inflación. Correcto. Según los datos que nuestros economistas tienen los productos alimentarios, incide la inflación al menos el 11% a nivel mundial, aquí un 8% en América Latina y el Caribe, en algunos países se llega al 11.

Eso tiene preocupados a los presidentes y pasaron cosas inéditas que por iniciativa de un presidente, el presidente de México, en este caso se hizo una reunión en diez días en forma virtual de 12 presidentes para afrentar este tema, estaban preocupados en el tema. ¿Eso significa preocupación? Sí, ahora que significa preocupación delante escenarios de estallidos. No lo veo yo así, no lo he sentido en ninguno de los diálogos. Pero sin duda que la preocupación existe, no de estallidos, pero sí de afrontar el tema y resolverlo.

¿La guerra ha sido una excusa para la avaricia de los especuladores con los precios de los alimentos o la semillas?

La guerra de Ucrania ha afectado. Sí, se nota, hay algunos datos que son fuertes. Si nos limitamos a América Latina y el Caribe, estamos hablando que el 85% de los fertilizantes son importados de esa zona. Estamos hablando que 26 países que tienen un peso fundamental en esta zona, el trigo sería importado de Ucrania, Rusia, 26 países de la región, la mayoría de los productos venían de esa zona y entonces tú te encuentras en esa zona dos realidades diferentes.

Primero, no es todo Rusia, Ucrania, pero la mayoría, significa que el producto que llega no llega como antes y llega con un costo muy alto. Eso significa que incide totalmente en la producción local. ¿Por otro lado, Ucrania, cuánto de las tierras ucranianas están hoy en pie? Sin duda más de la mitad del país produce. ¿Pero cuánto más de la mitad del país? ¿Cuántas zonas están minadas? Entonces, lo que dicen nuestros técnicos es que en el 2022 no hubo ninguna dificultad para producir alimento para las 8.000 millones de personas que existen en el mundo y decir 2023 no está la misma seguridad que el 2022, fruto de todos estos factores, y mirando para adelante con esta tendencia, no se pueden dar las garantías que se dieron en el pasado en relación a la capacidad de producción mundial.

No estamos hablando del 2050, no estamos hablando cuando la población del mundo llega a los 10.000 millones, donde está claro de que va a haber que hacer un aumento de producción del 30 del 40 y hasta del 50%, estamos hablando de cuál era la realidad hoy y cómo está esta inestabilidad fruto de estos datos.

Todo esto explica por qué América Latina es una de la zonas más afectadas por la onda expansiva de la invasión rusa en Ucrania

El tema de la crisis de oportunidad. ¿Qué va a ser América Latina? ¿Va a producir fertilizante, va a reducir el nivel de importación de fertilizantes? Esta América Latina es una región que puede producir potencialmente, según nuestros economistas, para 1.300.000.000 de personas. Y aquí en esta región hay 700 millones de personas. Por lo tanto, la potencialidad es extraordinaria.

¿Cuál es la capacidad interregional de América Latina? ¿Cómo América Latina va a ayudar al Caribe, que se ha planteado un desafío extraordinario? Usaría la palabra revolucionaria, que es pasar de la importación del 100% de los productos alimentarios a llevarlos al 75%, porque como no han recuperado el turismo y no lo van a recuperar en función hasta de la interconexión aérea que no existe, como no existe en tantas partes del mundo, necesitan producción local. Sí, efectivamente. Cómo se plantean por decisión de los primeros ministros y los presidentes, bajar del 100% de la importación, el 75%, o sea, producir el 25% del propio Caribe, es una revolución.

Son cambios tremendos. ¿Ahora, quién lo va a ayudar a eso? Hay una enorme respuesta. Si el mundo, digamos, general, pero esta región tiene capacidad de producción alimentaria y tiene capacidad de innovación y tecnología que tiene que ayudar absolutamente y es parte de los desafíos de cuál van a ser. Y te pongo un dato más, porque a veces cuando hablamos de los efectos de la desnutrición no lo tenemos en cuenta, hay el efecto de la obesidad que en esta zona es tan dramático y que van pegados. Pero no, antes era solamente plato de arroz, comer y no, hoy no, porque obesidad tiene los mismos riesgos de vida. Además de los efectos negativos sobre la economía, los países. El 24% de la población de América Latina tiene sobrepeso, obesidad.

