Por primera vez en esta legislatura, el barómetro de 40dB. para El País y la Cadena SER acerca al Partido Popular (PP) y a Vox a la mayoría absoluta, con 174 escaños. Hace tan solo quince días, una encuesta flash, publicada en estas mismas páginas, ofrecía un escenario más favorable a los partidos de la coalición de gobierno si las izquierdas a la izquierda del PSOE concurrían juntas bajo el paraguas de Sumar a las próximas elecciones generales. En aquel momento, las dos fuerzas políticas de derecha alcanzaban los 169 diputados. Con los datos más recientes, y teniendo en cuenta que cabe suponer el apoyo de los dos diputados de Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro a un candidato de derechas, Feijóo podría convertirse en el próximo presidente de España. Lógicamente, este escenario, aunque probable, no es seguro. Por un lado, las encuestas cuentan con un margen de error que se torna decisivo cuando las victorias electorales que predicen son muy ajustadas: en estos casos, es importante tener presente todos los posibles escenarios y tomarse en serio que la predicción equivale a tirar una moneda al aire. Por otro lado, en ocasiones los estudios demoscópicos sufren de lo que denominamos ‘sesgos de selección’, que se producen cuando los votantes de un partido o de determinada adscripción ideológica se muestran más propensos a participar en una encuesta. Este tipo de fenómenos puede sesgar las muestras, mostrando un cambio de ciclo que finalmente no se produce (como sucedió, por ejemplo, en 1993). Más allá de esta llamada a la prudencia en la interpretación de los datos, la distancia entre bloques se dobla en las últimas dos semanas (de 3,1 puntos porcentuales a 6,4). La derecha avanza ligeramente (un punto), mientras que la izquierda retrocede. Sumar caería 2,5 puntos con respecto a la anterior estimación en el hipotético escenario de unidad. Lógicamente, el partido de Yolanda Díaz logra mejores resultados con la integración de Podemos que sin ella (3,1 puntos), pero se queda por debajo del porcentaje de voto estimado hace 15 días. Es muy probable que, desde la óptica de una parte de la ciudadanía progresista, con la exclusión de miembros destacados de Podemos, como Irene Montero, la unidad en torno a Sumar se haya quedado ‘a medio hacer’. De hecho, la razón principal para no votar a la coalición de Yolanda Díaz entre los votantes de las fuerzas políticas que la integran es ‘porque no me gusta en qué ha quedado/cómo se ha configurado Sumar’. En este caso, aunque las respuestas conforman una submuestra muy pequeña, dan pistas de lo que podría estar sucediendo. Con todo, no se puede descartar que estos votantes desencantados con los procedimientos opten finalmente por la nueva coalición una vez que Podemos ha mostrado su conformidad con las listas. Por lo que respecta al PSOE, el partido se mantiene (de hecho, sube una décima), pero todo indica una cierta reconfiguración de su electorado. Dos datos, que apuntan en direcciones contrapuestas, llaman la atención: por un lado, en estos últimos días, los votantes socialistas se han movilizado muy considerablemente, alcanzando ahora una propensión de ir a las urnas similar a la de los votantes del PP. Se está produciendo, por tanto, una movilización de la izquierda socialista. Por otro lado, y esto explica por qué esta movilización no se traduce en avance electoral, las fugas del PSOE hacia la derecha, que en ningún momento de la legislatura superaron la ya muy importante cifra del 10% del total del electorado socialista, suman ahora el 14,8% (el 9,2% se iría al PP y el 5,6% a Vox). Preguntados a los entrevistados que no repetirían voto al PSOE por las dos principales razones para no hacerlo, la mitad señala a los compañeros de viaje: un 34,5% dice que es por los pactos con Bildu y los partidos independentistas y un 21% adicional por la coalición con Unidas Podemos. Son estas alianzas con los independentistas y las izquierdas las que probablemente doten de contenido al llamado sanchismo. Según nuestro estudio, en estos momentos, acabar con el sanchismo sería la principal razón de voto al PP, por encima de la capacidad de gestión de los equipos, de los intereses que defienda el partido, de sus ideas o de su candidato, Alberto Núñez Feijóo. En cambio, quienes se decantan por Vox lo hacen más por razones ideológicas que por otras consideraciones, como querer frenar o impedir la victoria de otros partidos. Algo similar sucede en el electorado progresista: pesan más la ideología que el voto ‘en contra’. Así, de un total de ocho razones contempladas, frenar a Vox se sitúa en la quinta posición entre los motivos para apoyar al PSOE y en la sexta con respecto a Sumar. Terminar con el ‘sanchismo’, por tanto, es la principal palanca de voto al partido de la oposición, probable ganador en las próximas elecciones generales: el problema no es ni la gestión económica del gobierno, ni tampoco sus políticas que, de hecho, cuentan con gran apoyo popular, como se ha visto en numerosos barómetros. El problema son las alianzas y los pactos. En este contexto, el desarrollo final de las elecciones dependerá no sólo de la capacidad de Sumar para atraer finalmente a la izquierda más próxima a Podemos, sino también de que el PSOE sea capaz de desactivar la estrategia antisanchista de los conservadores.