Nos quitamos el sombrero ante los honorables del PP

Barcelona

Hay en el PP, como en muchos partidos, gente muy honorable. Gente ante la cual hay que quitarse el sombrero. Son honorables porque, por encima de los intereses inmediatos de su grupo, honran los principios del conservadurismo liberal, demócrata cristiano… demócrata. Y lo hacen, arriesgándose. Es el caso de la líder extremeña, María Guardiola, que se ha negado a compartir Gobierno con "quienes niegan la violencia machista", como Vox. Y ahí está, plantada como una Antígona. Y de ahí no se mueve, aunque haya que repetir elecciones, eso que desaconsejó su Jefe. Eso es exactamente lo que se llama respetar los propios principios.

Muy cerca de esa posición honorable, aunque en plan mediopensionista, está la del portavoz Borja Sémper. Hoy ha asegurado que los dirigentes de ese partido "respetan y acompañan" a Guardiola. Pero luego ha dado unas cuantas volteretas para no contrariar al líder extremista valenciano Carlos Mazón. Ese que protagonizó una vergonzosa negociación exprés con los ultras y enterró políticas necesarias para evitar otras 1.200 asesinadas por violencia machista: las que se han registrado desde 2003.

Algunos más encienden también una vela en el altar de los principios y otra en el de los intereses: Como el barcelonés Daniel Sirera. Sirera acertadamente impidió que la sombra unilateralista y del 3% corrupto se vuelva a cernir sobre Barcelona… a sabiendas de que eso ayudaba a blanquear la connotación ultra del Partido Popular en sus nefandas alianzas.

¡Bienaventurados los honorables del PP, porque ellos respetan a sus votantes liberales y decentes! Desventurado su presidente Feijóo. Porque con tal de alcanzar el poder para sí mismo, le da igual bendecir a su rama extremista de Castilla y León que a la valenciana, que a la balear. Los grandes caudillos no se entretienen recogiendo los detritus aritméticos en que quedaron sus promesas, principios y valores. Es basura, nada más.