Y qué es lo que ha pasado en el Caribe cuando no se logró el 100% de de volver a llevar el turismo a los niveles que tenían que estar, que efectivamente empezaron a comprar comida chatarra. ¿Pero qué es lo que ha aumentado explosivamente la obesidad? Y eso es un mal tremendo. Entonces es el conjunto de aspectos que tenemos que tratar. Y te voy a tratar otro también, también en forma provocativa. Brasil, país clave, empuja con los números en forma notable. Brasil el 2014, la FAO lo sacó del mapa de los países con hambre. Correcto. Fue un proceso que inició en el 2000 y que el 2014 estaba por debajo del 5%. Correcto.

¿Dónde está Brasil? A fines del 2022, 30 millones de personas con hambre. Por lo tanto, no solamente se trata de afrontar y resolver y absorber, sino generar la estabilidad para que el escenario se repita, porque se va a repetir automáticamente si no estamos, por tanto en un continente exportador neto de alimentos, pero donde las cifras de hambre siguen creciendo de manera alarmante.

Ponía el ejemplo de Brasil, las políticas del primer gobierno de Lula o de Graziano DaSilva, que luego fue responsable de la FAO. Este desfiladero del hambre en el que está cayendo América Latina, ¿qué particularidades tiene?

Hay un escenario de desperdicio para poner un hecho que es la misma tendencia global de la pérdida de un tercio de los asimientos. Simplemente hay un matiz en la reflexión. Yo tengo la sensación, pero los números me lo tienen que demostrar. El diálogo con los presidentes, los ministros, con el sector privado, con líderes, sociedad civil me dice que no se está yendo a un despeñadero en estos meses y que los datos próximos no serán tan negativos. Pero no tengo los números para afirmarlo. Hay que ver hasta julio.

Ahí nos tenemos que encontrar nuevamente para ver dónde va a estar América Latina. La sensación es que ha habido una reacción de la región. Volvemos al tema de los supermercados vacíos. Correcto. Ahora, si eso significa decir que se ha hecho una gran política sobre seguridad alimentaria, la respuesta por supuesto que no, pero que se han hecho esfuerzos parciales en esa dirección. Pero también aquí tengo los datos sobre los niveles de exportación. América Latina representa el 13% de la producción mundial de alimentos, el 17% del valor mundial de exportaciones, el 41% de lo que se produce se exporta y se obtienen 174.000 millones de dólares, que si fuera por habitante sería una ganancia por habitante de 265 dólares. Estamos altos en los niveles de producción, no estamos altos en los niveles de equidad y de garantizar la reducción del escenario de hambre.

¿Pero el porcentaje de población que pasa hambre en América Latina es mayor al de la población mundial como se explica con ese superávit en la exportación de alimentos?

Sin duda. Sin duda. Y eso es una contradicción salvaje, dramática. El punto es entender cuáles son las tendencias actuales, hacia dónde se va. Yo creo que ha habido una reacción de la región, creo que no a la altura de lo que exige el momento, pero solamente los números, porque lo que vale son los números. Los números, que son los que pueden cara a la gente, son lo que tienen que confirmar si efectivamente. Estas lecciones tremendas del COVID y ahora el cambio climático, porque esperemos ahora el fenómeno del niño que dramáticamente va a golpear a Centroamérica y que va a golpear una parte del Caribe, pero con una novedad, a diferencia de otros, estamos trabajando para responder lo mejor posible, a preparar a lo mejor posible a los productores rurales, a mitigar en lo posible. Y esos son cambios en relación con cómo se afrontaba antes. Antes venía el fenómeno del niño y los destrozaba y acababa la producción de miles y miles de productores de agricultura familiar.

¿Qué mensaje dará la FAO desde hoy en esta cumbre que se inaugura en Chile?

El evento vale por sí mismo porque juntar a más de 150 parlamentarios en forma presencial y otros 100 que van a estar en forma virtual que representen a más de 160 países es un logro. Por lo tanto, influencia con todas las leyes parlamentarias que han sido aprobadas por aquí, por allá y las experiencias negativas para que no se repitan y las experiencias positivas para que se multiplique.

Ya eso tiene un valor de por sí. Y tercero, si se logra el pacto parlamentario entre los parlamentos de todo el mundo para entrar en otra base de interacción sobre los temas de la seguridad alimentaria y nutricional, si se logra todo eso, yo creo que de este evento hay que salir muy contento porque va a ser muy tangible, porque esta es la era de la tangibilidad, muy tangible para poder acelerar los procesos, pero que los parlamentarios no esperen cinco años más para juntarse. Que salgan propuestas válidas para generar marco legislativos que garanticen a más millones de personas las condiciones de seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo ayuden y controlen a los gobiernos en la política que tienen que llevar adelante para acercarse a los objetivos de 2030 de Naciones Unidas de hambre cero y pobreza cero.