A vivir que son dos díasLas edades de Millás
Sociedad | Actualidad

Juan José Millás asiste a la operación de cerebro que alivia los síntomas del Parkinson

Así se coloca el electrodo que controla los movimientos involuntarios

Así se coloca un electrodo en el cerebro de una enferma de Parkinson

Madrid

La idea de trepanar un cráneo con la paciente despierta suena a película de terror pero en pocos sitios hemos estado donde se respire tanta tranquilidad y entusiasmo como en este quirófano del Hospital de la Princesa en Madrid.

Claudia es una mujer de 61 años recién cumplidos y celebrados con anterioridad “por si acaso”… Diagnosticada de Parkinson en 2017, éste ha sido el momento adecuado para sugerirle una intervención. “Al principio hay una luna de miel con la medicación pero a medida que pasa el tiempo surgen espasmos que ya no se controlan” Explica la doctora Torres. Entonces empiezan las valoraciones porque no todo el mundo puede soportar una operación en estas condiciones. Pero Claudia sí. Ella está serena, colaborativa e incluso gasta alguna broma.

Cuando llegamos están, literalmente, atornillando un marco en su cabeza con una anestesia local. La acompañamos hasta otra sala donde le hacen un TAC. Toman varias imágenes para, al superponerlas crear una en 3D y, con las coordenadas del marco, calcular el punto exacto en el que tienen que insertar el electrodo que regulará esos movimientos involuntarios. De vuelta al quirófano se le aplica una sedación profunda para la trepanación, se inserta una cánula y se despierta a la paciente para empezar con las pruebas.

Pantalla en la que se recoge el sonido de las neuronas en el Hospital de la Princesa

Pantalla en la que se recoge el sonido de las neuronas en el Hospital de la Princesa / Paqui Ramos

Así que allí estamos, Juanjo Millás y yo con la boca abierta, delante de una persona despierta, con un marco atornillado en la cabeza, un agujero en el cráneo y ejecutando movimientos con la mano mientras va repitiendo “el perro de San Roque no tiene rabo”. Todo tiene su explicación. En el camino al punto exacto del cerebro, donde se regula el movimiento, se van tocando grupos de neuronas que emiten frecuencias. Es su forma de hablar, su lenguaje neuronal que es uno de los indicadores de que van bien. El otro lo proporciona la propia Claudia con sus respuestas. Un poco más arriba sus movimientos son más lentos y el perro de San Roque se le traba en la lengua. Un poco más abajo y hace los cinco lobitos con la misma ligereza que la neuróloga Lydia López Manzanares.

Es un trabajo coral y multidisciplinar. Solo dos neurocirujanas realizan esta operación en La Princesa las doctoras Marta Navas y Cristina Torres, con la ayuda de la neurofisióloga Lorena Celaya, las anestesistas que hacen algo tan difícil como controlar los estados de sedación y vigilia. Y el resto de enfermeras, indispensables. Cuando vuelva a su casa, Claudia llevará un electrodo en su cerebro que, en remoto, podrán manipular sus doctoras y que le permitirá llevar una vida normal.

Paqui Ramos

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